Claro ejemplo nos presentan, los Pactos ante las legiones Romanas; los
ejércitos de las ciudades griegas; el Gran Maestre Juan de la Valette en la re-
sistencia de la isla de Malta contra el ataque de los turcos en 1565; el sitio de
la Rochelle en 1628; la defensa de Viena contra los Rusos en 1683; el sitio de
Frisburgo que soportó 12 años consecutivos el asalto de los franceses; la
evacuación y posterior incendio de Moscú frente al gran ejército Napoleóni-
co; la resistencia Española ante el desbordamiento Bonapartista; la heroica
resistencia de Buenos Aires a las invasiones Británicas; la epopeya del éxod
jujeño; el vaciamiento de la Banda Oriental realizada por el General Artig
ante la invasión portuguesa de 1811/12; la heroica resistencia paraguaya
ante la Triple Alianza; la liberación de los argelinos; la defensa de Budapest
del ataque ruso; la lucha vietnamita.
Pueden enumerarse muchos ejemplos más, pero lo que interesa resaltar
es que esta praxis se cumplió respondiendo a leyes, de identidad nacional, al
margen de ideologías, pero al conjuro de una unidad política y social, en aras de una supervivencia para la autodeterminación. Los ejemplos indican que todos se aglutinaron para defender sus valores y principios, porque los tenían en consecuencia, no dudaron. Porque ninguna sociedad puede vivir en justicia y libertad, sin tener en claro conocimiento de los ideales y dogmas que sustenta su organización.
De esta manera, estas manifestaciones no son el resultado de una épo-
ca ni nacen exclusivamente de un determinado tipo de sociedad o de una
ideología particular, sino que este concepto, se sustenta en las raíces mismas
de cualquier nacionalidad.
Todo indica entonces, que históricamente existen dos conceptos sobre
Seguridad. El concepto de los países invertebrados, dependientes y neocolo-
niales, donde la Defensa Nacional se subordina a la negociación, al acuer-
dismo, donde se negocian principios para obtener conveniencias, en otras
palabras, se entrega la historia por dividendos coyunturales. Este tipo de fi-
losofía fenicia, de reducir los grandes intereses nacionales a una solución
comercial, se ejecuta normalmente en naciones con estructuras comprome-
tidas, donde también coincide una clase dirigente aliada con los intereses fo-
ráneos. Estos países se identifican también por las repetidas claudicaciones
a lo largo de sus vidas.
El otro concepto es inherente a naciones con identidad nacional, sea
cual fuere su potencialidad o grado de desarrollo, su situación política o ge-
opolítica, donde la Defensa Nacional, presupone para gobernantes y gober-
nados, una misión común, un idéntico deber y un solo destino.
Tradicionalmente se ha aceptado que el interés vital de la Seguridad es
la supervivencia. Sin embargo existen gradaciones de supervivencias, donde
algunos factores pierden importancia si el país es eliminado o seriamente
disminuído, o bien partido, como entidad soberana. Así también puede su-
ceder que ciertos propósitos u objetivos, dejen de tener sentido, si para al-
canzarlos, se corriera el riesgo de una disgregación nacional.
El estudio de la historia, también registra otra constante referida a la
seguridad en función de las clases dirigentes. Cuando la política de un Esta-
do es instrumento al servicio de minorías, siempre a lo largo de la vida de la
nación ocurrieron pérdidas territoriales, penetración ideológica, dese-
quilibrios internos, que en algunos casos, marginaron el riesgo" de una esci-
sión nacional.
En países donde la clase dirigente fue la expresión del pueblo, donde
existían movimientos nacionales sólidos, las situaciones conflictivas y pe-
ligrosas siempre fueron salvadas con sacrificio, pero airosamente en bien de
la Nación.
Ha quedado demostrado en los hechos objetivos de las naciones, que
para un movimiento nacional con lúcida y valiente dirigencia, habrá super-
vivencias absolutamente inaceptables.
Un pueblo propietario de una fuerte estructura cultural, no será con-
fundido ni doblegado por los imperialismos, ni las ideologías de turno posee una clara y decidida dirigencia nacional.
