Fisiología del Alma



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Pregunta: Cierto manual homeopático recomienda que du­rante el tratamiento por la Homeopatía, se debe evitar en abso­luto el uso de la carne, puesto que sólo así podrá conseguirse la curación deseada. ¿Hay fundamento dietético en esa exigencia tan severa?

Ramatís: Esa recomendación, que os puede parecer tan fútil, pone de relieve la gran importancia higiénica del aura vital del enfermo que se debe someter al tratamiento de la medicina homeopática. Los carnívoros no son los candidatos ideales para la terapéutica de las dosis infinitesimales, aunque puedan tam­bién ser curados con éxito, gracias a los recursos y a la habili­dad de los buenos homeópatas. A pesar de hallarse la humanidad terrena muy familiarizada y viciada con el carnivorismo, los cooperadores de las churrascadas, de los mataderos y del des­cuartizamiento de los animales y de las aves, siempre perturban la línea evolutiva que Dios estableció para las especies infe­riores. Además, hay que considerar que el campo denso de las energías inferiores despiertas por el aura vital del animal sa­crificado, que es ingerido después de haber sido cocinado o asado, acaba neutralizando la mayor parte de las fuerzas que las dosis homeopáticas de alta dinamización hacen surgir en el individuo enfermo. A continuación de la ingestión de la carne, los fluidos repelentes del astral inferior del animal sacrificado, se funden con el aura periespiritual humana y degradan su po­tencial energético dinamizado. La esencia potencializada de la Homeopatía, se diluye, conturbada, sin poder superar el campo de condensación vibratoria inferior. La acción dinámica de la Homeopatía sobre el sistema endocrínico y nervioso, también es dificultada, pues los chakras del doble-etérico, bajo la acción del astral animal, disminuyen sus vórtices de aceleración y re­ducen su capacidad receptiva al energismo homeopático y cata­lizador de las fuerzas adormecidas del cuerpo físico. Entonces, el sutilísimo tratamiento infinitesimal exige mayor cuota de tiem­po para obtener una curación razonable o tal vez de poco éxito.

He ahí por qué los médicos homeópatas consiguen mayor éxito terapéutico entre los vegetarianos, así como entre aquellos que, durante el tratamiento, eliminan por completo el uso de la carne y de las grasas animales; mientras que el promedio de curaciones se reduce entre los enfermos por demás viciados con la nutrición carnívora. Siendo la Homeopatía una medicina de incontestable alcance espiritual, no sólo requiere un régimen alimenticio superior, el cambio de hábitos perniciosos y el que­brantamiento de las pasiones violentas, sino que depende tam­bién mucho, para su mayor éxito, del control temperamental del enfermo.

También hay que considerar que los ataques de cólera, celos, odio e irritaciones, reducen en mucho el éxito homeopático, pues esas violentas explosiones mentales, siembran partículas lesivas y bombardean el aura de las energías vitales despertadas en el organismo carnal.

Pregunta: Algunos médicos alópatas, dicen que las curacio­nes atribuidas a la Homeopatía, son solamente consecuencia de la propia dieta exigida durante el tratamiento por las dosis in­finitesimales. Afirman que un régimen dietético es casi siempre suficiente para promover ciertas mejorías y hasta producir cu­raciones extraordinarias. ¿Qué podéis decirnos sobre esas ale­gaciones de los opositores a la Homeopatía?

Ramatís: La dieta exigida por la terapéutica homeopática, es absolutamente científica y electiva al delicado tratamiento de las dosis infinitesimales, pues si el paciente ingiere la sustan­cia dinamizada en la forma de un sutilísimo campo de energía libre e imponderable, debe también aprovechar lo mejor posible ese campo energético potencializado en su cuerpo físico. Desde el momento en que se persista en una alimentación dominada por la glotonería, excesivamente tóxica y grasienta, que exigirá todo el esfuerzo de su metabolismo nutritivo, consumiendo ade­más la reserva dinámica propiciada por la Homeopatía, sin poder regenerar a tiempo las células cansadas o eliminar los residuos venenosos que pesan sobre el organismo, ¡es evidente que resultará desperdiciado todo el tratamiento cuidadoso y bienhechor de la prescripción medicamentosa del médico ho­meópata!

Sería un absurdo que después de haberse administrado una dosis masiva de vitaminas a un leñador completamente exhaus­to, se precipitase él, en seguida, a cortar leña hasta caer nueva­mente aniquilado. Así acostumbran a proceder muchos pacien­tes sometidos al tratamiento de las dosis infinitesimales de la Homeopatía; pues subestiman la dieta rigurosa, en la seguridad de que apenas ingieren algunas gotas de alcohol absoluto di­suelto en agua destilada quedan totalmente renovados. Ignoran, por tanto, que el éxito de la curación depende, principalmente, de la mayor cuota de fuerzas que puedan economizar en sus necesidades cotidianas, con el fin de no consumir las energías necesarias al propio cuerpo para que pueda reparar sus desarmo­nías orgánicas.

Durante el tratamiento dinámico homeopático, es preciso que se reduzca al mínimo el servicio de los órganos nutritivos y drenadores del cuerpo físico, para poder asegurar el mayor aprovechamiento de las energías que fueron catalizadas por la medicina homeopática en favor del equilibrio y de la recupe­ración de su mecanismo fisiológico. Si el paciente logra econo­mizar el mayor porcentaje posible de las fuerzas vitales que son aceleradas por la presencia del catalizador homeopático, le será posible lograr también el máximo aprovechamiento, pudiendo dirigirlas hacia los plexos nerviosos y los sistemas neuro-endocrínico, circulatorio o linfático, obteniendo, así, el éxito deseado.


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