Pregunta: ¿Cuáles son los ambientes en que más pululan esos obsesores en el mundo terrenal, a la procura de "vasos vivos"?
Ramatís: La Pregunta encierra casi, por sí sola, la respuesta: pues sabéis muy bien que son los prostíbulos, las casas de juego, las tabernas o casas de bebidas, los ambientes a los cuales concurren los desordenados del Más Allá. Ellos se codean con sus víctimas y las impelen a cometer toda suerte de desarreglos con la bebida. Casi siempre, el porcentaje de espíritus viciosos que rondan y acicatean a los imprudentes que abusan del alcohol, es mucho mayor que el de los que se entregan a otro tipo de influencias, y está constituido por tipos sedientos, lúbricos y coléricos, cada día más afligidos ante la falta del cuerpo físico que les permitiría satisfacer su vicio. Los hay, desde los miserables que en el mundo terrenal fueran parias o sin hogar, o que sucumbieron envilecidos por el aguardiente de mesas abundantes en lujosos palacetes y que se desvergonzaron por el whisky carísimo. A los desencarnados no les importan las posesiones, la cultura, la jerarquía o los privilegios de que hayan disfrutado en el mundo carnal: el alcoholismo es una desgracia que, después de la muerte del cuerpo, ¡iguala y reúne a los miserables y a los millonarios! Ellos se aproximan, victimados por el mismo deseo y la misma necesidad, para formar bandos o falanges desesperadas que, ligadas por los mismos intereses, se apoyan mutuamente en la búsqueda de sensaciones pervertidas.
Mientras en torno de las mesas ruidosas de los ambientes viciados, adornadas pródigamente con las más exóticas mezclas alcohólicas, los encarnados sueltan chistes inconvenientes, comentan casos escabrosos y se divierten con el anecdotario indecente, se amontonan a su alrededor rostros deformes, labios babosos y caras congestionadas de infelices espíritus que parecen más bien aves monstruosas y parecidas al cuervo, que revolotean sobre las vajillas y succionan los vapores etílicos, moviéndose rápidos en medio de la cerrazón espesa que se exuda de las auras de los terrenales alcoholizados.
Ciertos Vicios, deforman y estigmatizan terriblemente las figuras humanas, por eso, cuando luego las encontráis en el Más Allá os es muy difícil reconocer en ellas a algunas que en la Tierra atravesaban las calles de las ciudades reclinadas en lujosos vehículos o vistiendo carísimo traje ostentando costosos cigarros entre los dedos carnosos y decorados con espléndidos anillos. ¡Las víctimas de la saña alcohólica, después de desencarnadas, causan espanto y horror a sus propios parientes íntimos, que se compungen al encontrarlos transformados en vampiros sedientos de alcohol! Sucede eso, porque cualquier deseo incontrolable y subvertido por la degradación viscosa, corrompe las líneas estéticas del periespíritu, toda vez que el envilecimiento psíquico tiende a procesar el retorno de la figura humana a las formas bestiales de los animales inferiores que, desde luego, fueron habitadas por el alma en su evolución primaria, dependiendo los contornos, de la intensidad del vicio alimentado. Entonces, el espíritu exhuma a la superficie de su fisonomía la vieja plasticidad de la animalidad ancestral, que sirvió para constituir el fundamento de su configuración humana.
Como la acción nefasta del alcohol no respeta la posición social, intelectual o económica del individuo, y perjudica insidiosamente cualquier organismo, las deformidades teratológicas producidas por el agente etílico, tanto estigmatizan al bebedor que se degrada por medio del aguardiente barato, como a aquel que se embriaga constantemente con la bebida más cara del orbe.
Pregunta: Los espíritus viciosos que intentan dominar a los encarnados también viciosos, ¿consiguen sus fines solamente entre los que frecuentan los ambientes corrompidos, o pueden intervenir también en sus vidas particulares, incluso a distancia de los lugares del vicio?
Ramatís: No os olvidéis que 'los semejantes atraen a los semejantes", por cuyo motivo, el imprudente que atrae amistades tan peligrosas como las de los espíritus viciosos, tendrá que realizar más tarde ingentes esfuerzos para conseguir librarse de ellas. Sabéis muy bien que tanto las aves como las culebras, pueden acostumbrarse a vuestra presencia, haciendo todo lo posible para permanecer con vosotros, siempre que las tratéis como ellas lo desean. Del mismo modo, si os entregáis constantemente al abuso de las libaciones alcohólicas dejándoos vampirizar por las almas viciadas con el alcohol, es obvio que ellas harán todo lo posible para llevaros a la práctica del vicio en cualquier lugar en que podáis alimentarlo. Después de obtener cierto dominio sobre los individuos inclinados al alcohol, tales espíritus muy difícilmente se conforman a perder su "vaso vivo" y lo acompañan a todas partes, pues así pueden conocer mejor sus cambios psicológicos y emotivos. Así, experimentan sus víctimas en todas sus vulnerabilidades; provocan riñas familiares y disgustos profundos, para, de inmediato, despertarles reacciones emotivas, que frecuentemente llevan sus víctimas a una mayor ingestión de bebidas alcohólicas. Cuando esas infelices víctimas se inclinan a participar en fiestas nocturnas, entre grandes libaciones alcohólicas, los alcohólicos del Más Allá recrudecen en su vampirismo repelente, actuando de modo hipnótico sobre sus víctimas, para que procuren siempre los ambientes pecaminosos.
De ahí el gran peligro que existe para los encarnados que se ponen a frecuentar "dancings", cabarets, "boites" y otros ambientes del vicio que, aunque estén disfrazados bajo el rótulo de diversiones inocentes, son locales en los cuales los vampiros alcohólicos —tal como consta en la leyenda de los demonios tentadores— permanecen vigilando todos los pasos, intenciones y pensamientos de sus víctimas. Ellos los esperan a distancia del hogar, los siguen hasta su empleo y los aguardan hasta a la salida de los templos en donde no se les permite entrar debido a las fronteras vibratorias de los pensamientos dignos.
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