El liberado viviente
En cierta ocasión, varias personas fueron a cuestionar con mala intención a un liberado-viviente que habitaba en una modesta ermita, en compañía de una cabra de cuya leche se alimentaba. Le dijeron:
-No nos parece que seas un gran ser, porque nunca te entristeces ni te desasosiegas, ni te parece importante qué les sucede a los demás.
-No hay los demás y yo -dijo-. Todos somos uno.
-Pero la gente muere, tiene problemas, algunos sufren mucho...
¿No te preocupa nada de eso?
El sabio los miró en silencio, con una infinita paz en sus ojos. -¿Acaso eres insensible? ¿Es que no tienes corazón? -le preguntaron de mala manera.
Sin que la hermosa semisonrisa dejara de destellar en sus labios, el sabio dijo:
-Imaginad que estáis soñando. Soñáis que vais en un barco y que éste se hunde. En ese momento os despertáis. Os pregunto: ¿Volveríais a dormiros para avisar a los personajes de vuestro sueño?
Los malintencionado s se quedaron estupefactos, sin saber qué responder. El sabio añadió:
-Cuando uno despierta a la realidad suprema, comprende que cada ser forma parte de ella aunque él no lo sepa. Si se le puede ayudar y él lo permite, se le ayuda: eso es compasión, pero si no es posible, de nada sirve ahogarse con el barco de su ignorancia. Se puede amar sin pesadumbre; sabedlo.
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