Gonzalo fernández-gallardo jiménez



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9.- ANTES DE LO PREVISTO.

Se había programado para el día 27 de abril, pero el convento de San Francisco de Badajoz pasó a los Franciscanos Observantes siete días antes: el 20 de abril de 1567:



“Testimonio dado en la çiudad de Badajoz, domingo veynte dias del mes de abril de mil y quinientos sesenta y siete años, ante el señor Don Juan de rribera obispo deste obispado y ante Juan Rodriguez gallego notario apostólico y de la audiencia episcopal en rrazon de la rreduccion de los padres claustrales a la observancia, lo que se hizo juntamente con el padre guardian y discretos de la cassa y la posesion que se tomo por el convento del señor san Francisco a fojas.

Yten un inventario de los bienes de la hazienda y escrituras del dicho convento que paso ante Rodrigo Cabellos clerigo notario de la dicha audiencia y entrega que se hizo de los dichos bienes y escrituras a Lorenzo Anjeco vecino de la dicha çiudad depositario nomrado por el dicho señor obispo, en fecha en veinte y nueve dias de mayo de dicho año de mil y quinientos y sesenta numero 2 (sic)”335.
Los hechos, sin duda dramáticos, tuvieron lugar inmediatamente. El día 25 de abril, Alonso Gutiérrez escribía al Rey. Desconocemos dicha carta, pero sí la respuesta336 que mereció; por ella sabemos algunos detalles sobre cómo se fueron desarrollando los acontecimientos y con qué problemas tropezaban sus ejecutores.

En la Corte no se perdonaba el "chivatazo": "Lo primero será deciros que estamos satisfechos de que por vuestra parte no huvo descuydo en lo del secreto que se davia guardar, y assi en quanto a esto podeys estar con el animo reposado". ¿Se había dudado de él? ¿O había sido del otro provincial implicado, Luis de Zapata? Parece que se albergaban dudas sobre alguno de estos grandes personajes, pues si no, ¿a qué vienen estas palabras tranquilizadoras?

Por otra parte, se constataba "la apprehension" del colegio de Salamanca, lamentando que no se hubiese realizado también la reforma.

A la hora de interpretar los breves pontificios se estaba aplicando un criterio amplio: "paresce aca lo mismo que a vos, que, en las palabras generales de reformacion se comprehende todo, y que en virtud dellas se puede hazer lo que fuere menester". Aún más, " y si faltase algo, en el Breve que se espera, verna la comission mas cumplida" -aquí se refería a la cuestión de las abadesas-.

Se recurría de nuevo a ese breve que se esperaba para confirmarle que se les concederá "el abbreviar las proffessiones de los conventuales que quedaran en la observancia".

También se insistía en pedir al Papa una facultad "para vender las rentas de algunos monasterios de conventuales, y que el dinero se emplee en reparar las casas y ponerlas al estylo de observancia". Pero, desde Madrid se le decía que hiciese relación de cómo estaba la situación, para luego enviarlo a Roma. Mientras tanto debían celebrar las misas forzosas, hasta ver a qué se destinaban los bienes de las obras pías.

El citado Provincial había pedido más ayuda de "las justicias seglares"; se le concedió; y, además, le enviaron 300 ducados. Pedía también "que se advierta a los Obispos que en estas cosas de la reformacion os den credito... somos ciertos que ellos lo haran assi, en cumplimiento de lo que les tenemos escripto, pero si acaso vieredes que es menester que se lo ordenemos de nuevo, avisareisnos dello, que mandaremos que se haga con la voluntad que lo demás, y siempre nos enbiareis relacion del successo que el negocio tuviese, porque holgaremos en saberlo". Éste es un tema importante. De esta insatisfacción del ministro provincial, podemos deducir que algunos obispos no estaban de acuerdo con esta reforma, o al menos con el modo de llevarla a cabo. Y lo mismo algunas autoridades civiles. Por otra parte, se intuye una situación de escasa libertad, de intimidación y de evidente injerencia de la Corte en una cuestión del orden interno de la Iglesia.

