Años 1907-2007: Consolidado el progreso de las Hermanas en sus fundaciones en 1907, María de los Apóstoles realiza su paso al Padre por Cristo en el Espíritu. Casi 20 años desde 1888 al frente en la dirección de las Hermanas Salvatorianas, unida íntimamente al Fundador desde 1882 unos 25 años, sin reparar en esfuerzo y sacrificio, con tal de llevar adelante el diseño de la obra intitulada al Divino Salvador. De 286 Hermanas recibidas hasta su muerte, 174 existían, 74 ex y 38 fallecidas. Su sucesora la Madre Ambrosia Vetter, elegida segunda Superiora General en el segundo Capítulo General del 7 de julio de 1908. El Decreto de Alabanza o Decretum Laudis de las Hermanas dado el 18 de agosto de 1911. La Aprobación papal para la Iglesia universal el 26 de agosto de 1926. En 1952 ocurre el traslado de sus restos a Campo Merano en Roma. En fin, tanto historial de años luego para llegar a ser declarada Beata el 13 de octubre de 1968 por el Papa Pablo VI, 61 años después de su Pascua gloriosa. Ceremonia tras la cual el Pontífice expresa palabras de complacencia:
“Beatificación esta que alegra a la Iglesia entera, que llena de gozo y conforta a una grande familia religiosa femenina y da reflejo a aquella masculina que le dio origen y nombre, que eleva a ejemplo común y estimulante edificación a una fuer-te y distinguidísima figura de mujer, la cual con su estirpe y sus virtudes naturales y cristianas honra a su gran país natal… Mujer singular, plena de cultura, de sensibilidad humana y de fervor espiritual… No podemos callar, en este punto, el nombre de un sacerdote alemán, que fue para la Beata inspirador y maestro, el Siervo de Dios Padre Francisco María de la Cruz, en el siglo Juan Bautista Jordan, Fundador de los Salvatorianos. Y no podemos referirnos a estas dos familias religiosas florecientes y ejemplares de los Salvatorianos y de las Salvatorianas, de las cuales Roma se honra de haber hospedado las primeras sedes, hoy esparcidas por todo el mundo, sin expresar Nuestra Admiración, Nuestro reconocimiento y Nuestra confianza… Estos admirables hechos eclesiales, estos prodigios de la fe y de la caridad, estas instituciones vivas y operantes han nacido, han crecido, se han consagrado en la dedicación más fervorosa y generosa a la irradiación del mensaje evangélico y al bien de la humanidad, con la firmísima convicción de que Cristo es el Salvador, es el Salvador verdadero, es el Salvador único, es el Salvador necesario… Quiera la nueva Beata, con su ejemplo luminoso, con su protección celeste avalar este voto”. Pablo VI, L’Osservatore Romano 14-15 de octubre de 1968.