Supervivencia e independencia, son dos atributos irreductibles y no negociables. De nada vale el triunfo táctico si se entrega el campo estratégico.
Sólo las grandes empresas, orientadas por una política de profunda
raíz nacional, producen la vertebración de un pueblo. La vertebración nacional, resulta así la más óptima seguridad; mientras que la participación del pueblo en la Defensa Nacional, significa el mejor factor de disuasión.
El grado de Seguridad depende del grado de poder nacional, éste a su
vez de la concitación del pueblo a un ideal común y del desarrollo alcanzado. La Seguridad está directamente relacionada con la medida en que el
pueblo participa y asume la cosa pública, así como a las adecuadas y correctas respuestas a los intereses y apetencias populares. La Seguridad se alcanza aceptablemente en una comunidad sólida, justa, donde exista igualdad
en los sacrificios y equidad en los beneficios.
Porque lo que interesa a todos, debe ser resuelto por todos.
A su vez, conformada una conciencia de Seguridad, sirve como base integradora y punto de reunión de la nacionalidad, por cuanto de esta forma
la Seguridad Nacional atañe a cada ciudadano; y cada ciudadano integra la
Defensa Nacional.
La falta de conocimientos por parte del pueblo, de los grandes objetivos nacionales, crea la incomprensión, la desconfianza, la incredulidad y el
escepticismo y por lo tanto la inexistencia de la opinión pública, frente a la
actitudes gubernamentales. Esto permite la creación de espacios para la penetración, el desarrollo y el divorcio social, lo que conspira contra el afianzamiento del ser nacional para afrontar el deber ser, frente al interés consumista de tener más. De esta manera se opera la indiferencia popular, el adocenamiento de la sociedad, frente al legado histórico de ser una Nación integrada y fuertemente consolidada.
Todo esto atañe a la política, por ello, si bien ésta, debe perseguir por
medios morales un ideal superior, ha de afirmarse sólidamente con los pies
en tierra y adecuarse a las condiciones reales de fuerza y situación, para po-
der lograr una conducción adecuada y suficiente, con los medios que cuenta
y según los objetivos a conseguir.
La política necesita de dirigentes maduros, conscientes, patriotas y va-
lientes. Ningún movimiento político puede ser duradero, sin una organiza-
ción estable, sin una mística superior, sin una doctrina nacional y sin dirigentes comprometidos.
Sin política nacional, ni políticos nacionales, no hay racionalidad, por-
que sin política nacional no es posible mantener el fundamento social ni ma-
terial de las demás actividades del ciudadano. La política realista es lo pri-
mero en el orden del tiempo, no en el orden de la dignidad. Una política re-
alista debe asentarse sobre dos bases esenciales: la tierra y el hombre.
Las ideologías y doctrinas, están ligadas históricamente a dogmas ante-
riores. Pero todas se suceden, se reemplazan, solo quedan los pueblos. Los
pueblos (actividad creadora) reaccionan sobre las ideologías y doctrinas, las
adaptan, las transforman de acuerdo a las nuevas necesidades o bien las superan (Signo de los tiempos). Las doctrinas políticas no deben ser meras
expresiones verborrágicas, sino un acto de vida, un accionar cotidiano, una
práctica diaria, un testimonio de amor por la heredad territorial y cultural.
Por otra parte, el pueblo no actúa por si solo, sino que requiere conductores
éticos, que le planteen los problemas reales, sin utopías, distorsiones, engaños, para movilizar y acrecentar la conciencia popular.
Una política de Seguridad comienza por la defensa de los valores esenciales. La mejor política de Seguridad será aquella capaz de concebir y elaborar una ideología idónea para satisfacer las inquietudes de la hora.
Cuando las sociedades se encuentran ofendidas por ideas extrañas, que la codician, la aprisionan y condicionan, solamente con una idea superior, podrán ser superadas las ideologías apátridas. Es bien cierto que las ideas no se terminan con actos físicos. Las ideologías se combaten, se destruyen y aniquilan con otra mejor, que de respuesta cierta a los requerimientos materiales del hombre y a sus necesidades espirituales, de modo que sea factible su realización personal y su integración comunitaria.
