Ediciones tematica s. R. L. Buenos aires



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Delinear una teoría geopolítica para la República Argentina, en forma
aislada, unilateral, segregándola del contexto Sudamericano, no sólo reca-
ería en la concepción liberal, sino que negaría una realidad incuestionable.
La Argentina es parte indisoluble e inseparable del continente, como tal, la
entelequia sudamericana no puede ser segregada en ninguna de sus partes.

Es aquí donde radica, casualmente, el error de los imperialismos, y en


particular lo que más nos duele, la equivocación conceptual en que incurre
Brasil, al montar una política y estrategia al servicio de una dominación su-
bimperial como paso previo al liderazgo o hegemonía en Sudamérica. Pri-
mero porque desconoce toda una dinámica de liberación que anida en los
pueblos hermanos, incluso en el propio, y pretende subyugarlos; segundo,
porque se basa en la perniciosa balcanización política ideada por los opreso-
res; tercero porque desea proyectarse a expensas de los Estados sudamerica-
nos en vez de crear una estructura de complementación realista, respetando
los derechos de los pueblos; cuarto porque continúa en la idea de conside-
rarse con capacidad para ello, desconociendo y obviando la visión histórica
que indica que las naciones del continente poseen una raíz y un destino co-
mún; quinto porque persevera antihistóricamente, reeditando designios im-
periales de las casas de los Borbones y de Braganza, a siglos y miles de kiló-
metros de distancia, sin comprender la realidad geopolítica continental y la
necesidad imperiosa de unidad de sus pueblos para el logro de sus objetivos
de justicia. Esto sin considerar "el proceso contra el tiempo" que está reali-
zando la dirigencia brasileña a costa de sus masas populares.

Como se ha expresado, la Argentina forma parte de Sudamérica y co-
mo tal debe concebirse toda idea geopolítica. Este es el punto de partida,
premisa histórica sustentada por la Doctrina Sanmartiniana.


Esto significa que la suerte de Sudamérica es la suerte de la Nación Ar-
gentina
y la suerte de la Argentina, podrá ser la suerte de Sudamérica.

Esta concepción es negada por la línea liberal, que buscó permanente-

mente colocar al país como el "favorito del rey de turno", soslayando
incluso en oportunidades, desconociendo o vulnerando la unidad del conti-
nente. Esta es la política del Atlántico, oportunista, arribista, en desmedro
de la idea continental monolítica. Es el modo de acción de "cortarse solo"
en busca de privilegios y oportunidades egoístas. La línea liberal del Este
también se esconde detrás de declamaciones folklóricas que tienden a crear
un clima de engaños y adormecimiento. Tal es, por ejemplo, la declaración
de la "integración latinoamericana", que confunde pero que en el fondo es
un medio del imperialismo, al reunir a todos los países del continente según
las reglas de juego de la Casa Blanca. La "integración", de acuerdo a las
reglas de los mercados controlados por el capitalismo yanqui, de la división
del trabajo establecida por Washington, de la organización, equipamiento,
adoctrinamiento y misiones de los ejércitos según el Pentágono. Los
pueblos del continente deben estar advertidos de esa "integración", que
juega como una gran trampa para dirigentes incautos y premia a otros que
no lo son.

En este sentido la "integración económica" que se ha ensayado hasta


ahora, se presenta conducida por una dirigencia norteamericana a fin de sa-
tisfacer sus propios intereses, resultando un producto forzado por la gene-
ralización y por la imposición de normas foráneas, que no conforman las
necesidades ni los derechos de los países del continente.

Por esta razón debemos formular una estrategia precisa, posible, posi-


tiva, que tienda a desvirtuar y quebrar la maniobra del imperialismo opo-
nente.

La vertebración americana la logran los Incas, los virreinatos españoles
y la gesta de los Libertadores. La acción triunfadora de los liberales, decan-
tó en la América invertebrada e indefensa.


Un caso particular ha presentado y sigue presentando Brasil. Este país,
heredero del imperialismo lusitano, se transforma en imperio y afines del
siglo XIX en República. Es la nación que mantiene la esclavitud en el conti-
nente por mayor tiempo, la que inicia y continúa por mandato de su metró-
poli la lucha contra el mundo Indohispánico; la nación que lanza los ban-
deirantes destructores de pueblos y traficantes de indios. Por su historia, su
lengua, su cultura misma, la clase dominante brasileña no está integrada en
la América Hispana.


