Análisis sobre la constitución europea y referendum


Desde el punto de vista de los princi-



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Desde el punto de vista de los princi-


pios, hay razones sólidas para dar el visto bueno al Tratado constitucional:

por primera vez se acepta nada menos que la expresión Constitución para la UE algo potencialmente cargado de fu-

turo integrador. El propio méto-

do de elaboración – la Conven-

ción – ha mejorado el criterio de participación y es positivo que se mantenga como proce-

dimiento para sucesivas e ine-

vitables reformas.

El nuevo Tratado, como texto único, supone un avance por el

mero hecho de compilar y re-

organizar la dispersa normati-

va comunitaria fundamental-

Además, mejora la tipología de las normas, hace más com—

prensible su nomenclatura y reduce mucho los instrumen—

tos a la vez que formaliza una

realidad básica: la primacía del

derecho comunitario.

No menor progreso supone do-

tar por fin de personalidad jurí-

dica a la UE, lo que reforzará su proyección internacional como tal. Es también relevante hacer normativa y no solo de—

clarativ, como hasta ahora la

Carta de Derechos de los Ciu-

dadanos.

Én el ámbito institucional hay

asimismo avances: Se clarifica un tanto la singular división de



poderes comunitaria y se mejo-

ran los criterios de reparto de

competencias al suprimirse el

disfuncional sistema de los tres pilares. Dada la inevitable

hegemonía de los Estados, es –

bueno para la UE disponer de un Presidente estable del Con-

sejo Europeo, el Tribunal de Justicia y el Comité de Regio-

nes ganan cierto peso; se redu-

ce la complejidad y el número de los procesos de decisión, a la vez que se extiende el prin-

cipio de mayoría cualificada.

Se amplían las cooperaciones

Reforzadas, se perfeccionan los mecanismos de cohesión y aumenta la comunitarización

de ciertas políticas muy vincu-

ladas a la soberanía de los Es-

tados, elementos todos ellos que favorecen la supranacio—

nalidad.
30.12.04.

DECIR A EUROPA.

A lo largo del año que viene los ciudadanos de los Estados que forman la UE o sus representantes democráti-

camente elegidos, tendrán que aprobar

o rechazar el primer proyecto de Trata-

do Constitucional europeo.

Un texto largo y de lectura no fácil.

En texto en el que una vez más, en la larga marcha hacia la unión política de

Europa, las cláusulas de salvaguarda de la soberanía de los Estados de la Unión se recogen celosamente, aunque

todos saben que en el mundo actual ninguno de esos Estados es plenamen-

te soberano. Esta UE actual que, posiblemente es la primera potencia comercial del mundo, no ha entrado todavía con plenitud en lo que llama--

mos la sociedad del conocimiento o de

las nuevas tecnologías.

Que aunque está sumida en un pobre crecimiento económico, tiene el euro como moneda común, que es una de las monedas más fuertes del sistema monetario mundial y está por encima de EE.UU. y de Japón en la ayuda a los países más pobres o en vías de desarrollo; pero en cambio no puede influir de forma decisiva en el conflicto israelo-palestino y en otros conflictos que también le afectan.

¿Cuál es nuestra debilidad?

Que no ha sabido instrumentar una política exterior; que en los casos conflictivos, incluso dentro de lo que llamamos Europa, no sólo cada Estado de la Unión toma sus propias decisio-

nes, sino, lo que es peor, que, como ocurrió con el conflicto serbio-croata-bosnio.

Pero con todos sus logros y debilida-

des la UE es necesario como poder moderador. Superadas las sangrientas

guerras religiosas, las de los naciona-lismos que buscaban un predominio continental nunca consolidaddo y las dos terribles guerras mundiales origi-

nadas por la lucha entre Estados europeos, la Europa de hoy es una Europa en paz, una paz aún reciente y amenazada. La caída del muro de ver-

lin no ha pacificado el mundo.

A las viejas amenazas se unen otras nuevas: el terrorismo islamista radical, de carácter internacional, la más grave

de ellas, potencialmente devastadoras

para esa paz, para nuestras democra-

cias y para nuestra libertad.

Por otra parte, la crisis en que se encuentra el sistema Inter.-

nacional creado a partir de 1945, en torno a las Naciones Unidas, y la confirmación de EE.UU. como la superpotencia planetaria económica y militar y lider del mundo occidental, nos obligan a todos a poner los cimientos de un nuevo orden mundial. El papel de una Europa unida puede ser de primordial importancia para ayudar a resolver los conflic-

tos actualmente existentes en el mundo, de acuerdo con los principios que se sentaron al crear las Naciones Unidas :

fortalecer la democracia, lu-

char contra el hambre, la po-

breza, las enfermedades, la ig-

norancia y el fanatismo; estén-

der el respeto y la aplicación de los derechos humanos fun-

damentales, sin distinciones de sexos, razas y creencias.