Cuando los argentinos y los sudamericanos, hayamos logrado la fórmula de una ideología superadora del antagonismo capitalismo liberal, marxismo leninismo; habremos alcanzado nuestra unidad y con ella la Seguridad más óptima.
Para los argentinosla Seguridadsignifica encontrar la esencia nacional, la justicia, el bien común, la autenticidad y el pleno desarrollo independiente. Esta búsqueda será entonces, nuestra mayor seguridad. La disuasión, se dará por añadidura.
La vertebración nacional resulta la Seguridad más firme, mientras que la integración político-social, factor condicionador y condicionado por lo primero, el elemento más importante de la disuasión.
Sólo en estas condiciones podrá darse un desarrollo independiente en el marco de una creciente autodeterminación.
La autodeterminación es sinónimo de identidad y unidad nacional, de comunidad ecuánime y equilibrada, de participación del pueblo.
La Seguridad es relativa sin una Unidad Nacional. Ni los mejores deseos, ni el más acendrado patriotismo, ni la estrategia más correcta, podrá garantizar la Nación, si el requisito señalado no estuviera consolidado.
Para lograr tan alto y significativo objetivo, se hace necesario cumplir
con los principios básicos que hacen a un destino histórico. Para los argentinos, lo expresado significa:
En lo Filosófico. Asumir con autenticidad la filosofía cristiana.
En lo Político. La plena participación de toda la ciudadanía y la independencia de los factores foráneos.
En lo cultural. Defensa y acrecentamiento del acervo nacional; la vigencia de una política educacional integral e integradora; vigilancia sobre los medios masivos de comunicación social.
En lo Económico-Social. El pleno desarrollo de las potencialidades del país; la justa distribución de la riqueza; la estructuración de un sistema social solidario.
En lo Científico-Tecnológico. El desarrollo de la investigación autónomo y la formación de recursos humanos en los distintos niveles y campos, que sean prioritarios para lograr una creciente autodeterminación.
En lo Militar. La estructuración de FF.AA. modernas, ágiles, con una profunda doctrina política, una clara doctrina profesional y bien dotadas por una logística nacional.
En lo Geopolítico y Estratégico. La adopción de una doctrina geopolítica nacional y un planeamiento estratégico que asegure, al más corto plazo, el logro de los objetivos perseguidos.
En el campo de la acción. Una clara decisión ejecutiva, que permita revertir en el menor tiempo posible la situación en beneficio de los grandes objetivos nacionales, para el logro de una real y efectiva Seguridad Nacional.
Todo ello, teniendo el claro objetivo de cumplir la metas que conduzcan a la autodeterminación.
Cuando hayamos conseguido este propósito, habremos alcanzado nuestra máxima seguridad y un grado apreciable de poder de disuasión, que es parte de la máxima seguridad.
Puede ser que ésto todavía esté lejos, pero sepamos que prevalecerán los que saben luchar sin desfallecer. Por ello recordemos la sentencia del Padre de la Patria, José de San Martín: "Para los hombres de coraje, se han hecho las empresas". Corolario Sobre la Seguridad Nacional Sin duda el problema de la Seguridad Nacional atañe a toda la comuni-
dad, aunque la reflexión sea por ahora de carácter incipiente en ámbitos no
militares. Sin embargo, por ser la Seguridad un problema social, interesa a
toda la sociedad políticamente organizada. Por esta razón su consideración
y análisis ha invadido a círculos académicos de las Universidades, a espe-
cialistas de las ciencias sociales y políticas e incluso ha despertado el interés
de la generalidad del público.
No obstante, es la Iglesia, la que en un señero esfuerzo de reflexión, ha
tratado de desarrollar una concepción de la Seguridad Nacional desde el
punto de vista teológico, filosófico y social, presentando un enfoque nove-
doso, superior y trascendente. La Conferencia Episcopal Latinoamericana
(CELAM) en Medellín y sobre todo la reciente de Puebla, han marcado
pautas basadas en un proceso de experiencias acumulativas, de evaluación y
de ideas maduras con solidez.
