En el proceso de envejecimiento de las personas con discapacidad


UN PROGRAMA DE ATENCIÓN PSICOLÓGICA



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UN PROGRAMA DE ATENCIÓN PSICOLÓGICA

PARA CUIDADORES INFORMALES DE

ENFERMOS DE ALZHEIMER

Antonio-León Aguado Díaz, María Ángeles Alcedo Rodríguez y
Natalia Suárez Suárez

Departamento de Psicología, Universidad de Oviedo,


Plaza Feijoo, s/n - 33003 - Oviedo - Fax: 98-5104144
Tel. 98-5103284 - E-mail: aaguado@correo.uniovi.es

1. ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DEL TEMA

El tema de la enfermedad de Alzheimer ha adquirido en los últimos
tiempos creciente interés y relevancia desde todos los ámbitos de estudio y
análisis científico. Es una de las enfermedades neurodegenerativas cuya
prevalencia presenta un progresivo aumento. La importancia cuantitativa de
este colectivo es elevada. Se admite una cifra estimativa en torno a 500.000
afectados en el estado español y se prevé para el año 2020 que estos datos
se dupliquen. En la comunidad autónoma del Principado de Asturias el
número de afectados por esta enfermedad se aproxima ya a los 14.000. Las
previsiones futuras son tan negativas y alarmantes como para el resto de
España. La cifra de afectados para el año 2025 puede ascender a 30.000.
Como mínimo, un número similar de personas tendrá que enfrentarse al
fuerte estrés psicológico derivado del cuidado de estos pacientes.

Acerca de esta enfermedad de Alzheimer sabemos que constituye una


demencia cortical cuya característica neuropatológica es una atrofia cerebral
difusa que acarrea una disminución del peso cerebral. Microscópicamente lo
más importante es la presencia de masas neurofibrilares, placas seniles y
degeneración neurovascular (Blesa, 1996). La sintomatología clínica más
relevante que presentan estos enfermos consiste en una pérdida lenta y
progresiva de la capacidad de pensamiento abstracto, gran dificultad para
asimilar nuevos conocimientos y alteración del proceso de comunicación
interpersonal. El progresivo deterioro que esta situación acarrea suele refle-
jarse tanto en la esfera personal, el sujeto ya no controla muchas de las
actividades de la vida diaria que anteriormente realizaba sin problemas,
como en el ámbito social, se aisla y distancia de sus amistades y presenta
dificultades en las relaciones sociales. Sin embargo, el curso y los síntomas
de la demencia difieren en cada sujeto. Así, por ejemplo, en algunos casos

478 A.-L. AGUADO DÍAZ, M. A. ALCEDO RODRÍGUEZ Y N. SUÁREZ SUÁREZ

aparecen precozmente conductas disruptivas, mientras que en otros no sur-
gen hasta llegar a fases muy avanzadas (AFA, 1994). Este deterioro produce
en el enfermo una intensa, a veces total, dependencia de las personas que
le rodean, generalmente familiares de primer grado, cónyuge o hijos. Se
establece así un vínculo especial con estas personas, conocidas como cuida-
dor/es principal/es,
o cuidador/es informal/es, de manera que de ellos de-
pende, en muchos casos de forma exclusiva, la atención que reciben estos
pacientes.

Precisamente el rol que desempeña el familiar cuidador es uno de los


aspectos más investigados en el campo del Alzheimer. Otras cuestiones
psicosociales que también gozan de relevancia terapéutica e interés investi-
gador son el medio físico de la persona enferma, el rol del cuidador profe-
sional y la integración/segregación del paciente en instituciones. En este
trabajo nos ocuparemos del primero de los aspectos señalados, el rol del
cuidador. De inmediato abordamos este cometido.

2. EL CUIDADOR DEL ENFERMO DE ALZHEIMER

Los datos recogidos en la bibliografía sobre el tema coinciden en señalar
la presencia de graves y serias alteraciones de índole diversa en el cuidador
del enfermo de Alzheimer. La problemática que habitualmente presentan
estos cuidadores suele estar relacionada con síntomas de estrés, ansiedad,
fatiga y depresión. Con frecuencia se sienten molestos, irritados e incluso
culpables. Se estima que un 40% de los cuidadores sufren trastornos depre-
sivos, prevalencia que ha de considerarse muy elevada, pues resulta casi tres
veces mayor que la registrada en su grupo de edad (Roig, Abengózar y
Serra, 1998, 1.999).

