Ramatís: Es bien sabido que todas las filosofías del Oriente que pregonan la liberación del espíritu del yugo de la materia, han preceptuado siempre que la primera conquista de virtud del discípulo, consiste en el abandono definitivo de la nutrición carnívora. Como Allan Kardec, al codificar la doctrina espiritista se inspiró en los postulados de la filosofía espiritualista oriental, no deben los espiritistas considerar improductivo y hasta censurable que se les recomiende que no se alimenten con la carne de los animales. Eso equivale a defender y alabar la alimentación carnívora, en lo que Kardec nunca pensó. Todo el esfuerzo moderno para la espiritualización del mundo, no puede dejar de situar sus raíces iniciáticas en la experiencia milenaria del Oriente, cuya tradición religiosa, de templos dignos de respeto, tiene por fundamento esencial la doctrina vegetariana. Nada extrañaríamos si esa censura proviniese de miembros de religiones sectaristas que no comprenden todavía lo que sea la evolución del espíritu y no creen que el animal pueda tener alma, ni que los perjuicios que causáis al cuerpo carnal se reflejan en el cuerpo espiritual; pero es siempre contradictorio que el espiritista abogue por la práctica de la ingestión del cadáver de su hermano inferior, cuando ya es portador de una conciencia más amplia y desarrollada, bajo la alta pedagogía de los maduros valores iniciáticos del pasado.
¡Es probable que nuestras reflexiones sobre el vegetarianismo sean consideradas improductivas y ostensivas, por parte de cierto porcentaje de espiritistas; no obstante, sus censuras contra aquel sistema y sus alabanzas a la nutrición carnívora, implican la consideración que Dios fracasó lamentablemente en cuanto a la creación de recursos para nutrir a sus hijos, y tuvo, por ello, que echar mano del execrable recurso de criar cabritos, conejos, puercos, bueyes y carneros, destinados exclusivamente al sacrificio cruel de las mesas humanas!
Si los animales pudieran hablar, ¿qué dirían con respecto a esa gentil disposición de muchos espiritistas de devorarlos bajo festivos menús y requintados mojos que dejan boquiabiertos a muchos zulúes antropófagos?
Es extraño, por tanto, que todavía se hagan censuras a las peticiones siguientes, en las que hemos fundamentado nuestra principal labor:
-
que no cooperéis para el aumento de mataderos, frigoríficos y carnicerías;
-
que no promováis los efusivos asados sangrientos, en la confraternización espirita;
-
que evitéis que penetre en vuestra aura el viscoso y nauseabundo adherente del astral inferior que se liberta del animal sacrificado;
-
que os separéis, lo más pronto posible, de los viejos antepasados "caiapós" o "tamoios" que, debido a la ignorancia de los postulados espiritas, se devoraban unos a otros en repugnantes ágapes;
-
que si no encuentra eco en vuestros espíritus todo cuanto venimos solicitando, por lo menos tengáis piedad del animal inocente, que es vuestro hermano menor ante Dios.
¡De este modo, podréis integraros en los conceptos amorosos de Jesús y corresponder a la dádiva generosa del Creador, que cubre el suelo terrestre de hortalizas, legumbres y árboles cargados de frutos, en la divina y amorosa oferta viva para la nutrición sana!
Pregunta: Hay quien contesta a vuestras opiniones, alegando que Allan Kardec no censuró, en sus obras, la alimentación carnívora, ni la consideró indigna o impropia de los espiritistas. ¿Qué podéis decir a esto?
Ramatís: Allan Kardec se vio compelido a adaptar sus sensatos postulados al espíritu psicológico de la época, evitando entrar en conflicto, no sólo con la mentalidad profana —todavía bastante estrecha debido a la esclavitud del dogma religioso-sino también con las instituciones responsables de la economía, en donde la industria de la carne representaba una de sus bases fundamentales. Toda vez que el vegetarianismo era una doctrina practicada por un pequeño número de iniciados que se aproximaban a las fuentes espiritualistas del Oriente, sería prematuro e inconsecuente que el noble codificador afirmase ese postulado en el Espiritismo recién expuesto al público, lo que podría hacerse ridículo para los neófitos de la doctrina. En aquella época, la simple recomendación de abstinencia completa de la carne, como principio de una doctrina codificada para la masa común, acarrearía el fracaso incontestable de esa doctrina. El Espiritismo, en su inicio, fue encarado más como revelación de preceptos esotéricos que como doctrina de orden moral y disciplina evangélica, cuyas virtudes eran consideradas todavía como exclusividad de la religión dogmática dominante. No obstante, en su base se oculta el mensaje clarísimo para aquellos "que tuvieran ojos para ver", en la que Allan Kardec os legó sugestiva y sibilina advertencia que dirige particularmente a sus adeptos, con relación al vegetarianismo.
Examinando la magnífica obra de Kardec, que constituye la Tercera Revelación en el ámbito de vuestro planeta en progreso espiritual, os daremos algunos apuntes que distinguen, perfectamente, el pensamiento del autor sobre la alimentación vegetariana.
El codificador, en nota personal, aclarando a la respuesta de la Pregunta Nº 182, del Capítulo IV del Libro de los Espíritus, "Encarnación en los Diferentes Mundos", dice:
"A medida que el espíritu se purifica, el cuerpo que lo reviste se aproxima igualmente a la naturaleza espirita. Se le hace menos densa la materia; deja de arrastrarse penosamente por la superficie del suelo; se le hacen menos groseras las necesidades físicas, no siendo ya preciso que los seres vivos se destruyan mutuamente para nutrirse."
Está obviamente implícito en esta nota, que si la destrucción entre los seres vivos, para nutrirse, es siempre un estado de inferioridad y de "necesidad grosera", el hecho que la criatura no se nutra de seres vivos, representa un estado de superioridad espiritual. Tal práctica es más culpable e inferior entre los espiritistas, por el hecho que éstos son portadores de una conciencia más nítida de la verdad superior de la vida del espíritu; al mismo tiempo que la adhesión al Espiritismo, implica también un aumento de la responsabilidad moral.
En el capítulo VI, se hace la Pregunta Nº 693:
"¿Será contrario a la ley de la naturaleza el perfeccionamiento de las razas animales y vegetales, por la ciencia?"
La entidad consultada, que afirma el principio espirita, responde:
"Todo se debe hacer para llegar a la perfección; y el propio hombre es un instrumento del que se sirve Dios para alcanzar sus fines. Siendo la perfección la meta a que tiende la naturaleza, favorecer esa perfección es corresponder a las vistas de Dios."
Evidentemente, si el hombre, como intermediario de Dios debe hacer todo lo que sea necesario para que el animal llegue a la perfección, con el fin de corresponder a lo que Dios preceptúa, un acto contrario a tal precepto, no atiende, indiscutiblemente, a los designios del Creador y no favorece el perfeccionamiento del animal. En consecuencia, los espiritistas que realmente han comprendido esa disposición doctrinaria, de elevado concepto espiritual, en modo alguno deberán continuar transformando sus estómagos en un cementerio de la carne de su hermano inferior, pues esa práctica en modo alguno lo perfecciona, y sí lo destruye cruelmente.
En la respuesta del N"º 693, la entidad continúa, textualmente:
"Todo lo que embaraza a la naturaleza en su marcha, es contrario a la ley general."
Dostları ilə paylaş: |