Esperemos que los órganos que el Tratado Constitucional, los Gobiernos y sobre todo los ciudadanos de la Unión, acaben creando la estructura política europea que, a partir de su diversidad como un patrimonio de todos, consolide de forma definitiva la

Unidad en democracia y libertad.

El referéndum en que deberemos posi-

cionarnos en el mes de Febrero será un paso nuevo, importante y puede que decisivo en la buena dirección.

Votando estamos votando la mejor Europa posible y la Europa del futuro.

(Alberto Oliart, varias veces ministro.)





07.05.04:

La ampliación a 25 compor-

ta cambios sustanciales de los que todavía están por ver las consecuencias.

Algunos, como la torre de Babel que es la nueva Europa, terminarán por re-

solverse de la única mane-

ra razonable, con la con la consolidación del inglés como lengua europea de comunicación que contri--

buirá a difuminar las fronte-

teras, al precio de la opacidad de la Europa de los Estados.

(Ignacio Sotelo).
REFERÉNDUM.

Aunque conforme a lo prometido, lo suyo es que la Constitución de la UE sea objeto de un referéndum, no cabe esperar que haya un debate franco. Por el contrario, invita a concluir que se impondrá, con el beneplácito de las principales fuerzas políticas de ámbito estatal, una formidable ma-

quinaria de propaganda.

La literatura especializada ha forrmulado ya un buen puñado de preguntas en re-

elación con la futura Cons-

titución Europea. Todas ellas remiten a cuestiones importantes de las que sería saludable pudiese ocuparse nuestra opinión pública.

A buen seguro, y sin embar-

go esto no ocurrirá.

Por ejemplo: ¿Nos hallamos ante una genuina Constitu-

ción? ¿Qué suerte de texto político-legal es éste que nace sin un pueblo, una na-

ción y un Estado que apor--

ten sentido y fundamento? Aunque, si tenemos ya una moneda sin Estado, ¿por--

qué nos se habría de crear una Constitución sin un pueblo?

Aunque habrá que dejar que el tiempo pase, lo suyo es pensar que los antecedentes nos invitan, como poco, al recelo. Cuando el poder está claramente en manos de los potentes lobbies de los negocios y de las finanzas, de los círculos mediáticos y de la mani-

pulación de las informaciones, los juristas se apuntan “al gran par-

tido” de las buenas intenciones y de las buenas maneras.

A pesar de las florituras literarias, a buen seguro que al lector sagaz y también al desinformado, no le falten razones para poner en duda que tan buenas intenciones se ajusten a la realidad.

Nada invita a concluir que el eterno problema de défi-

cit democrático que la UE arrastra entre en vías de resolución de la mano de la Constitución.

El fortalecimiento del papel del Consejo y de su Presidente aca-

rrea una ratificación paralela de las capacidades de los Gobiernos en detrimento de otras instancias,

por muy cierto que sea que las decisiones adoptadas hayan de ser refrendadas por el Parlamento de la UE,

que es obligado reconocer que gana atribuciones.

En el terreno de los dere--

chos sociales, destaca una inflación retórica en la Constitución Europea. Se sustituye el “derecho al trabajo” por el derecho a trabajar”.

El texto legal rezuma una curiosa laxitud e indefini-

ción en algunos enuncia--

dos, como el que señala que “los Estados miembros evitarán déficit públicos excesivos.

¿Alguien piensa en serio que formulas tan etéreas están llamadas a servir de freno ante la irrupción de reglas del juego salvajes como aquéllas de que es portadora la globalización capitalista en curso? Hay que concluir que al amparo de la Constitución de la UE los derechos sociales tie-

nen un rango inferior que predispone a su oncumpli-

miento y que en buena me-

dida dejan aquellos en ma-

nos de las legislaciones de cada Estado. La Constitu-ción no incorpora ningún proyecto serio de conver--

vergencia social.

Si añadimos que la Consti-

tución reclama “una econo-

mía social de mercado altamente competitiva” se antoja como la cuadratura del circulo conjugar com--

petencia con dimensión so-

cial.


Son también disonantes los prin-

cipios de “fomentar el desarrollo sostenible en los planos económi-

co, social y medioambiental de los países en vías de desarrollo, con el objetivo principal de erradicar la pobreza” con las actuales políticas de Cooperación de la UE, en general y de España en particular.

La Constitución apuesta por la militarización, pos--

tulando misiones militares y “la prevención de conflic-

tos” con los recelos que despierta hoy este término, resultando inevitable rela--

cionarlo con las actuacio- nes de EE.UU.

Se refuerzan los vínculos con la OTAN y se crea una Agencia Europea de Arma--

mento, Investigaciones y Capacidades Militares, lo que conlleva consigo una escalada en la carrera armamentísta.

(Carlos Taibo, profesor de Cien-

cias Políticas de la Universidad de Madrid).

07.06.04


EURODESENCANTO.

Cuando critico la deriva de la construcción Europea, mis alumnos me acusan de euroescéptico.



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