Pregunta: ¿Cómo comprenderíamos mejor ese "desvío" que los venenos del periespíritu efectúan hacia la carne, cuando son reprimidos por los recursos de la terapia moderna?
Ramatís: La corriente letal vertida por el psiquismo enfermo, cuando es estorbada, se escurre por otras vulnerabilidades orgánicas, produciendo entonces, nuevos cuadros de enfermedades conocidas o exóticas. Desde el momento en que la Medicina o la Cirugía impidan su eclosión en la materia, ya sea por el bagaje medicamentoso o por la extracción de los órganos enfermos, no tengáis duda alguna: la expulsión ha de continuar en la próxima encarnación del espíritu, de no lograr efectuarla en los charcos depurativos del astral. En el primer caso, el cuerpo que ha de servir para la nueva encarnación, se convertirá en una esponja absorbente del tóxico psíquico que haya quedado reprimido y pese todavía en la economía del periespíritu; y el círculo vicioso de la patogenia humana ha de continuar hasta que, al fin, se complete la expulsión de todo el contenido enfermizo del alma. Por tanto, aunque los pacientes elogien la Medicina cuando ésta les hace el diagnóstico brillante de la sífilis, de la tuberculosis, de la diabetes, de la hepatitis o del artritisino crónico e interrumpe el "descenso" de los venenos psíquicos a la carne, es posible que en la encarnación siguiente, esos mismos espíritus vengan a despertar en la cuna física, condenados ya a terribles padecimientos que serán producidos por el mismo fluido tóxico que fue estancado por la intervención médica. Tal vez se verifique la poliomielitis, el reumatismo deformante, el cáncer, la epilepsia, las dermatitis graves o cualesquiera otras molestias o distrofias conocidas, que, además, pueden ser exacerbadas por otras nuevas irregularidades mentales y emotivas.
No basta, pues, lograr la masacre de los bacilos de Koch o de Hansen, de las espiroquetas, de los virus o de los parásitos indeseables, para que el morbo psíquico se agote y deje de nutrirlos, ya que él continuará circulando en el periespíritu, hasta que logre nueva oportunidad para ser expulsado. Es por eso que ciertas veces, después de haberse regocijado el médico por la curación de alguna enfermedad insidiosa, se sorprende dolorosamente cuando su paciente sucumbe víctima de otra molestia desconocida. Eso prueba que no hubo éxito terapéutico completo y que apenas fueran superados los efectos enfermos, mientras permanecía latente la causa mórbida psíquica que volvió nuevamente a herir el cuerpo carnal.
Pregunta: Considerando, por ejemplo, que determinado hombre debería desencarnar tuberculoso a los 60 años de edad, pero que como consecuencia del socorro médico queda curado a los 40 años, ¿podemos suponer que ese espíritu tendrá que enfrentarse en el futuro con una nueva existencia física, en la que tendría que sufrir tuberculosis por los 20 años restantes?
Ramatís: Nos vemos obligados a recordaros, una vez más, que en ese ejemplo que citáis, la Medicina no habría curado al enfermo y sí solamente reprimido la enfermedad. Sin duda, las toxinas psíquicas cuya expulsión completa sólo se harían efectivas a los 60 años de edad física, fueron refrenadas por la intervención médica a los 40 años y, realmente, aun restarían 20 años para su expulsión total. Pero hay que considerar que aunque el cuerpo quedase curado, no por eso habría disminuido la cantidad del veneno psíquico acumulado por el periespíritu, para lo cual la técnica sideral había previsto la expulsión total en el plazo de 60 años de vida carnal. Aunque el tisiólogo pudiese liquidar los bacilos de Koch y reconstituir el terreno pulmonar por la urgente calcificación del enfermo, ello no sería suficiente para poder comprobar que se extinguiera completamente el contenido tóxico incrustado en el periespíritu.
Pese al éxito del médico sobre el cuerpo carnal, las toxinas del periespíritu no desaparecerán, pues la cantidad reprimida antes del plazo marcado para su "descenso" total, continuaría todavía afligiendo al espíritu en el mundo astral, después de su desencarnación.
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