Programa satelital argentino invita a Chile
Responsable del programa trasandino afirma que los cambios políticos no afectan sus planes.
Los argentinos nos miran desde el cielo. Y no importa cuántas nubes cubran nuestro territorio, pueden vernos igual.
No es espionaje, sino simplemente desarrollo tecnológico. Y ahora están dispuestos a compartirlo con su socio natural, o sea, nosotros.
Mientras en Chile seguíamos con angustia el fracasado vuelo del Fasat Alfa y nos felicitábamos por el mejor destino del Bravo, allende los Andes también llevaban a cabo su política espacial a partir de 1991 a través de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).
El resultado son tres satélites lanzados desde 1996 hasta la fecha, en sociedad con otras agencias especializadas. El más reciente, el SAC C, es un satélite de observación espacial con fines medioambientales.
Con sus imágenes pueden estimar cosechas, evaluar la productividad de un campo y detectar plagas. También medir la desertificación, contaminación de aguas costeras o servir de alerta temprana y seguimiento a catástrofes como grandes incendios e inundaciones.
El director de Conae, Conrado Varotto, aclara que su negocio no es vender imágenes, salvo que puntualmente una empresa pida una. "Esto es lo que nosotros llamamos una especie de servicio público. El objetivo es optimizar la actividad socioeconómica. A través de la información recolectada puedo saber, por ejemplo, qué pasará con la soya, si está enferma o no, lo que al final se manifestará en una cosecha de 10 o 5 millones de toneladas".
De ahí que el cálculo de los beneficios obtenidos debe hacerse en función de cuánto mejora el ingreso fiscal del país como consecuencia de la información.
Un servicio público
Varotto destaca la disposición de su organismo a cooperar con todos los países que lo deseen en el uso de información, pero también en la ejecución de proyectos. Enfatiza el caso chileno. "Tratemos de hacer las cosas de forma que haya sinergia entre ambos países y no dupliquemos la inversión", propone.
Una idea es usar toda esa información para generar modelos que permitan alerta temprana, lo que Argentina ya ha conseguido en el caso de incendios, derrames petroleros e inundaciones.
Destaca que a través de instrumentos adecuados es incluso posible hacer alerta temprana hasta de los terremotos. Para Varotto, no hay forma de hacer tales desarrollos si no es con la participación de todos, "primero, por la cantidad de neuronas que se necesitan y porque cada país está especializado en determinados temas, según los problemas que lo afectan".
Justamente, dice, Chile posee una experiencia invaluable en el tema de los terremotos y les gustaría que un experto del área se sumara al trabajo de su organismo.
Varotto evita referirse a costos. "No hay una condición económica, ustedes elijan dentro de qué campos quieren cooperar", sostiene.
Desde el año pasado que la Conae también cuenta con el Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario Gulich para complementar su actividad. Este organismo, que funciona en Córdoba, ofrece posgrados sobre información espacial y según Varotto, también está abierto a la participación de científicos chilenos.
Es así como recientemente dictó un curso sobre aplicaciones de tecnología del espacio en vulcanología. Tras la actividad, en la que participaron investigadores nacionales, decidieron hacer un trabajo conjunto sobre el tema. No es extraño. La ceniza de las erupciones volcánicas chilenas, como la del Hudson, normalmente afecta el tráfico aéreo de las zonas inmediatas en territorio argentino.
En Internet:
Comisión Nacional de Actividades Espaciales de Argentina: www.conae.gov.ar
Ojos potentes
El plan espacial trasandino contempla dos líneas de satélites: los SAC, con instrumentos de tipo óptico de alta sensibilidad -una de las tres cámaras del SAC-C es capaz de obtener imágenes nocturnas- , y los Saocom, con sistemas de observación con radar, que estarán disponibles a partir de 2004.
SAC-C está en órbita desde el 21 de noviembre de 2000. Integra la llamada "constelación matutina" junto con los tres más avanzados satélites de observación de la Tierra -Landsat 7, EO 1 y Terra-.
Lo lanzaron desde la base Vandenberg (EE.UU.) y lo apoyaron Estados Unidos, Italia, Dinamarca, Francia y Brasil.
Está proyectada también otra constelación de nueve satélites para la gestión de emergencias, la cual incluirá a los dos satélites Saocom previstos y a siete satélites italianos.
La gracia de las constelaciones es que pueden mirar el mismo lugar y combinar sus instrumentos para obtener imágenes de gran precisión. "Aprovechamos todas las emisiones satelitales y diseñamos las nuestras para llenar los vacíos si esa información no la puedo obtener en tiempo y forma ni características que necesitamos".
Una Nasa albiceleste
La Conae forma parte de una política de Estado a once años plazo, por lo que, según Varotto, los recientes cambios de gobierno no la afectan.
Ofrecen información espacial específica. Les interesan las emergencias naturales y las causadas por el ser humano, porque el satélite puede ver enfermedades; lo llaman "epidemiología panorámica". Así, un fenómeno como El Niño puede elevar la temperatura, favorecer los mosquitos y desatar el paludismo.
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Diario Los Andes, Mendoza, 24/4/02
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