Pregunta: Muchos afirman que si Dios permitió el descubrimiento del alcohol en el mundo, por medio de la destilación de ciertos productos fermentados, tampoco prohíbe su empleo en las bebidas, pues de lo contrario, lo habría eliminado de cualquier modo, como producto peligroso para sus propios hijos. También alegan que la Biblia menciona varias veces el uso de bebidas alcohólicas entre las primeras tribus del planeta. ¿Qué podéis decirnos al respecto?
Ramatís: Sobre la superficie de la Tierra, sólo existen cosas útiles y beneficiosas creadas por Dios para la felicidad de todos sus hijos. Debido al abuso con que la criatura humana se sirve de esas cosas para fines condenables, es que surgen los perjuicios lamentables. £1 Padre creó las sustancias necesarias a todos los distintos sistemas de vida en vuestro planeta, pero no estableció ninguna práctica viciosa. Cuando ésta surge, es porque el propio hombre sobrepasó los límites del uso de las cosas que Dios le dio.
Es evidente que si Dios considerase el alcohol como bebida necesaria para ser ingerida en todo momento por el ciudadano terrestre, sin duda habría creado fuentes y riachuelos de vino, cerveza, licores o aguardiente. Si no lo hizo, es porque halló que la bebida indispensable al hombre, es el agua pura que le da en abundancia. ¡La concupiscencia, la ganancia, la ambición, la avidez de lucros ilícitos, es lo que pervierte el uso del alcohol y produce consecuencias indignas! Bajo la ganancia criminal, la propaganda del alcoholismo se agudiza promovida por hábiles artistas que idealizan cuadros atrayentes y coloridos con sugestivos consejos para que ésta o aquella bebida alcohólica sea preferida por todos los individuos de buen gusto. ¡A través de la radio, suenan en vuestros oídos las más encantadoras frases que maquiavélicamente os invitan a beber el peligroso corrosivo disfrazado por la apariencia seductora de brillantes rótulos! Actualmente, ya se introduce el alcohol en dulces, chocolates y bombones finos, para que desde muy temprano, la criatura se condicione al terrible tóxico adverso al hombre físico y espiritual. Recordasteis, hace poco, que la Biblia cita muchos pasajes en los que se comprueba que el uso del alcohol viene de larga fecha, y que es ejemplo el tradicional caso de Noé, pero olvidasteis que la propia Biblia contiene diversas citas o pasajes en donde los profetas y espíritus del Señor condenan el alcoholismo, tales como ésta: "Ay de aquél que da de beber a su compañero" (Hábacuc, 2-15). Pablo de Tarso, el insigne sostenedor del Cristianismo, es clarísimo sobre su verdadera opinión en cuanto al alcoholismo, cuando dice: "Ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los que se dan a la embriaguez, ni los maledicientes poseerán el reino de Dios" (I Corintios 16-9, 10).
Pregunta: Dijisteis, hace poco, que el alcohol llega a producir modificaciones en el aspecto del periespíritu. Esto nos deja un tanto curiosos en cuanto al tipo de esas modificaciones. ¿Podéis aclararnos mejor el asunto?
Ramatís: El ebrio contumaz, comienza por descuidarse de su vestuario; se vuelve excéntrico y asume actitudes extravagantes, pasando a interpretar la vida y las cosas a su modo, con visibles modificaciones y anomalías en su personalidad. Se irrita con facilidad, hace exigencias absurdas, y poco a poco, se aparta del trabajo. Se contradice y se rebela a cada momento. Se rebaja moralmente y pierde el sentida psicológico o riendo en el seno de un mundo incoherente. Sus delirios son constantes y mezclados de alucinaciones visuales y auditivas, percibiendo imágenes extrañas y formas extravagantes de reptiles y arañas. Se instala en su alma el capricho excesivo, la desconfianza para con sus íntimos, confrontando en todos posibles enemigos y alejándose, cada día más, de la familia. Se degeneran sus órganos, se inflaman sus intestinos y el estómago; se atrofia su hígado, quedando sujeto a la tradicional afección cardíaca, debido al imperfecto drenaje renal. Entonces, su aspecto se modifica y su figura se vuelve extraña: su rostro se hincha y adquiere un color terroso; los ojos lucen abotagados e inyectados en sangre y la nariz se le agranda poniéndose rojiza.
Esa anarquía física es, apenas, el reflejo de su terrible desorden psíquico, pues cuando llega a tal condición, la contextura del periespíritu se encuentra estigmatizada por otras deformaciones profundas y definitivas que, a continuación de su desencarnación, se plasman con el aspecto larval horrendo del vampiro, que tanto impresiona a las almas tímidas recién llegadas al mundo astral. El propio infeliz se horroriza al observar su forma de puerco, cuando ve su imagen reflejada en la condensación fluídica del medio astralino. Algunos huyen, despavoridos, recordando las historias fantásticas de "El médico y el monstruo" y de los hombres-lobo de las viejas leyendas regionales.
No debéis tener dudas sobre esas modificaciones repulsivas que se procesan en la delicada organización periespiritual, profundamente sensible a la plasticidad mental, por cuanto la faz embrutecida del beodo todavía encarnado, es efecto de su psiquismo mórbido.
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