Buda reunió a sus discípulos y les habló así:
-Así como en una casa con tejado de dos aguas, monjes, las vigas convergen en la parhilera, se dirigen por igual a ella, se fijan y se unen a ella, así también los estados mentales perniciosos están todos arraigados en la ignorancia, y se fijan y se unen a ella. Por eso, monjes, debéis disciplinaros así: «Viviremos juntos con vigilancia».
Comentario
Un antiguo adagio reza: «No hay otro pecado que la ignorancia», puesto que de la ignorancia básica o fundamental, también denominada ofuscación, surgen las opiniones equivocadas y los estados mentales más perniciosos. Precisamente, en la más remota Antigüedad nacieron los métodos de meditación para poder superar la ignorancia fundamental de la mente, que la somete a servidumbre, le impide proceder saludablemente y es el combustible de otros impedimentos o negatividades. Por ignorancia ponemos mucha energía en lo que no la merece y, por el contrario, la sustraemos de allí hacia donde deberíamos canalizarla.
Mediante el trabajo interior se disipa la ignorancia de la mente y, en la medida en que despierta la potencia de la claridad mental, la persona comienza a rectificar y a valorar lo realmente importante. Como dice Mateo: «El reino de los Cielos es semejante a un mercader que busca perlas preciosas. Cuando encuentra una de gran .valor, vende todo lo que tiene y la compra».
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