En el momento actual, el término más ampliamente utilizado para


definir toda esta problemática es el de «carga» (burden). Dicho concepto,
cuyo contenido es diverso y multidimensional, se encuentra asociado con
múltiples factores implicados en el cuidado (Martin, Salvado, Nadal, Miji
et al., 1996; Montorio, Fernández de Trocó ni z, López y Sánchez, 1998;
Roig et al, 1998). Por lo general, al hablar de carga se hace referencia
a los problemas físicos, psicológicos, emocionales, sociales y económicos
que origina en el cuidador la atención y cuidado del enfermo de Alzhei-
mer. La mayoría de los estudios coinciden en señalar que la salud mental
y la participación social son las áreas en las que el cuidador experimenta
mayor carga (George y Gwyther, 1986; Arroyo-Anilló, Thomas y Thomas-
Hazif, 1999; Gómez-Busto, Ruiz de la Alegría, Martín, San Jorge y Le-
tona, 1999).

Sin embargo, y en contra de lo que inicialmente pudiera presuponerse,


las variables que más afectan al bienestar del cuidador no son las directa-
mente relacionadas con la situación del paciente, p.e., duración de la enfer-

PROGRAMA DE ATENCIÓN PSICOLÓGICA PARA CUIDADORES... 479

medad o gravedad de la sintomatología, sino aquellas otras relativas a la
situación de cuidado y a los recursos de que dispone el cuidador. O lo que
es lo mismo, no parece existir una relación directa entre el grado de carga
experimentado por el cuidador y la gravedad de la demencia (Izal y Mon-
torio, 1994; Montorio et al, 1998; Muela, Torres y Peláez, 2001). Así, las
conductas depresivas que presenta el cuidador no suelen encontrarse relacio-
nadas con el tiempo o intensidad del cuidado sino con el impacto negativo
que produce la aparición de la enfermedad y con el tipo de relación exis-
tente entre enfermo y cuidador (Tennstedt, Cafferata y Sullivan, 1992). De
igual forma, el estado cognitivo y afectivo del enfermo no aparece como
predictor determinante de la aparición de estrés en el cuidador (Rankin,
Haut, Keefover, 1992).

Líneas arriba hacíamos mención de los recursos con los que cuenta el


cuidador. Conviene precisar que cuando se habla de recursos disponibles se
incluyen tanto los relativos al apoyo social, variable que unánimemente
viene siendo considerada como básica y decisiva para el ajuste emocional
del cuidador (Thompson, Futterman, Gallagher-Thompson, Rose y Lovett,
1993; Peinado y Garcés, 1998; Roig et al., 1998), como las estrategias de
afrontamiento desarrolladas por el cuidador para responder a las demandas
que plantea el enfermo (Vitaliano et al., 1991). Así, y en relación con el
apoyo social, esta variable aparece como uno de los principales predictores
de sintomatología depresiva y síndrome de «Burnout» en los cuidadores
principales.

Por último, el grado y tipo de información de que disponen los cuida-


dores acerca de la enfermedad también suele ser reseñada como variable
predictiva del nivel de carga. Por desgracia, son frecuentes las alusiones a
la escasa, nula o errónea información con que cuentan los cuidadores, lo que
provoca gran confusión y perturba aún más la ya delicada relación del
cuidador con el paciente al que atiende (AFA, 1994; Biurrun, 2001).

En síntesis, los factores o variables que habitualmente aparecen descri-


tos en la bibliografía al uso como determinantes del estrés y carga de los
cuidadores (Rankin, Haut, Keefover, 1992; Laserna, Castillo, Peláez, Navio
et al, 1997; Montorio et al, 1998; Peinado y Garcés, 1998; Roig et al.,
1998, 1999; Biurrun, 2001) quedan recogidos en el siguiente cuadro 1.

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Cuadro 1. Factores determinantes del estrés y carga
de los cuidadores.