Anhelamos que esta situación se revierta en función de una acción soli-
daria y en mérito al logro de una unidad para desempeñar un papel activo
en el concierto internacional.


SUDAMERICA INDOHISPANICA es un pueblo fragmentado en di-
ferentes Estados, pero su génesis, su vida y sufrimientos enseñan que es una
clara entelequia.


Los pueblos libres de América del Sur no nacen a partir de 1810, sino
que existían desde mucho antes. Los antepasados se remontan a cerca de
cuatrocientos años, sedimentados con los siglos en la raza criolla, que se


forma de la amalgama de las civilizaciones indígenas e hispánicas. Los
pueblos poseen matices diferenciados, pero también tienen un común deno-
minador: la lengua, la raza, la religión, el espíritu libertario y democrático,
el destino común.


"América Latina constituye el espacio histórico donde se da el en-
cuentro de tres universos culturales: el indígena, el blanco y el africano,
enriquecidos después por diversas corrientes migratorias. Se da, al mismo
tiempo, una convergencia de formas distintas de ver el mundo, el hombre y
Dios y de reaccionar frente a ellos. Se ha fraguado una especie de mestizaje
latinoamericano". (La Evangelización en el presente y en el futuro de
América Latina - Documento de Puebla - 307). "América Latina tiene su
origen en el encuentro de la raza hispano-lusitana con las culturas preco-
lombinas y las africanas. El mestizaje racial y cultural ha marcado funda-
mentalmente este proceso y su dinámica indica que lo seguirá marcando en
el futuro" (i. ob. cit. 409).


Si el origen es común, si la vida tiene una constante unificadora, es po-
sible el futuro único.


La República Argentina es parte de un todo, es un gajo del árbol, es un
miembro de la familia. Lo que se considere por separado, lo que se intente
enfocar en forma individualista, sectaria, carecerá no sólo de mérito, sino
también de futuro.


La única forma de neutralizar y rechazar la acción imperialista que so-
portan los pueblos sudamericanos, es unirse en los hechos, aliarse en lo
político-económico, hermanarse en lo militar.

El continente sudamericano debe presentar un frente único, compacto,


homogéneo, irreductible. Los pueblos deben saber que seguir con rencillas
domésticas, creadas e incentivadas por el imperialismo, les proporcionará
un destino oscuro de dominación y subdesarrollo. La Confederación es ne-
cesario estructurarla cuanto antes, pero a la luz de un enfoque original en
cuanto a una nueva concepción de vida, pionera en cuanto a proyectos de
un nuevo mundo, valiente en cuanto a afrontar la verdad sin miedo, con es-
peranzas, porque se sabe que se está en el camino de la justicia. Una comu-
nidad sudamericana sin exclusiones, con claros objetivos, adecuada a un
Proceso mundial dinámico y crítico.

De esta manera, una América integrada por un sistema político origi-
nal, una estructura económico-social justa, que se conjugue en el concierto
mundial, delineada por una estrategia solidaria, se erigirá como una fortale-
za civilizadora, por cuanto representará un modelo genuino, avanzado y
Proyectivo.

De esta manera como toda civilización con fines superiores; tenderá


siempre a expandirse e imprimir su sello directivo. La ley geopolítica develada a través del devenir, cumplirá con la inexorabilidad de su naturaleza histórica. Por otra parte, las civilizaciones fuertes han sido siempre decantadas por el tiempo y la lucha, sedimentadas por procesos difíciles y concientiza-

das por el sacrificio de muchas generaciones, tal como viene cumpliéndose


en el largo y antinómico proceso sudamericano.

Toda civilización se asienta, fundamentalmente, sobre estructuras cier-


tas, referidas a lo espiritual y a lo material. El espíritu es lo esencial, sin él
no puede haber civilización superior. El espíritu sudamericano presenta to-
das las condiciones y virtudes necesarias para servir de principio, medio y
fin a tan magna empresa.

Por otra parte, la conformación de una cultura enmarcada en una civi-


lización proyectiva, coadyuvará en la determinación del destino sustantivo.
Porque sin esa civilización no podrá haber "destino sustantivo".

En la medida en que los pueblos sudamericanos sepan y puedan crear la


civilización referida, entrarán prioritariamente en el concierto de otras na-
ciones y continentes.

