El libro de la serenidad



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El tazón de Leche
El discípulo se lamentaba junto a su maestro:

-Ya ni siquiera encuentro disfrute en lo placentero. Mi mente está tan confusa e insatisfecha que incluso las cosas agradables han dejado de serlo para mí. Hasta lo deleitable se torna amargo.

-Cuando la mente no está equilibrada y no goza de serenidad, efectivamente no se puede disfrutar de nada -dijo el maestro.

-Pero ¿por qué?

-Lo entenderás mejor si haces lo que te digo. Busca un enfermo grave y dale un tazón de leche dulce. Después vuelve aquí y cuén­tame lo sucedido.

Aunque la idea era muy extraña, el discípulo decidió hacer lo que le pedía el maestro. En el pueblo se enteró de que había un en­fermo muy grave. Acudió a visitado con un tazón de leche dulce y se lo dio a beber, ayudándole a incorporarse lo necesario para to­mada. El enfermo, al probar la leche, hizo una mueca de asco y protestó:

-¡Qué amargo está esto!

Cuando el discípulo le contó el hecho al maestro, éste dijo: -¿Te das cuenta? Si la mente no está bien, nada está bien.


Comentario
El Dhammapada se abre con dos versículo s de extraordinaria significación: «La mente es la precursora de todos los estados. Ella es su fundamento y todos ellos son creados por la mente. Si uno habla o actúa con una mente impura, entonces el sufrimiento le si­gue del mismo modo que la rueda sigue a la pezuña del buey. Si uno habla o actúa con una mente pura, entonces la felicidad le si­gue como una sombra que nunca le abandona». De acuerdo con cómo se encuentra la mente, los acontecimientos resultan más gra­tos o ingratos y se pueden o no instrumentalizar para seguir apren­diendo y desarrollándose.

La mente siempre está con nosotros, incluso en sueños siguen funcionando sus deseos y temores. Es fuente de alegría y de triste­za, de fuerza y de debilidad, de amor y de odio. Cuando en la men­te hay ansiedad, zozobra y confusión, ni lo más deleitoso puede apreciarse; todo pierde su brillo, su energía, su vitalidad. Como ex­plico en mi obra Vencer la depresión, la persona deprimida, víctima de una mente abatida y anérgica (sin energía), no está capacitada para disfrutar de nada y en toda situación o lugar se siente mal.

Es esencial, por ello, cultivar, ordenar y ejercitar la mente. En el Bhagavad Gita se nos dice: «La ejercitación de la mente consiste en poseer un espíritu alegre y tranquilo, suave, en cultivar el silencio, el dominio de uno mismo y la purificación de las pasiones». Por su parte, el Yoga-Vasistha declara: «El demonio de la mente, una vez despierto, causa sufrimiento. Para experimentar el infinito gozo, es preciso aquietada enérgicamente».



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