  • Redes de apoyo social

  • Profunda transformación en la forma y calidad de vida

  • Calidad de la relación con el paciente antes de presentar demencia

  • Grado y tipo de información sobre la enfermedad

  • Salud física y psicológica del cuidador

  • Destrezas y habilidades para afrontar situaciones conflictivas

  • Cuidado y atención del enfermo impuestos por las circunstancias

  • Tipo de relación conyugal y familiar

  • Ausencia de recompensas o gratificaciones

  • Falta de comunicación

También es preciso recordar que todas estas variables no interactúan ni
influyen de modo similar
en el cuidador o familia del paciente. En efecto,
existe gran variabilidad entre los cuidadores y entre las familias en el grado
de aceptación y tolerancia de las conductas deterioradas del enfermo. Algu-
nos manifiestan rechazo, tensión y un elevado estrés ante determinadas
conductas que otros toleran sin mayores problemas. De lo que no cabe duda
es de que todas estas circunstancias repercuten, a su vez, en el cuidado y
bienestar del enfermo. Un dato importante y significativo puede ser el hecho
de que un 15% de los cuidadores propician en algún momento conductas
violentas a las personas que cuidan, siendo más propensos a mostrar estas
conductas de maltrato los cuidadores con depresión y que a su vez son hijos
del enfermo (Izal y Montorio, 1994).

En definitiva, cuando aparece la enfermedad de Alzheimer el sistema


familiar en su conjunto también queda afectado. Por un lado, los cuidadores
frecuentemente no saben cómo afrontar toda la problemática derivada de la
enfermedad de su familiar. Se encuentran expuestos a gran sobrecarga física
y emocional. Dedican la mayor parte de su tiempo al cuidado del enfermo
y van perdiendo toda su independencia. Las satisfacciones que obtienen por
esta labor de cuidado suelen ser muy escasas. Todo ello sitúa al cuidador
ante un elevado riesgo de presentar problemas psicológicos. Por otro lado,
el bienestar y calidad de vida del enfermo de Alzheimer puede verse seria-
mente amenazado. Si el cuidador no cuenta con estrategias adecuadas para
afrontar las demandas que el paciente le presenta, éste difícilmente podrá
conseguir un mínimo ajuste personal y social. Ante esta situación, la nece-
sidad de intervención
queda sobradamente justificada. Urge, por tanto, ayu-
dar al cuidador a desarrollar estrategias adecuadas para responder a las
continuas exigencias y demandas que le plantea el enfermo de Alzheimer.

PROGRAMA DE ATENCIÓN PSICOLÓGICA PARA CUIDADORES... 481

Precisamente, como forma de dar respuesta a estas necesidades, surge la
puesta en marcha del programa de atención psicológica a cuidadores de
enfermos de Alzheimer que a continuación presentamos.

Hemos optado en este capítulo por presentar la descripción del progra-


ma de intervención paso a paso, casi sesión a sesión. En otras ocasiones ya
hemos adelantado resultados preliminares (Aguado, Alcedo y Suárez, 1998)
y aún estamos pendientes de la obtención de nuevos datos proveneintes del
seguimiento. De esta forma, y frente a la habitual bibliografía sobre cuida-
dores de enfermos de Alzheimer en la que se expone teoría y/o resultados,
información imprescindible para avanzar en el conocimiento científico del
tema, queremos ofrecer con detalle las técnicas y pautas seguidas en la
implementación del programa con el fin de que pueda ser aplicado fácilmen-
te por los profesionales que trabajan en el campo. Así, las posibles réplicas
del mismo permitirán la comparación de resultados y determinarán la efica-
cia y validez del programa en la población objeto de estudio.

3. ' PLANTEAMIENTO DEL PROGRAMA

La revisión de la literatura sobre el rol que desempeña el cuidador del
enfermo de Alzheimer sugiere la necesidad de programas de apoyo psico-
lógico centrados en el cuidador. El conocimiento de esta urgente necesidad
nos llevó a poner en marcha el programa de atención a cuidadores que ya
hace tiempo venía demandando la Asociación de Familiares de Enfermos de
Alzheimer (AFA) de Mieres, una villa del Principado de Asturias.

Exponemos seguidamente los objetivos que han dirigido dicho programa


así como la estructura general del mismo.

3.1. Objetivos

En función de la revisión de la literatura disponible y de las caracterís-


ticas del grupo que ha de recibir el programa, se han priorizado los siguien-
tes objetivos básicos:

  • Evaluación minuciosa del impacto que provoca la problemática del
    paciente sobre el cuidador para así determinar las modalidades de
    intervención necesarias en función de las áreas afectadas.

  • Reducción del nivel de ansiedad y estrés que los cuidadores mani-
    fiestan por la carga que conlleva el cuidado del enfermo.

