El personaje de Ben al-YayyĀb (1274 – 1349)
Abū l-Hasan ´Alī b. Muhammad b. ´Alī b. Sulaymán b. Hasan al-Ansārí conocido bajo el apodo Ben al-Yayyāb, que significa «el que hace los descotes de las túnicas» o sea una especie de sastre especializado, nació en una familia que no destacaba en ningún aspecto.24 Opinamos así por el hecho de no ser mencionada su genealogía en la Al-Iháta fi Ajbār Garnáta en contra la costumbre de Ibn al-Jatīb, su escritor. Sin embargo, el noble étnico al-Ansārī nos hace sospechar que se trata de una muestra del declive de la aristocracia arábigo andaluza, objeto de las burlas de Malzīzī.25
Sobre su vida privada no se sabe gran cosa. Especialmente sobre su vida amorosa y el matrimonio, ya que no componía «nasīb», o sea, prólogos eróticos. De la Al-Iháta fi Ajbār Garnáta de Ibn al-Jatīb sabemos que tuvo por lo menos dos hijos varones. El mayor se llamaba Abū l-Qāsim y es él a quién dedicó dos trenos en cuáles lamentó su muerte. Obviamente, son los dos poemas más sinceros que compuso en su vida y en los que realmente se percibe el dolor por la muerte de su hijo preferido (anexo I, n1).
En cuanto a su formación, durante su juventud recibió el poeta una escrupulosa educación, primero por parte de su padre y luego por parte de una serie de eruditos, iniciada con «un terrible alfaquí»26 Ibn al-Zubayr, hombre que enseñaba en la Mezquita Mayor de Granada y que a su alumno dio la «Iyaza»27 general. Con él Ibn al-Yayyāb probablemente adquirió sus conocimientos jurídico-religiosos, que lo convirtieron en un ilustre alfaquí.
Como era normal en la enseñanza musulmana de la Edad Media, los alumnos viajaban para asistir a los cursos de determinados sabios. Tras leer un libro con un maestro, el alumno le pedía un certificado que afirmará que el alumno había estudiado tal libro. En el nivel más alto, se solicitaba una «iyaza» de diferente clase, donde certificaba la competencia del alumno para practicar la «iyihad» como «muftí», o para enseñar cierto libro o tema. En este segundo caso era habitual ir de ciudad en ciudad y pedir los certificados de varios maestros.
También Ibn al-Yayyāb viajó, siendo ya «kātib» del «diwān al-Inšá», para continuar su formación en Málaga. Allí, con Abū l-Hasan ´Alī b. Ahmad b. Muhammad b. Ahmad b. ´Alī b. Ahmad al-Ballūtī (1302-1303), estudió el Corán y sus siete lecturas. En su relación autobiográfica aparecen otros nombres, que son difíciles de precisar temporalmente. Son maestros magrebíes y orientales, que le debían dar la «Iyaza». Su enseñanza superior islámica cuenta con esas materias: ciencia de las lecturas coránicas, exégesis coránica, ciencias de las tradiciones, «Fiqh» y la ciencia desgajada del mismo, herencias, más conocimientos profanos (como poesía, prosa y lengua árabe, retórica, conocimientos jurídico-religiosos).
A pesar de ser un buen estudiante que con el tiempo logró ser un hombre de gran ilustración, nunca se dedicó a la enseñanza profesionalmente. Sin embargo, tuvo un grupo selecto de discípulos a quiénes les enseñaba trucos del oficio de «kātib», así como a Ibn al-Jatīb, que era su favorito, casi se podría decir un «hijo espiritual». Su relación fue bastante profunda y más después de perder a su querido hijo, e Ibn al-Jatīb a su padre, lo cual hizo su vínculo aún más sólido.
A saber, excepto a componer casidas «sultāniyyas» le confesó también algunos hechos de la corte, que le sirvieron luego a Ibn al-Jatīb como una fuente histórica para sus crónicas.
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