La mente
El discípulo, angustiado, acudió al maestro para rogarle:
-Por favor, maestro, tengo una mente que no me deja en paz. Cálmala.
-De acuerdo. Extiende tu mente ante mí y la calmaré.
-Pero es que cuando busco mi mente no la encuentro.
-¿Lo ves? -dijo el maestro-. Ya la he calmado.
Comentario
En las psicologías orientales de la autorrealización se ha insistido siempre en la necesidad de que la persona examine, observe y explore sus estados mentales y la naturaleza de los mismos, para comprobar su impermanencia, insustancialidad y su manera de surgir y desvanecerse, aprendiendo así la persona a no dejarse atrapar por sus estados mentales y sabiendo desindentificarse de aquellos que no son provechosos. Cuando uno se va adiestrando en esa minuciosa exploración, comienza a descubrir los contenidos de la conciencia, pero, sobre todo, la ausencia de un ego permanente. Cuando la persona vivencia la provisionalidad del ego y toma conciencia del surgir y desvanecerse de los procesos mentales, empieza a sentir un gran alivio al darse cuenta de que es posible evitar reacciones con respecto a los procesos mentales y se puede profundizar en el examen de la mente para eliminar sus obstáculos, desarrollar los factores de crecimiento o iluminación y ser más libre con respecto a los objetos de la mente.
Medítese sobre las aseveraciones de Padma-Sambhava: «En su auténtico estado la mente es clara, inmaculada, no hecha de nada; siendo hecha de vacío, simple, vacua, sin dualidad, transparente, sin tiempo, no comprensible como cosa separada sino como unidad de todas las cosas; sin embargo, no compuesta por ellas, de un solo sabor y trascendente a toda diferenciación».
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