Fisiología del Alma



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Pregunta: Nos inclinamos a creer que si llegásemos a com­prender satisfactoriamente la verdadera función del dolor en el perfeccionamiento del espíritu, seríamos inducidos, en virtud de tal convicción, a desinteresarnos de la eliminación del sufri­miento en el mundo. Si así procediésemos, ¿no caeríamos en falta para con el sentimiento de piedad y de amor al prójimo?

Ramatís: Lo más acertado no sería que os desinteresaseis del sufrimiento en la Tierra, como venís haciéndolo actualmente. ¿Qué adelantan, por ejemplo, los esfuerzos heroicos emprendidos para la recuperación de los alcohólicos, si a la vez os asociáis y contribuís a las industrias, empresas y casas que venden bebidas alcohólicas; y si además los lleváis a vuestros hogares repartién­dolos en las fiestas, manteniéndolos como reserva corrosiva en los modernos y artísticos "barcitos" que han de servir de estí­mulo para que pronto vuestros hijos se acostumbren a la em­briaguez? ¡Muy poco resulta de los esfuerzos heroicos que hacen vuestros médicos intentando salvar a sus pacientes de las hepati­tis, nefritis, úlceras, colitis, amebiasis, uremias, diabetes o cirrosis, puesto que la mayoría de la humanidad todavía desprecia la alimentación vegetariana y se alimenta con la carne llena de venenos del animal sacrificado que le suministran los frigoríficos y las tasajeras macabras!

Mientras la Medicina se entrega a una lucha titánica contra el flagelo del cáncer pulmonar y lo considera ocasionado por el humo del cigarro, la mayor parte de los médicos, ¿no fuman desordenadamente?

No cabe duda de que son loables vuestros sentimientos humanos cuando construís hospitales, sanatorios, clínicas, leprosarios, nosocomios y dispensarios en que se atienden las enfer­medades venéreas, alcohólicas, sifilíticas o contagiosas, en los cuales abnegados científicos se dedican heroicamente a atenuar los padecimientos terribles del hombre. Pero, ¿cuál es el ver­dadero origen de esos sufrimientos, sino la prostitución de los bienes sagrados del espíritu, con lo cual se verifica el desgaste del cuerpo humano en el sensualismo mórbido de la carne, en la glotonería de las mesas pantagruélicas o por los corrosivos modernos hábilmente disfrazados por las etiquetas aristocráticas?

Sin duda, es necesario también aumentar el número de las instituciones quirúrgicas, con el fin de .socorrer a la mujer "ele­gante" del siglo XX que, debido a la práctica absurda y tan común del aborto, ¡necesita extraer con seguridad sus preciosos órganos de la maternidad, para no perder su línea venusiana y no deformar el vientre! Consecuentemente, la morfina, el alcohol, la perversión sexual, el cigarro, el aborto, el juego, la glotonería, la intemperanza y la aumentación carnívora, sumado al veneno psíquico del desarreglo mental y emotivo que es producido por la ambición, la crueldad, la codicia, la avaricia, el odio, la rabia, la venganza o la lujuria, exige, mayor cantidad de hospitales, clíni­cas, penitenciarías, asilos y manicomios, con el fin de poder alojar al contingente progresivo de criaturas que son victimadas por el dolor y por el sufrimiento.

Pese al sentimiento de piedad de la clase médica del mundo y a su preciosa colaboración clínica y quirúrgica moderna, no se consigue evitar la proliferación kármica dolorosa. Muchos científicos y médicos de gran criterio, se sienten casi desanimados en sus tareas heroicas, ante la imposibilidad de contornear el vasto problema del dolor humano, ya que malamente consiguen reducir una determinada enfermedad, cuando otra la sustituye, tenaz e implacable, desafiando nuevas investigaciones y experimentacio­nes agotadoras. Muchos, ya no consiguen ocultar su pesimismo y su cansancio en el combate a las molestias humanas, pues mien­tras la ciencia médica progresa aritméticamente, ¡la dolencia in­sidiosa lo hace geométricamente!

Pregunta: ¿Deberá el dolor ser por mucho tiempo un fardo pesado para el hombre?

Ramatís: El sufrimiento, como un proceso de limpieza psí­quica, se hace todavía necesario por mucho tiempo en el tipo de planeta que habitáis. ¡El espíritu encarnado en la Tierra es una entidad que exige el dolor como elemento de conducción a la Luz! Tal como hemos recordado anteriormente, desde muy tem­prano, el hombre se somete al ejercicio gradual de condiciona­miento al dolor, con el fin de poder más tarde enfrentar con éxito el sufrimiento crucial que es más común en la fase adulta, de la expulsión tóxica que procede del periespíritu. La infancia del cuerpo físico, en la Tierra, es también período de expulsión de los fluidos perniciosos del alma, cuando confronta las enferme­dades tradicionales como el sarampión, la varicela, el coqueluche, la escarlatina, la furunculosis, los fenómenos de la dentición, et­cétera.

En realidad, aunque muchos puedan dudar sobre lo que decimos, tales situaciones aflictivas se convierten en verdadero entrenamiento que experimenta y gradúa el inicio del descenso más vigoroso de las toxinas psíquicas, preanunciando mayores sufrimientos en el futuro. Es la fase preparatoria que adiestra y habilita al alma para los sufrimientos que le sobrevendrán; pero por desgracia, las criaturas, mientras expulsan cierta dosis malé­fica de su carga psíquica, practican nuevos desatinos en la vida actual; de lo que siempre les resulta una nueva acumulación deletérea que arrastran para la reencarnación siguiente.




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