Una estructura americana superior, contiene indefectiblemente una
concertación político-económico-jurídico-militar revolucionaria, que per-
mita afrontar las contingencias que se avecinan y provoque, por lo menos,
la esperanza renovada de un mundo mejor.


Para Sudamérica la grandeza es la integración confederada, totalizado-
ra; etapa previa indispensable para la liberación. La desintegración es servi-
dumbre; la confederación es el camino de la liberación.


El objetivo final de la teoría geopolítica Argentina, será la unidad
política sudamericana.

Esta idea está basada en la historia. Debe proyectarse sobre las directri-


ces estratégicas que dieran origen y desarrollo a la vida americana. Su funda-
mento está constituido por la columna vertebral de Los Andes, complementa-
da por las vías de comunicación que integran todo el sistema geográfico.

En el Cono Sur, la Cuenca del Plata constituye el complemento natural


de la "espina dorsal andina". Cordillera y Cuenca se implementan y rela-
cionan con la organización geográfica subsidiaria de ambas partes, las me-
setas, valles, sierras, llanuras, que como inmenso damero constituyen un
gran sistema histórico geográfico.

La concepción del Atlántico (Insular) es la "Patria Chica". La Argen-


tina aislada, unilateral, marchando a espaldas de sus hermanos americanos.
Es el proyecto liberal de la dependencia y alienación.

La concepción de Los Andes (Peninsular) es la Patria Grande. Significa la idea americanista, que comienza por lo nacional, transcurre por lo re-
gional y deriva en lo continental. Se basa en una conjunción hermanada,
férrea y grandiosa. Es el proyecto geopolítico para la liberación.

Porque hoy en día, la liberación no es viable en forma aislada o unilateral, sino en conjunto, comunitariamente, con la unidad de fuerza que proporciona la hermandad de destino.

Porque la génesis de la independencia y el desarrollo sudamericanos indican que mientras la evolución se asentó en la heredad histórica, fue positiva, desmembrándose cuando las clases dirigentes liberales adhirieron a la importación cultural atlántica.

La situación, a largo plazo, ha de cambiar; las naciones y continentes
variarán sus formas y contenidos. Por ello, para concebir objetivos habrá
que imaginar con coherencia un cuadro prospectivo que permita diseñar
políticas y estrategias acertadas. Estas deberán basarse en metas inmediatas
y mediatas. Las primeras, deberán servir de etapas de avance para lograr las
segundas.

Cada país es un caso particular, por lo tanto cada uno deberá idear un


planeamiento que tienda a la integración continental.

Dentro del panorama actual, se destaca nítidamente una realidad: ésta


es, el cambio de creciente celeridad que va superando inexorablemente al ac-
tual "statu quo".

A lo largo de la vida continental se han producido acontecimientos de


bases populares, muy elocuentes sobre el sentimiento que anima a las so-
ciedades nacionales, de unidad y solidaridad. La recuperación argentina
sobre las Islas Malvinas atestigua lo expresado, plasma una realidad y espe-
ranza el futuro de la Patria Grande. Si hasta ahora la concreción no ha sido
posible, fue por la acción disociadora y perniciosa de los factores extracontinentales, aliados con sectores decimonónicos y transculturizados de las
distintas comunidades latinoamericanas.

El signo de los tiempos es significativo, porque marca claramente que


la integridad política continental es decisiva y que la misma sólo ofrecería
éxito en la medida que el desarrollo económico se haga simultáneamente
con el progreso social.

El futuro de los pueblos sudamericanos exige la creación de una nueva
sociedad política, que se erija como modelo salvador para la humanidad, en
este momento crucial de su vida.

El desafío geopolítico del siglo XX, es para los argentinos la consolida-
ción de la Unidad Nacional, sobre la base de la creciente autodetermina-
ción; y para los sudamericanos la integración de los pueblos para la libera-
ción.


La estrategia para la integración
América Latina posee cierta característica, que a través del proceso his-
tórico, mantienen inalterable su naturaleza.

Estos rasgos denotan una peculiar situación de las Naciones America-


nas en relación al factor externo, que las condiciona según sus intereses; y
al factor interno, que denota en mayor o menor grado la alineación cultu-
ral y económica de sus capas dirigentes con los poderes extranacionales.