La elaboración doctrinal de la Iglesia representa sin duda alguna, el hito
contemporáneo más valioso y ponderable sobre el concepto de Seguridad
Nacional, fundado en el deber ser de la Seguridad para el servicio trascendente
del bien común y el desarrollo de las personas y Naciones.
Las reflexiones y estudios se encuentran en un claro proceso de aceleración y concientización, las investigaciones y experiencias aún no están agotadas Ninguna Nación del Mundo Cristiano y menos aún católica, podrá
desconocer la etapa alcanzada, plantearse las críticas consecuentes, e interpretar debidamente la concepción clarificadora que brinda la Iglesia.
La Iglesia Católica reconoce y valoriza el significado político de la Se-
guridad Nacional, pero lo engrandece con un sentido ético, moral y social,
casi siempre ignorado, desconocido o subalternizado por intereses par-
ciales.
La Seguridad Nacional es por igual un objeto del Estado y una doctri-
na. De aquí en más deberá ser considerada y revisada globalmente, según
las reflexiones y pautas doctrinales de la Iglesia Católica.
Esto pasa a ser un hecho universal, y en mayor o menor grado, nadie
podrá desconocerlo.
Para una Nación independienteo que pretende serlo, la Seguridad Na-
cional es un deber y un derecho inexcusable e irrenunciable. La legitimidad,
así como la ética y moral estarán certificadas, cuando en un marco de justi-
cia, libertad y ejercicio del bien común, provea a la comunidad nacional de
la garantía para su preservación y desarrollo.
"La Seguridad Nacional se requiere para hacer posible no sólo la su-
pervivencia del Estado, sino la obtención del bien común y del desarrollo
del mismo y por esta razón no constituye la seguridad nacional un bien en
sí, sino un medio que debe ordenarse al bien de la persona humana" (Mon-
señor José Manuel Santos — La Seguridad Nacional, Condición del Bien
Común).
"Un sistema de seguridad sólo puede funcionar en la medida en que la
ciudadanía se identifique estrechamente con el interés general de la so-
ciedad, no solamente desde el punto de vista de comprender la interdepenencia existente, sino también, y sobre todo, desde el punto de vista de señarse partícipe en los destinos de la Nación. Un enfoque de seguridad que sistemáticamente excluya a los grupos sociales de su participación en el proceso nacional, en su más amplio sentido, está irremediablemente destinado a fracasar".
"Entre otras implicaciones, esto significa que en un marco de seguridad efectiva una minoría no puede aspirar a imponerse sobre la mayoría;
igualmente significa que la minoría no puede ser abusada por una mayoría,
Sin reacción social generalizada no hay certeza de seguridad; sin participación efectiva no hay reacción social; de ahí que la seguridad necesariamente
debe ser imparcial". (Francisco Orrego Vicuña — Libertad y Seguridad Na-
cional).
Un estado logra un alto grado de seguridad, cuando ha obtenido el
concurso que confiere la legitimidad sociológica y política. Esta última, es el
factor fundamental que asegura la institucionalidad de un régimen. La
seguridad pasa a ser así; un medio fundamental de la política.
No existe seguridad sin desarrollo sostenido en procura de la autodeterminación creciente. Seguridad y desarrollo son dos conceptos y dos acciones
interdependientes, simultáneas y fundamentales en el accionar político del
Estado Nación.
Síntesis:
La Doctrina de Seguridad Nacional no constituye un compartimento
estanco de las esencias nacionales ni un factor aislado de la realidad políti-
ca. Abarca la totalidad de las acciones emprendidas en el seno de la so-
ciedad, para preservarla de los agentes extraños a su ser y permitirle su
transformación y trascendencia (Intereses vitales de la Nación).
La Seguridad Nacional estará garantizada cuando la coherencia del sis-
tema socio político este concretado, las organizaciones intermedias actuen
dentro de un régimen de libertad y representatividad y la ciudadanía toda se
base en una filosofía de verdad y justicia.
Más allá de las acciones del Estado, la verdadera seguridad se asienta
en la capacidad de autodefensa del sistema socio político implementado.
Para los argentinos, este sistema será la filosofía cristiana de vida, asu-
mida con plena autenticidad, en especial en la doctrina social de la Iglesia,
en la consolidación de la Cultura (espiritual-material) y en la justa represen-
tatividad de los habitantes en la cosa pública.
