Fisiología del Alma



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Pregunta: Pero está fuera de duda que si nosotros sufrimos limitaciones impuestas por el determinismo kármico del planeta en que habitamos, nuestro libre albedrío se hace inútil, ¿no es así?

Ramatís: El ejercicio de vuestro libre albedrío va mucho más allá de lo que pensáis, toda vez que ya sois una voluntad espiritual definida y superior al propio orbe que habitáis. La diferencia principal para con el Karma del planeta, está en que debéis asumir la responsabilidad de todos vuestros actos, sean buenos o malos. El cuerpo material del planeta Tierra, representa la vestimenta exterior del Ángel Planetario, que lo alimenta en espíritu desde su intimidad mental y astral. Su voluntad poderosa significa la propia Ley actuando en armonía con el Karma de los demás planetas del sistema, actuando de común acuerdo con el Ángel Constelatorio, que es el responsable del progreso de toda la constelación solar.

Aquello que consideráis un determinismo implacable tor­ciendo vuestro libre albedrío, es apenas el equipo de leyes que emanan del espíritu planetario del orbe terrestre y regulan, por tanto, el ajuste planetario como el crecimiento armonioso de su humanidad. Cuando os ajustéis a esas leyes evolutivas y sólo sepáis obrar en favor de vuestro beneficio espiritual sin entrar en conflicto con la colectividad, os será facultado el ejercicio del libre albedrío de modo ilimitado. Por tanto, el hombre terrestre no puede disfrutar el derecho de ejercer su voluntad absoluta, pues hasta en sus relaciones genésicas se muestra inferior a los animales, que las respetan y las practican solamente en épocas adecuadas y exclusivamente con la finalidad de procrear.

En vista del extremado egoísmo, de la codicia y de la cruel­dad del actual ciudadano terrestre, ¡vuestra vida sería un continuo desorden y un constante conflicto, si los poderes humanos pudiesen gozar impunemente de su libre albedrío!

Pregunta: Toda vez que es nuestra responsabilidad la que reduce el uso del libre albedrío, ¿cómo podríamos ejercerlo de modo más amplio?

Ramatís: Es Jesús quien responde mejor a vuestra indaga­ción, cuando establece la regla siguiente! "Procurad la Verdad y la Verdad os hará libres." Cuando El nos advirtió que su reino no era el del mundo material del César y sí el reino del espíritu eterno, nos indujo también a creer que el libre albedrío humano aumenta a medida que el hombre se liberta de la esclavitud de las formas y vive más dedicado al mundo del espíritu, en el que su voluntad angélica puede ejercerse de modo ilimitado.

El determinismo kármico de la Tierra, limitado por el determinismo kármico de su constelación solar, reduce también el libre albedrío y la plena acción de la voluntad humana. El mundo material, con su sustancia letárgica, significa el ergástulo que aprisiona el espíritu, cuya naturaleza esencial es la de la libertad en el Más Allá. En consecuencia, ese libre albedrío —o esa voluntad a que os referís— sólo puede ser ejercido más ampliamente a partir del momento en que os liberéis más de la sustancia material que compone y limita el cuerpo exterior del planeta.

A medida que os vayáis integrando en el Cristo planetario, que es el espíritu excelso que nutre vuestro orbe, crecerá sin duda vuestro libre albedrío en relación con los demás seres y cosas, pues angelizándoos, iréis siendo más conscientes de la Verdad Eterna. Con el fin de que despierten la conciencia de su individualidad espiritual, Dios lanza las almas vírgenes en la corriente de la evolución planetaria de los mundos físicos. De ese modo, curtido por las lecciones de la vida humana y sufriendo las imposiciones de la propia morada material, ellas terminan consolidando las líneas que marcan la demarcación de "ser" y de "existir" en el seno de la propia Conciencia Cósmica.

El Karma de la Tierra, os impone un determinismo resul­tante de sus propias modificaciones kármicas, y éste de los demás orbes del sistema solar. Entonces, quedáis también suje­tos a los movimientos y a las alteraciones kármicas terrestres, y vuestros ideales, proyectos e intereses individuales, sólo pueden ser realizados o satisfechos hasta donde no choquen con los provechos de la colectividad. La Ley Kármica, pues, en su función de activar el progreso del Cosmos, tanto regula y limita el mo­vimiento del individuo para armonizarlo con su comunidad, como ajusta los movimientos de ésta, de acuerdo con las modificaciones y la estabilidad del campo planetario.




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