Fisiología del Alma



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Pregunta: Algunas personas cultas, entre ellos algunos cien­tíficos, han afirmado que la bebida alcohólica es necesaria en ciertos casos, pues ayuda mucho a olvidar las aflicciones y excita la inteligencia, y que también constituye un beneficioso aperitivo, puesto que abre el apetito. ¿Qué podéis decir sobre eso?

Ramatís: La acción del alcohol, aunque produzca efectos provisionales, como debilitamiento de las aflicciones u olvido del sufrimiento, siempre es corrosiva. El hecho de que el individuo se olvide momentáneamente de sus problemas angustiosos, no im­plica una solución definitiva de los mismos, pues una vez que cesa la embriaguez alcohólica, los problemas continúan sin so­lución. El alcohol apenas crea un intervalo de la memoria en la conciencia, suspendiendo temporalmente la vivencia aflictiva. El hombre se podrá emborrachar durante meses para olvidar tragedias o desgracias, pero con eso no conseguirá evitar que el recuerdo de las mismas vuelva a él toda vez que deje de beber. Por tanto, esa no es la solución acertada. El alcohol, al comienzo, produce cierta euforia y sensación de bienestar que puede ser considerada como feliz solución a las aflicciones de la vida; pero es evidente que esa práctica vicia y provoca el deseo de dosis cada vez más altas, lo cual constituye un camino peligroso hacia el alcoholismo.

Que ciertos individuos poco expansivos y tímidos, al ingerir alcohol se vuelven alegres y hacen pillerías tornándose irónicos y audaces, no comprueba que el alcohol los haga más inteligentes. La inteligencia, sin duda, se amplía por el ejercicio mental, por el estudio y la constante experiencia de los factores de la vida de relación. Si no fuera así, bastaría administrar alcohol a un imbécil, para que inmediatamente comprendiera con facilidad aquello que no entendía anteriormente.

En cuanto a la excitación del apetito por medio del llamado aperitivo, no pasa de ser otra ilusión, pues a medida que el hom­bre se embriaga, va perdiendo la voluntad de comer y nutrirse normalmente. Solamente existe un aperitivo que la Naturaleza ofrece a las criaturas humanas evitándoles las excitaciones que después provocan las reacciones químicas perniciosas: el hambre natural. El alcohol atrofia las papilas gustativas a la lengua produciendo en el individuo un paladar artificial que sólo reac­ciona a costa de fuertes condimentos.

Pregunta: Dicen que el cáncer y la cirrosis hepática, provie­nen muchas veces del alcoholismo. ¿Hay fundamento en esa afirmación?

Ramatís: El cáncer, en su mayor porcentaje, es de origen kármico y se manifiesta conforme a las condiciones psíquico-orgánicas presentadas por el individuo. De acuerdo con su progra­ma espiritual y la época de su rectificación kármica, llegan los encarnados al momento de expeler los residuos astralinos incrus­tados durante milenios en su periespíritu, y su drenaje puede provocar estados cancerosos, propios del conflicto entre las fuerzas del mundo oculto y las energías de la vida espiritual.

No obstante, no todas las formas de cáncer son kármicas, pues resultan también del propio imperativo de las transforma­ciones biológicas en el mundo en que vivís. Sin duda, sabéis que ciertos animales como los perros, caballos, bueyes, carneros y algunas aves, pueden llegar a sufrir cáncer, sin que represente liquidación de deudas kármicas. Pero hay que recordar que gran parte de vuestra humanidad hizo mal uso de fuerzas ocultas, en sus existencias en la Atlántida y otras civilizaciones contemporá­neas, manejando energías agresivas en provecho propio y para vengarse, por medio de las operaciones de magia negra. Ese eterismo astral, muy inferior y tóxico, se incrustó en el periespíritu de los agentes y mandantes de operaciones viles, por cuyo motivo, por ley de Causas y Efectos el espíritu culpable necesita agotarlo por medio de la materia, el cuerpo físico funciona como un papel secante absorbente de la energía dañina, de lo cual resultan los cuadros dolorosos de la patología cancerosa.

Cuando más débiles sean ciertos órganos o regiones del cuerpo físico de esos individuos, tanto más se desarrollará el es­tado canceroso. Y como el alcoholismo debilita las defensas orgánicas, la energía áspera y latente incrustada todavía en el periespíritu como residuo nocivo de vidas pasadas, baja vibra­toriamente y se condensa en la carne, atraída por la fuerza de gravedad de la materia. He ahí por qué es más frecuente el cáncer en el estómago en los alcohólicos, pues se trata del órgano más directamente alcanzado por el corrosivo vicio.

Lo mismo ocurre en el caso de la cirrosis en el hígado, pues aunque se origina por causas que no sean del alcohol —ya han sucumbido de ese mal, niños, mujeres y hombres abstemios— mientras que entre los borrachos es provocada por el alcoholis­mo. Rene Laennec, el descubridor de la auscultación médica y fundador de la medicina anatómico clínica, verificó que el 90 % de los casos de cirrosis hepática, eran motivados por el alcoho­lismo. El alcohol penetra casi totalmente en la delicada estructura del hígado, haciéndolo degenerar e ingurgitar por la proliferación grasosa que pasa a constreñir las venas oriundas del intestino. Bajo tal presión, la sangre es obligada a filtrar su parte líquida en la región del vientre, surgiendo entonces la "ascitis", molestia más vulgarmente conocida como "barriga de agua". Los casos más frecuentes de hidropesía, son también debidos a la dificul­tad del organismo para eliminar a tiempo la orina. El líquido se infiltra entonces por los tejidos del cuerpo y sobrecarga la sangre de toxinas que después no pueden ser expulsadas, provocando la uremia. El alcohol es uno de los factores que producen esos casos.




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