El idiota
Un hombre llegó con un saco de trigo hasta un molino. Cuando vio algunos sacos de harina en el lugar, comenzó a sacar harina de los mismos y a ponerla en el suyo. El molinero, al ver la operación, preguntó:
-Pero ¿qué haces?
-Soy un idiota y actúo según mi pobre juicio.
-Si eres un idiota -replicó el molinero-, ¿por qué no coges trigo de tu saco y lo echas en los demás sacos?
El hombre repuso:
-Porque soy un idiota común y para hacer lo que tú dices tendría que ser un gran idiota.
Comentario
El mundo está sobrado de idiotas comunes a los que tiene sin cuidado la dicha de los demás y que sistemáticamente se ejercitan en ocupaciones ilícitas. Ignoran por completo la recta conducta y proceden como si sólo ellos poblaran el planeta. Se apropian de lo que no les pertenece, utilizan la lengua como una daga para desacreditar a los demás, explotan y denigran; en suma, son ponzoñosos en pensamientos, palabras y actos. Gurdjieef diría de ellos: «Son su propio castigo; ¿qué otro castigo peor puede haber?».
Como todos los seres humanos podemos tener tendencias insanas, debemos autovigilarnos y tratar de adiestramos en superar la ofuscación, la avaricia y el odio, que siempre desencadenan acciones perjudiciales para los demás y para nosotros mismos, roban la serenidad y siembran discordia y desdicha. Se requiere lo que en la psicología oriental se ha denominado «el recto propósito», que debe desplegarse como la firme renuncia a cualquier tipo de malevolencia. Nos proponemos lúcida y voluntariamente mejorar en nuestra ética y despojamos de la avidez y la crueldad.
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