No sólo algunos obispos y autoridades civiles se habían mostrado reticentes. Refiriéndose a las Clarisas de Toro, el rey escribía337: " algunos de los parientes de dichas monjas, y otros letrados y procuradores suyos las emponen y animan, a que se pongan en quererse defender de lo que se heze". Al obispo de Zamora, Juan Manuel, se le concedía que se pusiese de acuerdo con el Provincial para sacar a cinco o seis monjas, pues "estando aquellas fuera, las unas osarian declarar lo que deseen, y las otras temerian señalarse en contrario". Y, para colmo, se añadía: "y si acaso de la Chancilleria de Valladolid, passasen adelante en lo de la provicion, que embiaron para que se les remitiesse el processo, avisareis dello, para que yo les embie a mandar que sobresean y repongan lo hecho, aunque tenemos por cierto que si vos haveis avisado al Presidente de como procedeis en este negocio por orden de su Santidad y mio, havra ya ordenado que no se vaya a la mano, ni a vos, ni a vuestros oficiales". Así pues, se intimidó a las monjas, a los obispos y a los más altos tribunales de justicia.

La resistencia de estas monjas de Toro choca con la docilidad de su vicario (conventual), pues "havia cumplido lo que os prometio, y reduzido a la observancia en Sanct Francisco de Medina del Campo, porque, a su exemplo, haran otros lo mismo".

Para esta fecha, 9 de mayo, el breve "Superioribus mensibus" estaba al caer: "Tenemos ya aviso de nuestro embaxador que los havia otorgado, y que se quedaba despachando", y se sabía que ya se había tomado el convento de Villalvín338, y "los quatro monasterios de frayles y monjas conventuales de Sanct Francisco que hay en nuestro obispado"(Oviedo)339.




10.- ¿CÓMO SE HIZO LA TOMA DE LOS CONVENTOS? EL CASO DE SAN FRANCISCO DE BETANZOS (LA CORUÑA).

Retrocedamos unos días para ver cómo se hizo la toma de un convento concreto, el de San Francisco de Betanzos340.

El 24 de abril de 1567 llegó al convento un fraile conventual francés. Llevaba la noticia de la presencia de un visitador en el convento de San Francisco de El Ferrol, cuyo guardián, de apellido Charlin, estaba en Betanzos.

El viernes 25, fiesta de san Marcos, fue especialmente trágico para los Franciscanos Conventuales de aquel convento brigantino. En él se presentó el licenciado Juan Rodríguez como juez subdelegado del Arzobispo de Santiago y Señor de la ciudad de Betanzos, Gaspar de Zúñiga y Avellaneda, “para tomar la posesion del Monasterio e vienes muebles y rayzes de san Francisco desta çiudad de los conbentuales y aberiguallos”. Lo primero que hizo fue declarar pública y solemnemente que tomaba posesión del convento e incorporaba los frailes a la Provincia Observante de Santiago. Después entregó al guardián una carta del rey y le mandó leerla en voz alta. Los Franciscanos Conventuales se vieron obligados a acatar estas órdenes que les venían de autoridad pontificia y regia. El delegado ordenó que le entregasen las llaves del convento, de la iglesia y la sacristía, de las arcas y cajones, etc, para hacer inventario de los bienes. Revestido de enorme seriedad jurídica, el juez subdelegado leyó una carta de excomunión para los que no cumpliesen lo establecido.

El corregidor nombró a Martín de Vidal y Juan Ares como depositarios de los bienes del convento. El inventario se comenzó por la sacristía, siguiendo por las bodegas, el refectorio y las celdas de los frailes, el archivo, etc. Los depositarios recibieron orden de dar a los frailes lo necesario para su sustento, pero no debían salir de la ciudad sin el consentimiento del Ministro provincial Observante.

Fue un verdadero acontecimiento en toda la ciudad. El corregidor ordenó hacer un pregón para que aquellos ciudadanos que tuviesen o supiesen quién tenía bienes del convento o de los frailes, lo declarase. Los pregones se hicieron al día siguiente, 26 de abril, en la iglesia de san Francisco, en la iglesia de Santa María y en la de Santiago.

Ese mismo día 26 comenzaron las declaraciones. Hicieron que se presentasen Jacome Rodríguez y Basco Pardo, pensando que tenían dinero del convento.

