Fisiología del Alma



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Pregunta: ¿Podemos esperar que la Divinidad haga todo lo necesario para que en el futuro sean extinguidos los mataderos, los frigoríficos y las carnicerías de la Tierra?

Ramatís: ¡No tenemos duda alguna al respecto! En el tercer milenio no deberán existir las instituciones que se mantienen a costa de la industria de la muerte, deberán desaparecer, poco a poco, tanto por motivos de orden económico, epidémico o acci­dental, como por el repudio humano y la mejoría en el tipo de nutrición del hombre. Sabéis que el repudio a la carne, es uno de los principales fundamentos de las doctrinas del Oriente, en donde se destacan el Hermetismo, el Hinduismo, el Budismo, el Yoguismo, el Esoterismo y la Teosofía, además de millares de otras sectas que se desarrollan a su sombra. La proverbial negligencia del Occidental para con la abstención de la carne, lo que habría de favorecerle un karma suave para el futuro, termina envolviéndolo demoradamente en el engranaje melan­cólico de las enfermedades, que lo obligan a dietas angustiosas y a incurrir en gastos con el médico y la farmacia.

Pregunta: Teniendo en cuenta que la industria de la carne ofrece trabajo a millones de criaturas, estimamos que su parali­zación súbita representaría un desastre económico para nuestro mundo. Toda vez que se multiplican las carnicerías, frigoríficos e industrias de carne enlatada, debe ser porque la Divinidad lo permite: ¿no es así?

Ramatís: Cuando aparecieron en vuestro mundo los prime­ros automóviles, los antiguos cocheros y constructores de ve­hículos de tracción animal, se asustaron también ante la inmi­nencia del terrible desastre económico, pues temían por el cierre de las herrerías, de las fábricas de coches, y mucho más, por los perjuicios causados a los criadores de caballos, fabricantes de guarniciones, pintores y tapiceros. No obstante, la sabiduría de la vida transformó todo eso en talleres mecánicos, puestos de gaso­lina, lavaderos de autos; surgiendo, además, los artífices de la goma, los garagistas, estaciones de servicio, vigilantes del tránsi­to, niqueladores, fabricantes de parabrisas, pintores y extensa industria de tambores, latas, frascos, aceites y demás artículos necesarios para la fabricación de los automóviles. En lugar de la quiebra prevista por el angustioso pesimismo, se desenvolvió una de las más poderosas actividades que han enriquecido a los países productivos. De igual modo, la paralización de la fúnebre industria de la carne, además de constituirse en inefable bendición para vuestra humanidad, ha de favorecer la construc­ción del más rico parque industrial de productos frugívoros, vegetales y sus derivados, capaz de atender al paladar más exigente, el cual se encuentra actualmente deformado por la nutrición cadavérica. |La química y la botánica, serán llamadas a contribuir decisivamente para la nueva riqueza, produciendo los más variados tipos de frutas, que han de transformarse en bocados paradisíacos!

La suposición que la divinidad pueda estar de acuerdo con el sostenimiento de carnicerías y mataderos, es consecuente de la interpretación falsa de los designios de Dios. Reparad que actualmente se hace más difícil la adquisición de carne por los pobres, pues se ven obligados a recurrir a otras fuentes de ali­mentación. Ignoráis que, a medida que aumenta la dificultad para el hombre, de ingerir carne, se va atrofiando el mecanismo psíquico del deseo carnívoro, que poco a poco va desapare­ciendo hasta alcanzar la abstinencia total.

Ante la comprobación científica que la carne del animal cansado o con su metabolismo perturbado, provoca irregulari­dades en los que la ingieren, pues aumenta las toxinas que cir­culan por la sangre, debéis percibir que cada vez que ingerís carne estaréis absorbiendo un poco del veneno del animal. Los médicos estudiosos habrán de notar que el recrudecimiento y presencia de las amebas e infecciones inespecíficas del colon intestinal, incluyendo las ulceraciones y las fístulas rectales, eventos hemorroidales y aumento en la viscosidad sanguínea, son causados en parte, por el uso inmoderado de la carne de puerco. En vista del aumento constante de los individuos hiper-proteizados, cuyos cadáveres pueblan los cementerios a conse­cuencia de síncopes, infartos y derrames cerebrales, muy pronto oiréis el grito de alarma de vuestra ciencia médica: ¡eviten la carne de puerco!


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