Pregunta: Tal como tuvimos oportunidad de ponderar hace poco, es reducido el número de xifópagos que nacen en la Tierra, y menor todavía los que logran sobrevivir. ¿No podría esto inducirnos a creer que, debido al hecho de que ésos nacimientos sean tan reducidos, deben ser también muy pocas las oportunidades o los recursos de que dispone la Ley del Karma para ajustar a los enemigos irreconciliables del pretérito?
Ramatís: En principio, debéis saber que el recurso de que la Ley dispone para reconciliar a los enemigos, no es solamente el de hacerlos reencarnar como xifópagos en el mundo de la carne. Ese es un recurso especial para ciertos casos, a juicio de las autoridades competentes. Además, como encarnados, desconocéis gran parte de los nacimientos teratológicos en que los cuerpos de los recién nacidos son criminalmente destruidos en el dintel de la cuna física, en los hogares de las familias de grandes recursos o de gran inescrupulosidad. No os será difícil observar que los xifópagos, en general, sólo sobreviven en la cabaña pobre del campesino, ya que en sus corazones, aunque aun rudos, se duelen de destruir "aquello que Dios sabe por qué lo hizo". Es indudable que los xifópagos, que son espíritus que se odian entre sí y casi siempre antipáticos a los propios padres, tienen pocas posibilidades de sobrevivir más allá de la cuna de nacimiento físico, pues, tanto espiritual como físicamente, son hospitalizados para el logro de la más breve expulsión del cuerpo carnal. Cuando tales criaturas desencarnan, ya sea debido al bombardeo mental encontrado en los propios hogares, ya sea en vista de la dificultad biológica que fue violentada en sus "genes" habituales, es muy común oír a los progenitores dar gracias a Dios, alegando que, tal vez reconociendo su equívoco, él los "llamó al cielo". Eso justifica el compungido sentimentalismo de que tales criaturas "sólo irían a sufrir en el mundo".
Innumerables veces, hemos presenciado las tentativas desesperadas que esos espíritus encadenados por el odio secular hacen para poder sobrevivir físicamente en los hogares que aun les son antipáticos y hostiles. La Técnica Sideral hace todos los esfuerzos posibles para concretizar tales experimentos rectificadores de culpas recíprocas. No obstante, en vista de que la humanidad no comprende la importancia de ese acontecimiento incomún, pero útil a los espíritus adversos, no suele pasar de un breve ensayo, generalmente fracasado de inicio por la hostilidad de la familia terrestre.
Cuando no es la propia contextura física que cede a los impactos mentales belicosos de los progenitores, deseosos de verse libres de los hijos anormales, hay que contar, además, con los espíritus de las sombras que obran decididamente para destruir la oportunidad que fue dada para que los desafectos busquen en la carne la prueba de su redención espiritual.
Pregunta: En vista de esa dificultad de sobrevivencia en la mayoría de los xifópagos, y de reducirse por tanto la oportunidad del reajuste espiritual entre los viejos adversarios separados por el odio implacable, ¿cuáles son los recursos que los técnicos del mundo espiritual adoptan para la solución de tan cruciante problema?
Ramatís: Ciertamente, no dudáis que la Tierra no pasa de ser un grano de arena suelto en el espacio, clasificado en las tablas siderales como un mundo de aprendizaje espiritual primario. Pero, el planeta terrestre no es el único mundo destinado a resolver en él las situaciones odiosas de los espíritus rebeldes. La ascensión espiritual se procesa a través de varios orbes semejantes, afines o divergentes, que representan otros tantos escenarios evolutivos y preparatorios para planos más evolucionados. Aquello que no es posible concretizar en un orbe físico, puede muy bien obtener éxito en otro mundo semejante o hasta inferior.
Existe incontable número de mundos, tanto por encima como por debajo de vuestro orbe de educación primaria, que actualmente sirven también para la depuración de los espíritus que todavía no se ajustan a las lecciones de afecto y de tolerancia. Los espíritus que todavía se odian, sin esperanzas de acuerdo fraterno, son enviados a mundos inferiores a la Tierra, y a través de nacimientos xifópagos o de deformaciones físicas, aprenden a soportarse por la mutua presencia y obligatoriedad.
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