El estancamiento latinoamericano adquiere un carácter histórico desde


el momento que se origina en los albores de la independencia y se mantiene
dentro de márgenes de un relativo crecimiento en relación a otros Países y
Continentes.

Por otra parte, la marginalidad Político-Geográfica dentro del proceso


mundial, ha colocado a América Latina en una situación irrelevante, en
cuanto a las grandes decisiones del orbe, que la "descoloca" internacional-
mente, a la vez que ocasiona una creciente desproporción entre los sectores
pudientes minoritarios y la masa de bajos recursos. La marginalidad que
sufre este último sector, se ensancha y acentúa a medida que la concentra-
ción de riquezas se va concretando.

"Las veinte repúblicas latinoamericanas tienen un problema actual ur-


gente y formidable que les es común. Este problema que sigue en importan-
cia al de evitar la autoexterminación, es el primer item en la agenda de casi
las tres cuartas partes de la raza humana de hoy en día. Es el problema co-
mún de los llamados países "subdesarrollados", y no se trata del problema
económico de dotar de elementos a la ciencia moderna aplicada a fin de
aumentar la productividad de un país. Es el problema de la justicia social, y
ocupa el primer lugar porque si falta la justicia social, un aumento de ri-
queza acumulada sólo hará una injustamente rica minoría más rica que
nunca, en tanto se deja a la mayoría pobre sin mejora alguna y relativamen-
te más pobre (Arnold Toynbee: Entre el Maule y el Amazonas - Indoaméri-
ca).

Pero la característica más evidente es, sin lugar a duda, la dependencia y


la desnacionalización
que acusan consuetudinariamente los Países Latino-
americanos. Este rasgo se produce preponderantemente en el factor cultural
y económico. La interdependencia de estos factores ocasiona una situación
difícil de revertir, incluso de conflictiva percepción y evaluación.

América Latina aún continúa fuertemente aferrada por los mitos del


ideologismo que no le permiten encontrar su propia identidad y solución.
En la medida que se fortalezca la autenticidad, se aúnen los esfuerzos comu-
nitarios, se transformen las élites de turno ideologizadas y se enfoquen los
problemas en forma política, con madurez y pragmatismo, Latinoamérica
irá encauzándose por el camino de la creciente autodeterminación.

Para ello habrá que articular una estrategia global, sostenida y coordi-


nada permanentemente en sus detalles, para que el avance hacia la integra-
ción, no se vea detenido ni neutralizado.

Es notorio un desfasaje entre las ideas latinoamericanas y el comporta-


miento de los acontecimientos políticos y económicos del mundo. No existe
una respuesta efectiva en el continente a las implicancias de la situación, en
consecuencia, es dable pensar que las clases dirigentes actúan dentro de un
vacío intelectual, que se hace imprescindible llenar. Este aporte deberá tener
presente, entre otros, la consecución de pautas para neutralizar efectiva-
mente a los factores y presiones externas que accionan sobre el continente,
el logro de una mejor estructura económico-social y líneas de acción ten-
dientes a alcanzar un mayor apoyo, con el grupo de países periféricos.

El desarrollo tecnológico autónomo, es una alternativa indispensable


para promover los objetivos políticos que se persigan. Es importante fundar

una capacidad continental para enfrentar la acción inversionista extranjera


y la presencia de las transnacionales normalizándolas a través de convenios
regionales y continentales en cuanto a su actividad, aportes y beneficios.

Es importante revitalizar la idea nacionalista, regionalista y continenta-


lista que dé sustento a un espíritu solidario y concientice cada vez más,
sobre el papel de los pueblos Indo-hispano-americanos frente al mundo.

El continente debe ser defendido de las acechanzas y amenazas que


provienen de distintos poderes mundiales, que buscan parcelarla aún más,
ocupar sus espacios vacíos, y alinearla a sus producciones y mercados.

Frente a esta realidad, la concepción y la operatividad sudamericana es


obsoleta, requiere un replanteo global, sobre la base de las identidades na-
cionales, consustanciadas con la unidad continental.

La integración se logrará fundamentalmente a través de modos de ac-


ción comunitarios, de complementación regional (integración de Polos de
desarrollo) que abarque los distintos campos (cultural, tecnológico, econó-
mico financiero). A medida que esta fase sea lograda, la instrumentación
institucional se verá facilitada y consolidada.