Cuarta
Parte
LA GEOPOLÍTICA
Y EL PROCESO SUDAMERICANO
La idea de autodeterminación posee dos requisitos a cumplimentar. El primero se
refiere a evitar la alineación ideológica, sea cual fuere ésta. El segundo, tiende progresiva y decididamente a romper el sometimiento con el factor externo. Sólo un enfoque objetivo de la realidad, libre de esquematismos, compromisos y preconceptos, puede permitir enfocar los problemas desde el punto de vista del interés nacional independiente.
Indo Hispano América Antecedentes Históricos
Bases para un proyecto.
Todo intento para elaborar un proyecto de autodeterminación
asentarse en hechos históricos, en la realidad circundante y en la probable
evolución de la situación mundial. La autodeterminación es un proyecto re-
alizado sobre bases políticas y estratégicas a largo plazo.
Desconocer el pasado, soslayar el presente, significara errar el futuro.
Cada país vive una situación particular que podrá semejarse a otras,
pero que siempre conserva rasgos propios (caso América Latina).
Cada pueblo posee una personalidad que lo diferencia de los demás.
Aprovechando sus virtudes y neutralizando los factores negativos del ser
nacional, se hilvanará un modo de acción valedero y positivo.
El pasado histórico develará la génesis nacional, los valores políticos y
estratégicos del espacio ocupado y la idiosincrasia de la comunidad. La his-
toria es como la madre, nadie puede renegar de ella sin autodegradarse. A la
historia hay que interpretarla, asumirla en su verdadera dimensión, no
equivocar su mensaje, ni pretender soslayar sus hechos. Sus enseñanzas nos
dirán de donde venimos para ubicarnos en la actualidad y diseñar el rumbo
del mañana. Ella nos podrá ubicar en lo que fuimos, lo que somos y lo que
podríamos ser.
La realidad circundante nos proporcionará todos los. factores y elemen-
tos usuales y nuevos que inciden sobre la situación coyuntural. La coyuntu-
ra se nutre del ayer, pero a la v ez alimenta el mañana. Por esta razón no de-
be despreciársela.
Muchas veces por no dimensionar adecuadamente los valores actuales
se perdieron posibilidades futuras. Por otra parte, los aciertos y los yerros
de hoy, son la simiente de la situación del mañana.
La coyuntura marca la fase en ejecución del proyecto, la etapa cierta
del proceso, el momento real del desarrollo.
Historia y coyuntura son inseparables, tanto desde el punto de vista
estructural como operativo. Porque la historia fue coyuntura y la coyuntura
será historia.
Así como la historia pontifica sobre la filosofía del movimiento, la coyuntura es el estado para catapultar o hundir la empresa.
Cualquier yerro que se produzca en cualquiera de ambas, historia o coyuntura, significará fracasos.
La interpretación de la historia para elaborar un proyecto para la autodeterminación es fundamental. La acertada elección de los modos y medios
en la coyuntura, serán esenciales. La coyuntura tiene como marco insoslayable, el largo plazo.
La estrategia política se compone de ambas, la historia es la esencia del plan señala los objetivos; la coyuntura determina la operatividad inmediata.
Las etapas históricas
El concepto de liberación no puede estar sujeto a interpretaciones sub-
jetivas ni a relatividades de enfoque.
Liberación es, ante todo, capacidad para autodeterminarse, para elegir
modo y medio de vida, para asumir el propio destino.
Hoy es el punto de partida, el objetivo y fin de la lucha. Los elementos
y las maniobras forman parte de la estrategia a seguir y de las tácticas a de-
sarrollar, para ir logrando metas intermedias, conformando de esta manera
un proceso coherente y realista.
Todo análisis se basa siempre en un conocimiento primario, único, a
partir del cual se generan alternativas y variantes que se deberán considerar,
a fin de ir adoptando rumbos ciertos.
La estrategia a adoptar deberá estar referida a cada caso particular.
Deberá descartarse la sumisión a modos de acción o modelos practicados en
otros pueblos y regiones. No existen casos iguales.