Análisis sobre la constitución europea y referendum


Se limita, en el Capítulo III, Sección 1 Art.III-97 a III-103, donde no se atreve a propugnar el pleno empleo, sino solo a un nivel de empleo elevado, a proponer la realización de exámenes e informes



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Se limita, en el Capítulo III, Sección 1 Art.III-97 a III-103, donde no se atreve a propugnar el pleno empleo, sino solo a un nivel de empleo elevado, a proponer la realización de exámenes e informes anuales, Inter.--

cambio de informaciones, la presentación de reco--


mendacions, etc.

(José Vidal-Beneyto, 23.10-04)


Las Razones del “no”.

El contenido del proyecto constitucional favorece la opción por el no.

. La Constitución desafía cualquier concepción o mo-

delo mínimamente aceptable de norma fundamental.

Los constitucionalistas lle-

van discutiendo durante años cual es el modelo de Constitución ideal, sin lograr ponerse de acuerdo sobre la cuestión.

Este debate se centra, esencialmente, en torno a dos concepciones, una minimalista y la otra realista.

Para la minimalista, una Constitución debe limitarse a establecer los elementos fundamentales del juego político que desarrollará. una vez entre en vigor, que son: la definición de la forma política del Estado, una división horizontal y, en su caso, vertical del poder, y una carta de derechos fundamentales.

Sin embargo, para el modelo realista no habría límites a priori Sobre cual debería ser el contenido de una Constitución, más allá del sentido común.

. Estamos hablando de un proyecto que ya para em-

pezar es inmanejable.

La Constitución europea está formada por cuatro partes con un total de 448 artículos, a los que hay que añadir varios protocolos y declaraciones.

Un mastodonte si la com-

paramos con la Constituci-

ón española con solo 169 artículos y 14 disposicio-

nes.


. Muchos de los artículos de Constitución europea sin superfluos,

. Está plagada de excepci-

ones a la regla general, de ambigüedades y hasta de contradicciones.

. Una de las más graves ambigüedades se refiere al proceso de revisión ordina-

ria de la propia Constitu--

ción.


(Antonio Estella, 17.10.04).
El PSOE hará una intensa campaña a favor de la Constitución europea, pero evitará los debates. Los socialistas rehuirán el enfrentamiento directo con los partidos que propug-

nan el “no”. Tampoco harán de la participación su caballo de batalla a sabien-

das de que podría quedar desairado.

(EL PAIS, 08.11.04)
¿UN MINISTRO PARA LA ESPE-

RANZA?


Moratinos acaba de poner punto final al rumor, ya muy extendido, que pretendía que el Gobierno se oponía a todo tipo de controversia sobre el Tratado constitucional, pues lo único que aceptada eran las operaciones de difusión y propaganda. Con su artículo del día 11 el Ministro cierra la veda, si veda había, y abre la vía, lejos de urgencias y de tapadillos al deba-

te, inaugurando así la campaña de pedagogía de pedagogía ciudada-

na sobre los pros y los contras de la Constitución que se nos propo-

ne. Por esa brecha, en cuya aper-

tura me honro en haber contribuir,

hay que desear que entren todos los concernidos por el tema, de-

fensores y adversarios, hasta lo-

grar convertirlo en objeto de un gran debate nacional.

Pues la coyuntura política mundi-

al, el triunfo de Bush y la fase ac-

tual de la construcción europea, colocan en primera línea a la Eu-

ropa política y hacen de su debate una práctica pública imperativa, que invalida las potencialidades funcionalistas.

Aún admitiendo los apreciables puntos de coincidencia con Mora-

tinos, debo explicitar también mis discrepancias.

Si miramos contrastamos la Europa laboral y social de los años 1950/60 con la de estos primeros años del siglo XXI, la sitúan es dis--

tinta y preocupante.

Nuestra regresión no puede ser más patente, ya que hemos incorporado un paro de dos cifras como compo-

nente indisociable de la actual estructura del mun-

do del trabajo y hemos hecho de la alta precarie-

dad del empleo el único regulador válido de una cuestioble estabilidad so--

cioeconómica.

Sabemos muy bien lo que no funciona en nuestro sistema económico y en nuestros regímenes políti-

cos – la democracia plura-

lista, los partidos políticos, la participación ciudadana, la representación instituci-

onal, los medios de comu-

nicación y la opinión públi-

ca, la eonomía real, el capitalismo de mercado -,

pero no sabemos cómo ha.

cerlo funcionar.

No comparto la voluntad de Moratinos de eximir a -

Europa de toda responsa--

bilidad por este estado de cosas, pues sobran datos y argumentos para hacer de los países desarrollados --

del Norte, el principal centro de imputación del aumento de la desigualdad, de la multiplicación de los horrores del hambre y la guerra, de la involución de valores y referencias y en general de la degradación de la situación en el mundo

Pretender, como hacía Mo-

ratinos en su artículo que la UE no era el peor de los socios del club de los amos del mundo, no la exculpa de la responsabilidad ética y política de la que, en el escenario mundial, es el principal soporte.

Sino, ¿porqué se consiente la corrupción política las fortunas mafiosas, o los paraísos fiscales?

¿Cuándo vamos a implicarnos de verdad en la dramática situación del Mediterráneo, que tan directamente nos compete, sin volver la vista al otro lado cada vez que los EE.UU. nos dan con la palmeta en las manos? ¿De verdad no cabe hacer otra cosa con la emigración clandestina que llega a nuestras costas sino reco-

ger y contar cadáveres?

Dice Moratinos que Europa es hoy más que nunca un proyecto social y político. Pero sigo sin entender cómo es posible, en base a la Constitución que se nos propone, que la UE llegue a tener una política exterior y autónoma de paz. Como no alcanzo a ver que los nuevos instrumentos a que se refiere Moratinos – la figura del Ministro de Asunto Exteriores o el Cuerpo Voluntario Europeo de Ayuda Humanitaria – puedan contribuir decisiva-

mente a la construcción de esa política.

Y menos aún el mecanismo de las cooperaciones refor-

zadas aplicado al ámbito de las relaciones exterio--

res, donde el nuevo Trata-

do impone, tanto en la parte primera como en la tercera, de manera inequi-

voca, la unanimidad de todos sus miembros, mu--

chos de los cuales tienen opiniones no sólo distintas sino antagonicas, y algu- nos defienden y protagoni-

zan políticas bélicas alone-

adas con las de Bus y sus halcones más radicales.

No contempla el Sr. Mora- tinos la posibilidad de que no se ratifique esta Consti-

tución.


Pero caben y según algu--

nos existen bastantes pro-

babilidades de que así suceda. Sin que eso sea una catástrofe. Habría pues que volver a empezar y para ello convocar a los países y sobre todo a la opinión pública europea.

Sr. Moratinos, estamos en la mis-

ma orilla, la de la paz, pero no en la misma barca. Vd. está subido con los Gobiernos y los políticos en la del poder. Yo hace cuarenta

años que comparto la mía con la sociedad civil, con sus utopías y sus frustraciones, con sus ESPE-

ranzas e impotencias.

Pero se que ambos compartimos

opciones de progreso.


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