Fisiología del Alma



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Pregunta: En vista de ciertas argumentaciones de cofrades contrarios al vegetarianismo, quienes afirman que la buena literatura mediúmnica no corrobora vuestras afirmaciones, os quedaríamos muy agradecidos si nos citaseis algunas obras de valor espiritual o de naturaleza medianímica, que nos compro­basen vuestras aserciones.

¿Os sería posible dispensarnos esta atención?



Ramatís: Encontramos inconveniente —porque tomaría mu­cho espacio en esta obra— reproducir todo lo que dice la literatura espiritista. Reproduciremos lo que nos parece más provechoso y de mejor claridad para vuestras actuales compren­siones. La "Sabiduría Antigua", de Annie Besant, en la página 69, capítulo II, "El Plano Astral", dice:

"La masacre organizada y sistemática de los animales, en los mataderos, las matanzas que la pasión por los de­portes provoca, lanzan cada año, en el mundo astral, millones de seres llenos de horror, de espanto, de aversión por el hombre."

“Terapéutica Magnética", de Alfonso Bué, página 41, Nº 26, dice: "Para desarrollar las facultades magnéticas, el régimen vegetariano, aplicado sin exageración y sin preven­ción exclusiva es, incontestablemente, lo mejor; es necesario comer poca carne, suprimir por completo el uso del alcohol y beber mucha agua pura."

¡En vista de lo que queda expuesto arriba, os será fácil valorar cuan difícil se hace, para el médium que da pases, cum­plir sus deberes con el estómago abarrotado de carne!

Afirma un médico de vuestro orbe, que goza de excelente concepto científico, el profesor Radoux, de Lausanne, lo siguiente:

"Es un preconcepto creer que la carne nutre la carne. El régimen de carne y de sangre es, por lo contrario, nocivo a la belleza de las formas, a la lozanía de la tez, a la fres­cura de la piel y a lo sedoso y brillante de los cabellos. Los comedores de carne son más accesibles que los vegetaria­nos, a las influencias epidémicas y contagiosas. Las miasmas mórbidas y los virus, encuentran un terreno maravillosamente preparado para su desarrollo, en los cuerpos saturados de humores y de sustancias mal elaboradas, nocivas o medio fermentadas y en descomposición."

De la literatura medianímica espiritista, podemos citar al­gunos trozos de obras que reconocemos de incontestable valor, que sirven para orientar la actitud de los espiritistas con los ob­jetivos superiores. En "Misioneros de la Luz", obra recibida por francisco Cándido Xavier, el autor espiritual focaliza situaciones que comprueban la importancia del vegetarianismo entre los adeptos del Espiritismo. En el capítulo IV, página 41, evocando su existencia física, el autor dice:

"Con el pretexto de buscar recursos proteicos, exter­minábamos pollos y carneros, lechones y cabritos inconta­bles. Comíamos los tejidos musculares y roíamos los huesos. No contentos con matar los pobres seres que nos pedían rutas de progreso y valores educativos para atender mejor la obra del Padre, dilatábamos la acción de la exploración milenaria, e infligíamos a muchos de ellos determinadas mo­lestias para que sirviesen nuestros paladares con más efi­ciencia. El puerco común, era puesto por nosotros en régi­men de ceba y el pobre animal, muchas veces a costa de residuos, debía crear para nuestro uso ciertas reservas de grasa, hasta que se postrase por completo, doblegado por el peso de mantecas enfermizas y abundantes. Colo­cábamos gansos de modo que engordaran al máximun, para que se les hipertrofiasen los hígados, con el fin de obtener pastas sustanciosas y famosas, sin preocupación alguna para con las faltas cometidas con el propósito de lograr supuestas ventajas en el enriquecimiento de valores culinarios. En nada nos dolía el cuadro de las vacas-madres, en dirección al matadero, para lograr que nuestras cazuelas oliesen agra­dablemente."

Más adelante, en la página 42 de la misma obra, el autor cita parte de un diálogo con una autoridad técnica de este lado:

"Los seres inferiores y necesitados del planeta, no nos encaran como superiores generosos e inteligentes, sino como verdugos crueles. Confían en la tempestad furiosa que per­turba las fuerzas de la naturaleza, pero huyen desesperados cuando se aproxima el hombre de cualquier condición, con excepción de los animales domésticos que, por confiar en nuestras palabras y actitudes, aceptan el cuchillo en el matadero, casi siempre con lágrimas de aflicción, incapaces de discernir con su raciocinio embrionario, dónde comienza nuestra perversidad y dónde termina nuestra comprensión."

El efecto deplorable de la matanza animal, en vuestro mun­do, repercute en este lado de modo entristecedor. Es un pro­blema que requiere esfuerzos heroicos por parte de los desencar­nados bien intencionados, pues la sangre derramada al azar, es un alimento vigoroso para nutrir a los perversos e infelices espíritus sin cuerpo físico, prolongándoles los intentos más abyectos.

