Requerimientos de higiene y seguridad en la fabricación. Esta exigencia, producto de la educación del consumidor, probablemente siga en aumento con requerimientos cada vez mayores acerca de controles de calidad y en general garantías para el público final.
Otros aspectos que están en proceso de evolución tienen que ver con el papel que cumple la alimentación en el ritmo de vida familiar y en sus contactos. Los grupos señalan que se ha ido perdiendo progresivamente el hábito de realizar las comidas en conjunto, como parte del momento de encuentro familiar. La diversidad de los horarios, la complicada serie de actividades que cada uno realiza fuera del hogar, dificulta los encuentros. Al mismo tiempo, esto transmite una valoración menor de esos encuentros, dado que la asignación de tiempo supone elecciones: no es solamente el trabajo lo que obstaculiza la comida en familia sino el gimnasio, los amigos, otras actividades de tiempo libre.
Esto no sería privativo de nuestra sociedad. Veamos el comentario de Prost y Vincent sobre este fenómeno en Francia: "Ayer los ritos de la alimentación (desayuno, almuerzo, cena) ritmaban la vida familiar. Hoy en día la alimentación se encuentra cada vez más sometida a las obligaciones del trabajo. [...] Tiempo corto de absorción, tiempo breve de preparación. Conservación, congelación, pasteurización, [...] han transferido hacia atrás, hacia la fábrica, las tareas que ayer se realizaban en la cocina. El tiempo "falta", puesto que es conveniente darse "prisa", estar "desbordado", para lograr la consideración del otro".
Estas observaciones son interesantes porque ponen el énfasis en algo que va más allá de la alimentación en sí misma, y que tiene que ver con el significado social del cocinar, de la organización del tiempo en la familia. No es solamente no "tener" tiempo para preparar la comida o compartirla en familia, sino que los cambios en los hábitos se asociarían con una diferente valoración de ese tiempo: tal vez se asigne prioridad a otros contactos sociales, tal vez a otras actividades que tienen que ver con el creciente individualismo.
Estos aspectos provocan preocupación en algunos sectores que advierten con nostalgia una pérdida en cuanto a los significantes emocionales de la alimentación, de su simbolismo como contenido (sabor, placer, una mayor libertad y una menor crítica vs. un concepto de "salud" que puede conducir tanto a la pérdida de sabor como a la incorporación de culpa), y como situación (de ritual afectivo-social que se respeta cada vez menos). Pero las nuevas generaciones, perciban con nostalgia o con naturalidad la inevitabilidad de este proceso, consideran que trasciende a la alimentación misma para formar parte de los nuevos estilos de vida.