  • Búsqueda de soluciones y entrenamiento en habilidades de afronta-
    miento adecuadas para aquellos problemas que se plantean en la
    relación y convivencia diaria con el enfermo.

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  • Control del estado de ánimo deprimido para así asegurar su bienestar
    personal y una mayor tranquilidad y distensión en su relación con el
    enfermo.

  • Fomento y desarrollo de actividades placenteras que evadan al cui-
    dador de las rutinarias tareas de cuidado.

  • Planificación de un ambiente externo estimulante y gratificante que
    sirva de apoyo al cuidador.

  • Facilitación de un conocimiento de la enfermedad de Alzheimer, tanto
    de los síntomas como de la posible evolución.

Pasamos a continuación a explicar la forma en que se ha planificado el
programa para la consecución de los citados objetivos.

3.2. Planificación

Se aconseja la aplicación del programa en grupos no muy amplios (no


más de 15 cuidadores por grupo) y se recomienda la presencia de dos co-
terapeutas. También resulta positivo el contar con cuidadores de ambos
sexos dentro del grupo.

Cualquier intervención que tenga como objetivo lograr cambios terapéu-


ticos en la conducta de la persona afectada de demencia, en el medio físico
o en los cuidadores, debe ir precedida de una evaluación previa de la, situa-
ción y de una valoración posterior que permita comprobar y medir la efi-
cacia de la intervención. Esta es precisamente la metodología de trabajo que
hemos seguido. Nuestro programa de atención para cuidadores informales
de enfermos de Alzheimer se desarrolla a través de las siguientes fases:

Evaluación previa de las personas que van a formar parte del progra-


ma. Es preciso una evaluación minuciosa del impacto de la proble-
mática del paciente sobre el cuidador. Por tanto, es necesario conocer
las respuestas del cuidador para precisar con exactitud en qué área
necesita ayuda y proponer estrategias de intervención individualiza-
das y adaptadas a cada necesidad. Para evaluar estos aspectos hemos
construido la Escala de Evaluación para, el Cuidador del Enfermo de
Alzheimer, escala que se encuentra actualmente en fase de valida-
ción. La escala consta de un total de 53 items que tratan de evaluar
fundamentalmente los aspectos relacionados con el estado emocional
del cuidador, el impacto que en él genera la problemática presentada
por el enfermo y las estrategias o habilidades de afrontamiento de
que dispone para hacer frente a esa situación de cuidado. Supone, por
tanto, un instrumento de evaluación centrado en el análisis del nivel
de carga que presenta el cuidador del enfermo de Alzheimer. Esta

PROGRAMA DE ATENCIÓN PSICOLÓGICA PARA CUIDADORES... 483

escala se complementa con una entrevista, compuesta por 21 items,
que recoge información sobre aspectos demográficos, psicológicos,
sociales, familiares, laborales y económicos (un ejemplar de la entre-
vista y de esta escala figuran en el anexo). También aplicamos la
Escala de Sobrecarga del Cuidador (Martin et al., 1996), adaptación
castellana de la conocida «Caregiver Burden Interview» de Zarit,
Reever y Bach-Peterson (1980).


  • Implantación del programa de intervención. El programa se realiza
    con una periodicidad quincenal, en sesiones de dos horas. La dura-
    ción total del programa es de once meses.

  • Valoración final de resultados. Una vez finalizado el programa se
    procede a valorar la eficacia del mismo. De nuevo se aplican los
    instrumentos de evaluación utilizados en el pretest.

  • Seguimiento a los seis meses y al año de finalización del programa
    para controlar sus efectos a medio y largo plazo. Vuelven a aplicarse
    los instrumentos de evaluación empleados en las fases anteriores.

4. EL PROGRAMA DE ATENCIÓN A CUIDADORES INFORMALES
DE ENFERMOS DE ALZHEIMER

Decíamos líneas arriba que la implantación de este programa tiene como


principal objetivo ayudar al cuidador a desarrollar estrategias adecuadas
para responder a las continuas exigencias y demandas que le plantea el
enfermo de Alzheimer. Teniendo esto en cuenta, los ámbitos de intervención
sobre los que actúa el programa son los siguientes:

  • Sesiones de terapia grupal

  • Sesiones de terapia individual

— Formación de coterapeutas
Veamos cada uno de estos ámbitos.

