Comentario
El proceso de la autoperfección conlleva un intencionado desplazamiento de lo aparente a lo real, de lo adquirido a lo esencial, la personalidad a lo que mora más allá de ella. Los sabios del anuo Oriente lo denominan «desligamiento»: es la capacidad de ¡vincularse de la imagen, de la burda máscara de la personalidad, del ego y sus grilletes, para instalarse en lo más real de uno mismo, que es a la vez personal y transpersonal, individual y total. Quién logra establecerse en su naturaleza real recupera una paz imperturbable y halla lo perdurable en lo mutable, pudiendo estar tan afincado en su yo real que no es arrastrado por sus procesos psicofísicos ni por las circunstancias exteriores. Podemos renovamos onces a cada momento, mediante el sabor de esa sutil energía, y entrar en comunión con todo lo animado e inanimado. Así es posible estar en este mundo y más allá de este mundo.
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