De la misma obra "Misioneros de la Luz", y en atención a vuestros ruegos, indicamos la página 135, en la que encontra­réis la corroboración de lo que sencillamente os dejamos relatado. Ante el cuadro aterrador del matadero, en el que se procesaba la matanza de bovinos, el autor describe la turba de espíritus famélicos que en lastimables condiciones, se tiraban desesperados a los borbotones de sangre viva, intentando obtener el tonus vital que les proporcionase un contacto más nítido con el mundo físico. El autor, reproduciendo la palabra de su mentor, dice:

"Estos infelices hermanos que no nos pueden ver por la deplorable situación de embrutecimiento e inferioridad, están succionando las fuerzas del plasma sanguíneo de los animales. Son hambrientos que causan piedad."

La escena identifica una de las más funestas realidades que se producen debido a la matanza del animal, pues las almas esclavas todavía de las sensaciones inferiores, que deambulan por el Espacio sin objetivos superiores, encuentran en los lugares donde se derrama en profusión la sangre del animal, los medios que necesitan para consolidar las persecuciones e incentivar el desorden humano. El autor en cuestión, transcribe a continua­ción un nuevo diálogo con su interlocutor desencarnado:

"¿Por qué tal sensación de pavor, amigo mío? Sálgase de sí mismo, quiebre la coraza de la interpretación personal, y acérquese al dilatado campo de la justificación. ¿No hemos visitado ya nosotros en la esfera Terrestre, las car­nicerías más diversas? Recuerdo que en mi antiguo hogar terrestre, había gran alegría familiar cuando se realizaba la matanza de los puercos. Los trozos de carne y la manteca, representaba abundancia en la cocina y confortamiento para el estómago. Pues con el mismo derecho se acercan los desencarnados (tan inferiores hoy como ya lo fuimos noso­tros antes), de los animales muertos cuya sangre humeante les ofrece vigorosos elementos vitales."

Quedó demostrado en esa obra medianímica de crédito, que el vicio de la alimentación carnívora es señal de inferioridad espiritual. La ingestión de vísceras cadavéricas y la consiguiente adhesión al progreso de los mataderos, mantiene la fuente que todavía sustenta la vitalidad de los obsesores y de los agentes de las tinieblas, sobre la humanidad terrestre. El terrícola paga dia­riamente bajo la multiplicidad de los dolores, incomodidades y consecuencias funestas en su hogar, la incuria espiritual de devo­rar los restos del animal criado por Dios y destinado a fines útiles.

Otro autor espiritual (el Hermano X, bajo el tema "Entre­namiento para la Muerte"), a través del mismo médium que enunciamos, conceptúa valerosamente:

"Comience la renovación de sus costumbres por el plato de cada día. Disminuya gradualmente la voluptuosi­dad de comer la carne de los animales. El cementerio de la barriga, es un tormento después de la grande transición. El lomo de puerco o la chuleta de ternera adobados con sal y pimienta, no nos sitúan muy lejos de nuestros ante­pasados, los indios que se devoraban unos a los otros."

Emmanuel, el mentor del referido médium, en comunicación que destacamos, aludiendo a la aparición y a la evolución del hombre, se manifiesta así:

"Los animales son los hermanos inferiores de los hom­bres. Ellos también, como nosotros, vienen de lejos, a través de luchas incesantes y redentoras y son, como nosotros, can­didatos a una posición brillante en la espiritualidad. No. es en vano que sufren en las faenas benditas de la dedicación y de la renuncia, en favor del progreso humano."

Se evidencia, por tanto, a través de esas declaraciones de espíritus que merecen el mayor crédito en la labor medianímica espiritista y que son de vuestra plena confianza, que es muy grave la responsabilidad de los espiritistas en lo tocante a la alimentación carnívora. ¡En modo alguno les será tolerado por la Ley de la Vida (de la cual no podrán alegar desconocimiento), cualquier disculpa posterior con la que pretendan suavizar la culpa de haber trucidado a su hermano inferior! Es la propia bibliografía espiritista, comúnmente señalada como la directriz oficial de la conducta espirita, la que os notifica de tales deberes y os acentúa la urgente necesidad del vegetarianismo. Ya os hemos dicho que las humanidades superiores son enemigas del macabro banquete de vísceras cadavéricas. Os recordamos el sensato concepto de Allan Kardec, que "la naturaleza espiritual debe predominar sobre la naturaleza animal". De ello podéis tener la comprobación a través de las obras mediúmnicas que afirmáis que os merecen confianza.

En "Nuevos Mensajes", obra recibida por el acreditado mé­dium Francisco Cándido Xavier, en la página 63, en el capítulo "Marte", os será fácil encontrar lo siguiente:

"Tales providencias, explica el espíritu superior y bene­volente, se destinan a proteger la vida de los reinos más débiles de la naturaleza planetaria, porque en Marte, el problema de la alimentación esencial a través de las fuerzas atmosféricas, ya fue resuelto, siendo desechada por sus fe­lices habitantes la ingestión de las vísceras cadavéricas de sus hermanos inferiores, como sucede en la Tierra, sobre­cargada de frigoríficos y mataderos."

No nos extendemos en este trabajo en la trascripción de obras mediúmnicas, porque sobrepasaríamos el límite de nuestro propósito. Solamente hemos señalado, someramente, el contenido de confianza que deseabais, el cual podréis abarcar en sus de­talles, consultando las fuentes mencionadas.




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