4.1. Sesiones de terapia grupal

Las sesiones se realizan en el centro de la asociación, siempre en la


misma sala, en una habitación amplia y bastante aislada de ruidos. El ho-
rario de las sesiones es fijo, con una duración de dos horas. El programa
consta de 20-22 sesiones, con una periodicidad quincenal a lo largo de once
meses. El grupo suele estar formado por unos 15 cuidadores de ambos
géneros, aunque recordamos que existe sobrerepresentación femenina. El

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entrenamiento está dirigido por un terapeuta, una psicólogo, clínica, y un
coterapeuta, un miembro de la asociación con amplia formación en el tema
del Alzheimer y con experiencia en el rol de cuidador. La colocación de los
miembros del grupo en las sesiones se dispone en forma de semicírculo,
situándose el terapeuta y coterapeuta en mitad del grupo. El material que se
utiliza es una pizarra donde se van anotando las actividades, incidencias y
orientaciones más relevantes que acontecen en la sesión. Se aconseja que al
final de cada sesión se formulen por escrito las conclusiones y las tareas a
desarrollar por los miembros del grupo. Esto posibilita que al inicio de la
siguiente sesión se retomen aspectos que puedan haber quedado pendientes
y se revisen las tareas u orientaciones terapéuticas recomendadas.

Las sesiones presentan una estructura similar, trabajando al principio de


cada una las actividades de entrenamiento psicoterapéutico centradas en la
adquisición de habilidades que permitan un afrontamiento eficaz de la pro-
blemática que vive el cuidador. La parte final de la sesión se reserva para
proporcionar información relacionada con cuestiones variadas tanto relati-
vas a la propia enfermedad de Alzheimer como a los distintos tipos de
recursos de los que pueden servirse y beneficiarse. El programa de entre-
namiento psicoterapéutico es el que ocupa la mayor parte del tiempo de la
sesión y será el que describiremos en primer lugar.

4.1.1. PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO PSICOTERAPÉUTICO

Este programa de entrenamiento pretende como objetivo básico conse-
guir la adherencia terapéutica del cuidador a una serie de directrices que
posibilitan un mejor afrontamiento de la situación de cuidado. Se insiste,
sesión a sesión, en la necesidad de cumplimiento de las siguientes prescrip-
ciones, consideradas como actitudes positivas básicas del cuidador (AFA,
1994), prescripciones que aparecen en el cuadro 2.

Cuadro 2. Actitudes positivas del cuidador


  • Períodos diarios de descanso

  • Evitación de consumo de drogas o fármacos

  • Control exhaustivo del estado de salud

  • Contacto frecuente con amigos

  • Realización de alguna actividad de ocio

  • Búsqueda de situaciones placenteras

Junto a estos objetivos básicos el programa de entrenamiento psicotera-
péutico se centra en la consecución de los objetivos específicos que figuran
en el cuadro 3.

PROGRAMA DE ATENCIÓN PSICOLÓGICA PARA CUIDADORES... 485



Cuadro 3. Objetivos específicos del programa de entrenamiento

psicoterapéutico

  • Favorecer un clima de distensión y apoyo emocional en el grupo

  • Reducción del nivel de ansiedad y estrés

  • Entrenamiento en habilidades cognitivas de control de pensamientos negati-
    vos y de preocupación excesiva

  • Entrenamiento en habilidades de afrontamiento y de resolución de problemas

Veamos el procedimiento seguido para la consecución de cada uno de
estos objetivos.

Objetivo 1. Promover un conocimiento entre los miembros del grupo
que favorezca un clima de distensión y apoyo emocional que a su vez
permita la comunicación personal y el intercambio de experiencias

Lo que interesa conseguir es que el grupo muestre una actitud positiva


ante su problemática y que estén motivados a la búsqueda de soluciones.
Es importante que en la primera sesión se realice una presentación indi-
vidual de cada uno de los asistentes, en la que se aporta información sobre
datos personales y también sobre aquellos otros aspectos relativos al
enfermo que cuidan y a la situación que viven. Resulta primordial recalcar
que los problemas tienen solución, que están allí para buscarla y que en
muchas ocasiones existe más de una solución a dichos problemas. El
objetivo es encontrar aquella que mejor se adapta a la situación de cada
uno. Además, interesa recalcar que son ellos los que deben manifestar una
búsqueda activa de soluciones. También aprovechamos esta primera sesión
para fomentar un clima de confianza y respeto, a la vez que se asegura
la confidencialidad de todas las cuestiones y problemas abordados en las
sesiones.

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