Herencia conjunta: El 9 de septiembre de 1893 escribe el P. Lüthen a la Madre María sobre la herencia común salvatoriana, que tras recorrido anterior de I y II Orden, pese al propio papel de cada una y sin subordinar mujeres a hombres, sí hay unidad de carisma, comunión de espíritu, propósito y misión, indispensable el papel de las mujeres y al mencionarlos a ellos tener que mencionarlas a ellas, viceversa (!). Este texto de Lüthen basa tal realidad de una sola familia:
“Ambos estamos muy cerca del Rvdo. Fundador. Usted en calidad de primera hija espiritual y yo como su hijo mayor. Siempre le hemos servido fielmente, unas veces juntos, otras separados. Que la gracia de Dios esté con nosotros, también en el futuro, de modo que permanezcamos fieles a esta santa empresa con toda nuestra fortaleza”. SHS81. Base 8.3a,58.