Eldiscípulo llevaba mucho tiempo atormentándose con una pregunta de orden metafísico: ¿tiene la vida un sentido definido? Apesadumbrado, acudió al mentor y le dijo desde la puerta:
-Maestro, tengo una pregunta esencial que hacerte.
Y el mentor dijo:
-Sal.
Comentario
Muchos maestros se niegan a entrar en el juego intelectualmente alambicado del discípulo, porque saben que una guerra de opiniones y conceptos puede más bien enturbiar que esclarecer, confundir que aclarar. Así, se niegan a darle carnaza a la fiera conceptual e incluso llegan a la descortesía aparente para no ceder ante el discípulo y poner en jaque mate su elaboración intelectiva. Se puede tener una mente metafísicamente aguda, muy inclinada a la dialéctica filosófica, pero anclada en sus propias limitaciones conceptuales. Hay personas que tanto se instalan en ese lado de la mente que no logran abrir los ojos a otras potencialidades mentales, pero que operan de otro modo. Esa propia tendencia a la divagación metafísica puede ser un obstáculo para la comprensión clara y, como dice Santideva, «una mente desprovista de clara comprensión es como un colador».