PREVENCIÓN DE LA DEPENDENCIA
EN LAS PERSONAS MAYORES
Isidoro Ruipérez Cantera
Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
Servicio de Geriatría del Hospital Central de la Cruz Roja. Madrid.
La discapacidad o dependencia puede producirse a cualquier edad, pero
sin duda alguna es en las personas ancianas donde su prevalencia es mucho
mayor. La conocida encuesta que sobre discapacidades, deficiencias y esta-
do de salud ha publicado el Instituto Nacional de Estadística, no deja lugar
a dudas: presentan alguna discapacidad el 4,6% de las personas que están
entre los seis y 64 años, y el 32,2% de aquellos que tienen más de 65 años.
Hoy ya existen evidencias científicas de que es posible comprimir la mor-
bilidad y reducir la dependencia. Se puede y se debe disminuir su inciden-
cia, su prevalencia y su intensidad.
El mantenimiento de la actividad física y mental y de los estilos de vida
saludables, son las principales medidas a tomar para disminuir la incidencia
de dependencia. El ejercicio físico ha demostrado las principales siguientes
ventajas: disminuir la incidencia de accidentes vasculocerebrales, de cardio-
patía isquémica, de fracturas y de osteoartritis. Como consecuencia, aumen-
ta la expectativa de vida total y la libre de incapacidad. Es, además, el
principal factor de riesgo modificable. Otros aspectos de vida saludables
son: el consumo moderado de alcohol, evitar el consumo excesivo de fár-
macos, mantener un peso apropiado, no fumar y tener unas relaciones so-
ciales adecuadas.
La prevención de las enfermedades crónicas es el segundo nivel de ac-
tuación para prevenir la discapacidad. Hoy en día existe evidencia científica
de que es posible intervenir para que la incidencia sea menor, sobre las
siguientes enfermedades o factores de riesgo que producen dependencia: la
hipertensión arterial, hiperlipemias, tabaquismo, obesidad, anticoagulación
en la fibrilación auricular, osteoporosis, osteoartrosis, depresión, déficit
sensoriales, etc. Los avances en estas medidas y las señaladas en el punto
anterior, llevan a constatar a diferentes autores que «las personas que actual-
mente sobreviven a los 80 años, tienen mejor salud y consumen menos
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recursos sanitarios, que las personas que de esa misma edad murieron en los
años sesenta».
Cuando la enfermedad aparece produce dependencia. Esta es la causa y
no la edad en sí misma. Los estudios indican que un tercio de los casos
suelen ser por osteoartritis, la mitad por ictus, problemas visuales, cardio-
patías y demencia, y el resto por múltiples causas como son problemas
vasculares periféricos, enfermedades pulmonares, depresión, diabetes, alte-
raciones auditivas, etc. De todas formas es cierto que una parte pequeña de
la dependencia que aparece, especialmente en los muy ancianos, no se jus-
tifica solamente por las enfermedades. Es este un importante campo de
investigación actual.
El diagnóstico y tratamiento eficiente de las enfermedades cuando apa-
recen, es el otro nivel de actuación imprescindible para limitar la prevalen-
da e intensidad de la dependencia. El momento cumbre en dicha actuación
es en la fase aguda de las enfermedades, especialmente cuando estas son de
alto poder incapacitante. Es necesario entonces una actuación correcta y
precoz. Muchas situaciones de enfermedad están en este caso. Un ejemplo
paradigmático son los ictus, tan frecuentes a pesar de haber disminuido su
incidencia como consecuencia de un mejor control de los factores de riesgo.
Las relativamente recientes unidades de ictus han disminuido la mortalidad
de la enfermedad en su fase aguda. Además las unidades de recuperación
funcional, en sus diferentes formas, han limitado el grado de dependencia.
Algo similar se venía haciendo desde muchos años antes en las salas de
geriatria de los hospitales, donde además no se limita la actuación por la
edad, cosa frecuente en las citadas unidades de ictus, sino por las posibili-
dades reales y factores pronósticos de recuperación. Hemos podido demos-
trar que esta diferente actitud hacia los más ancianos, se traduce en un
aumento de la dependencia por evidente actuación indebida. El problema
está en la insuficiente implantación de estas unidades geriátricas en los
hospitales españoles, algo difícilmente explicable desde la lógica científica,
humana y económica.
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