Los objetivos deberán tender a satisfacer la autonomía en materias pri-


mas, en mercados, en desarrollo tecnológico y científico la integración so-
cial y un grado adecuado de poder militar, que permita la seguridad del sis-
tema (poder de disuasión).

La viabilidad de la estrategia, se encuentra en la concientización conti-


nental de la Unidad. La Unidad debe surgir del ideal o surgirá, tal vez
tardíamente, de una necesidad de supervivencia.

La estrategia, no podrá desconocer la escena mundial ni el proceso in-


terno de los Estados.

La situación mundial servirá de índice para utilizar continuamente de


la dialéctica que generan las superpotencias, a fin de aprovechar los errores
y limitaciones de éstas, en beneficio regional.

El proceso interno de los Países deberá graduarse para disminuir las di-


ferencias relativas de desarrollo y compatibilizar los intereses comunes de la
región y el Continente.

Con estas pautas, la estrategia podrá estructurarse sobre bases pragmáticas y trascendentes. Lo demás, se dará por añadidura.

Sin embargo, este modo de acción, implica riesgos a veces inadvertidos, otras con pleno conocimiento de que responde a intereses no nacionales.

La búsqueda de la ampliación de mercados exteriores, sin la debida solidificación del mercado interno, en circunstancias en que la producción primaria


e industrial se encuentran en grave crisis, en momentos en que las importaciones
sustituyen a los productos nacionales y que éstos, no pueden
competir con beneficios en el marco del comercio internacional, significa, o
una gran estolidez política fruto de la mediocridad o ignorancia, o bien una
deliberada entrega del país a los designios de los poderes extranacionales.

La integración con mercados extranjeros, sin que previamente se haya


logrado la integración interna, representa el grave peligro del desentrañamiento creciente de la capacidad de decisión nacional, que entregará sus
fronteras económicas gratuitamente a sus tradicionales enemigos históricos,
a los cuales confunde como aliados.

La integración manipuleada desde el exterior por los intereses de las


transnacionales con el concurso del "cipayaje" vernáculo, saben disfrazar
sus intenciones detrás de supuestas conveniencias de progreso regional, de
comercio floreciente, de cancelaciones de tasas aduaneras etc., mientras en
realidad, se introduce a los países en una producción de escala, se los parce-
la, divide y debilita el poder del Estado, en beneficio exclusivo de los intere-
ses de las poderosas empresas multinacionales y una minoría financiera y
mercantilista regional.

Sólo claros conceptos geopolíticos, prevendrán la defensa de la sobe-


ranía. En este sentido, para un País en serio, el primer concepto geopolítico
transita por su interioridad.

Características más salientes del Continente Sudamericano
La situación geopolítica en el Continente Sudamericano, evidencia en
las postrimerías del siglo XX, características de clara notoriedad y trascen-
dencia, que la República Argentina no debe desconocer.

Estas peculiaridades se enmarcan en un proceso histórico de rápida


transformación, signando el panorama con singularidades complejas, anti-
nómicas, irregulares e inestables.

Entre las características más salientes debemos anotar las siguientes:



  1. Campo de lucha ideológico y económico de las superpotencias, poten-
    cias industrializadas y multinacionales. Continente reservorio de ali-
    mentos y de expansión de mercados para los países industriales.

  2. Progresivo contraste con el mundo industrializado.

  3. Situación emergente de Brasil como potencia económica.

  4. Despegue de Venezuela como potencia financiera.

  5. Ruptura del equilibrio político a favor de Brasil.

  6. Situación social en transición hacia estadios progresivos de participa-
    ción.

  7. Profundización de la religiosidad en las masas.

  8. Inestabilidad política y agotamiento de los sistemas.

  9. Intentos de concretar la integración continental independiente a través
    de acuerdos y organismos comerciales (ALALC - ALADI - Pacto Andi-
    no).

  1. Marginación político-social de las masas, por parte de dirigencias elitis-
    tas.

  2. La persistencia en el entendimiento bilateral entre las naciones.

  3. Existencia de acuerdos regionales no integrados que intentan dirimir

supremacías (Tratado Cuenca del Plata). (Pacto Andino-Tratado del
Amazonas).

  1. Creciente conciencia político-social de las masas y relevo generacional
    acelerado de las dirigencias.

  2. Irrupción de La Argentina en la lucha anticolonialista (Guerra de Las
    Malvinas)

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