3.3. Dependencia
Pero, sin perjuicio de las propuestas efectuadas hasta este punto y que
son absolutamente necesarias para adecuar nuestro actual sistema de Se-
guridad Social, la realidad impone hoy avanzar algo más en el campo de
la protección social, para dar cobertura a una necesidad que no es nueva,
pero que por el acelerado proceso de envejecimiento de la población y los
cambios en las estructuras familiares está agudizándose en los últimos
tiempos y lo hará aún más en el futuro. Me refiero a la protección por
dependencia.
Esta necesidad social no es nueva, porque las personas con discapacidad
la han experimentado siempre, pero sin duda, su generalización y extensión
como consecuencia del crecimiento de la esperanza de vida, y las cada vez
mayores dificultades para su cobertura a través de los cuidados informales
en el seno de la familia, tradicional en los países mediterráneos, han hecho
que sea hoy, al fin, una cuestión que se sitúa cada vez más en primer plano
de la actualidad y que desde distintos frentes políticos, sociales y económi-
cos se inicie el debate sobre su cobertura.
EL IMPACTO DEL ENVEJECIMIENTO... 249
Así, diversos países europeos como Alemania, Austria, Luxemburgo,
Francia o Portugal contemplan ya distintas fórmulas de cobertura de las
situaciones de dependencia, en el seno de los sistemas públicos de protec-
ción, como una prestación diferenciada.
Y en nuestro país no podemos quedar al margen de esta tendencia,
cuando nuestras necesidades son similares a las de otros de nuestro entorno
y por el contrario, los medios que dedicamos a darle cobertura son sensible-
mente inferiores a ellos en todos los órdenes, como se deduce de la simple
apreciación de los datos de gasto social en porcentaje del PIB, publicados
por EUROSTAT, que reflejan, en 1998, una diferencia global con la media
europea de 6,1 puntos del PIB. Diferencia que, si consideramos sólo las
funciones vejez, invalidez y supervivencia, se sitúa en 3 puntos y que en
otras funciones relacionadas con la dependencia, como son la función fami-
lia o la de exclusión social, suponen también déficits de 1,8 ó 0,3 puntos del
PIB con esa media europea.
Por ello, la prestación de dependencia debe implantarse cuanto antes y
debe implantarse en el seno del sistema público de protección social y no,
como parece entreverse hasta ahora, desde la iniciativa privada.
Afortunadamente el reciente «Acuerdo para la Mejora y el Desarrollo
del Sistema de la Seguridad Social» parece haber rectificado esa tendencia
y sentado las bases para que, en el contexto del Pacto de Toledo, se analice
el tema de la dependencia por una Comisión de Trabajo, con concurrencia
de las Administraciones Central, Autonómica y Local.
Una Comisión en la que deben también ser oídos los colectivos de per-
sonas con discapacidad y para evitar que esa posible y futura protección de
la dependencia sea contemplada, únicamente, desde la perspectiva del enve-
jecimiento, dejando en el olvido que una buena parte de las situaciones de
dependencia, y en muchos casos de especial gravedad, proviene y ha pro-
venido siempre de la discapacidad.
En todo caso, quisiera volver a insistir en que la implantación de esta
protección de la dependencia debería ser una prioridad en el futuro inmedia-
to y también en que esa protección debería incardinarse en el sistema pú-
blico de protección y, más concretamente, en el sistema de Seguridad So-
cial, sin perjuicio de la posibilidad de la provisión privada de los servicios
y de la protección complementaria que, como en el resto del sistema de
Seguridad Social, tendría también carácter privado.
El modelo así diseñado podría seguir, por tanto, en cuanto a las presta-
ciones y financiación de este nuevo ámbito de protección, el esquema básico
ya vigente en nuestro actual sistema para el resto de las pensiones, es decir,
un nivel no contributivo financiado por impuestos, un nivel contributivo
financiado por cotizaciones y un nivel complementario y libre. Articulando-
250 MIGUEL ÁNGEL CABRA DE LUNA
se en torno a prestaciones económicas o de servicios, a opción del intere-
sado y graduadas en función de las necesidades concretas a cubrir, siguien-
do la pauta marcada por el sistema alemán que está teniendo una gran
aceptación en ese país.
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