Fisiología del Alma



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Pregunta: Como es de suma importancia para nosotros el mejor aprovechamiento nutritivo y energético de los alimentos, ¿podríais describirnos algunas combinaciones favorables o desfa­vorables, en nuestra alimentación más común?

Ramatís: En vista de la multiplicidad de compendios, re­vistas, tratados y recomendaciones que existen sobre la mejor manera para que el hombre se alimente y del creciente progreso de la Nutriología moderna, creemos que sería innecesario ha­ceros cualquier recomendación, por ser todas ellas asunto cono­cido y de sentido común. Médicos inteligentes, nutriólogos y estudiosos de la salud pública humana, elaboraron métodos eficientes y seguros para obtener la mejor forma de alimentación entre los terrícolas. No obstante, atendiendo a vuestra solicitud, procuraremos haceros algunas sugestiones referentes a las com­binaciones alimenticias más comunes.

La buena combinación de alimentos, no es precisamente aquella que proporciona buena digestión, sino también la que mejora la disposición del espíritu durante las comidas; la que no provoca fenómenos antagónicos en el aparato digestivo o de repercusión nociva en el psiquismo del vago-simpático; la que es exenta de alimentos adversos entre sí, que se anulan o pro­ducen reacciones desagradables y tóxicas. Hace algunos siglos, Hipócrates recomendaba en uno de sus bellos preceptos: "Que tu alimento sea tu medicamento, y que tu medicamento sea tu alimento", destacando, pues, la gran importancia de la nutrición.

En el caso de la alimentación vegetariana, en la que se recomiendan las frutas oleaginosas para compensar la falta de las proteínas de la carne, tales como las nueces, avellanas, almendras, piñones, aceitunas, coco, etc., se debe evitar la mala combinación alimenticia, dejando de agregar la miel, la raspadura, la mer­melada o las frutas dulces, como la uva, el higo, la cereza, el dátil o la pera, porque se forman reacciones desagradables entre sí. No obstante, esas frutas oleaginosas pueden ser ingeridas sin causar perjuicios digestivos, cuando se las combina con legum­bres secas, naranja, el melocotón, el abacaxí y la cereza, así como con los alimentos hechos con manteca, margarina, aceite de soya, de oliva o de almendra.

Ciertos alimentos bastante comunes y cotidianos de la cocina occidental, pueden presentar también combinaciones nocivas, que exigen del organismo carnal un exceso de jugos gástricos, hormo­nas, bilis o fermento pancreático, contribuyendo a la dispepsia, somnolencia y fatiga para la comida siguiente. A veces, las criaturas se quejan que cierto alimento les es adverso en deter­minados días y que en otras ocasiones no les causa perjuicio alguno; lo que es, casi siempre, consecuencia de las combinaciones alimenticias que producen efectos heterogéneos y excesiva fermentación, debido a las reacciones químicas.

La leche, que es tan común en los hogares, no debería ser ingerida, nunca, con azúcar, miel, dulces o jaleas azucaradas de frutas, ni combinada con sustancias grasientas como el aceite, la mantequilla, etc. o con verduras o frutas secas; no obstante, puede ser usada con beneplácito del aparato digestivo menos sano, cuando se mezcla con frutas dulces y frescas, que ya hemos citado anteriormente. El pan de trigo, otro alimento imprescin­dible en la mesa del pobre y del rico, no se combina favorable­mente con la mayoría de los cereales, legumbres, hortalizas secas, manzanas, batatas o bananas, pero sirve óptimamente con las frutas dulces, como uvas, cerezas, dátiles, peras, etc., con frutas frescas o secas y también con leche, huevo, nata o crema de leche, queso, mantequilla, margarina, verduras y hortalizas fres­cas, así como con algunas frutas oleaginosas, el aceite, la almen­dra, la avellana y el coco.

Algunas combinaciones de alimentos simpáticos entre sí, para una digestión favorable en conjunto, pueden resultar de mal aprovechamiento, en el caso de que no sean atendidas las precauciones exigibles para ciertos tipos de frutas, legumbres o verduras y que, aunque se armonicen en el mismo plato, con­tienen residuos y partes nocivas que deberían ser eliminadas. Es el caso de la zanahoria, de la cual debe ser retirada siempre la parte central; la col, el repollo, la espinaca y la mostaza, cuyos tallos deben ser retirados de las hojas, así como la parte blanca e interna del tomate que, después en reacción química impre­vista, vierten sustancias inadecuadas a la armonía digestiva. La mejor combinación de alimentos, puede ser, a veces, sacrificada por el mal hábito del hombre, de agregarles vinagre, canela, pi­miento picante, mostaza, extractos acres, mucha sal o clavo, y que bajo el mojo de cebolla, presentan un quimismo nocivo a la delicada mucosa del estómago y exigen gran cantidad de bilis y fermentos, obligando al intestino a efectuar un servicio excep­cional y lesivo.

La criatura humana ignora que tanto los vegetales como las frutas, poseen elementos intrínsecos que disciplinan sus reac­ciones químicas exactas, para determinar la mejor desintegración atómica; por cuyo motivo, el aumento de sustancias extrañas y antipáticas, sirve para alterar el curso normal de la digestión.


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