El domingo, día 27, tuvo que comparecer Juan Bidal, regidor de la ciudad y síndico del Monasterio de San Francisco, para declarar si conocía o no bienes que estuviesen sin inventariar. Después de declarar le mandaron que llevase, en 24 horas, la documentación que acreditase algunos de los bienes o derechos del convento. Luego comparecieron Alonso Yanes, Pedro Patino, Gonzalo de Cordal, Pedro Seoane, Batian López, Catalina Obequez, María Alonso, Fernando de Misia y el clérigo Fernando Domínguez. Ese mismo día el requisador no perdió el tiempo: “dixo que a su noticia hera venido que despues aca que el biniera a la dicha çiudad o un dia antes, el Guardian e flaires del Monasterio de San Francisco abian ascondido çiertos dineros e plata e vienes, e para ello tomo e resçibio juramento de Pedro Bez pescadero, e Teresa Garçia, y de Naria Diaz, y de Biolante Alonso, e de Jacome de Padron, de los quales tomo e resçibio de cada uno en forma de derecho”. Teresa García declaró que Biolante, la aguadera del convento le había dicho que “benia un Bisitador de Castilla”.

El día 28 prosiguieron las declaraciones: Rodrigo Freire de Andrade, Pedro Marino, Antonio Dandrada, frai Fernando de Parga, y Rodrigo de Brao, vecino de Santa Cruz de Mendoy. Declaró también un tal Gómez Raposo.

El día 29 tomaron declaración a algunos frailes del convento “para saber si abia en el dicho Monasterio de San Francisco otros más bienes de aquellos que tiene secrestados e ynventariados”. Comparecieron también Domingo Pérez, de la feligresía de San Juan de Villamourel, Juan Noguerol de Betanzos, Juan González de Rygueira, vecino de Santa Cruz de Mendoy y el cantero Bastián de Huyo, vecino de Betanzos.

Los días siguientes continuaron las minuciosas declaraciones sobre algunos bienes. En algunas de ellas se decía que los frailes sacaron bienes del convento, parece que de escasa importancia: “quel Guadian de Betanços abia sacado una cama de canpo del Monasterio y otras cosas”; el clérigo Pedro de Morelle declaró que “oyo desir a Pedro Santorun veçino desta çiudad que un flaire de san Françisco le diera a guardar çiertos reales, deziendo toma señor por amor de Dios guardadme estos”. María de Mandeu declaró que fray Juan Mariño había dado a su marido “tres ducados mas o menos” para que se los guardara…

El día 1 de mayo se publicó una nueva provisión, firmada el día 30 de abril, por el juez subdelegado, para que cualquiera que tuvise algo del convento o debiese algo a los frailes lo declarase bajo graves penas.

El día 2 de mayo el delegado episcopal “no tenia luz do estuviesen” las escrituras de algunos bienes. Pero, indagando, presionando, consiguió una “Memoria de las biñas desta casa de San Francisco y de los labradores que las labran y quantos jornales tienen poco mas o menos”, en la sacristía encontraron un “cuaderno de las misas que se reciben del tiempo del Padre Polinia de la casa de San Francisco de Betanços, año mill e quinientos e çincuenta e siete”, en este “cuaderno” aparecían también los “aniversarios”, los “fueros”, los “censos”, ropas, “memoria del ganado”. Este mismo día 2 constituyeron oficialmente depositarios de los bienes a Martín Bidal y Gómez Ares.

El día 3 de mayo se firmó otra provisión, uniendo a anteriores amenazas los siguientes maleficios: “malditos sean ellos, pan, vino, carne, pescado y otros mantenimientos que comieren y bebieren, e cama en que durmieren, bestia en que cabalguen, camino por donde andaren, los cuatro alimentos del mundo fuego, agua, ayre, tierra le sean contrarios, sobre ellos venga la maldición de Sodoma y Gomorra, Adan y Viron, medio en ello y en cada uno dellos tantos milagros que no pueden ser conosçidos, e sus hijos e mugeres, criados, familiares anden mendigando, e ellos ni ninguno dellos se conozcan, e si en tal estado, lo que Dios no quiera, murieren no les deis eclesiasticas sepulturas ni los absolbais sin que beais carta de ausoluçion de su Señoría Ylustrisima”.

Se utilizaron todos los resortes posibles: “En tres de mayo, en la yglesia de Santa María de Laporosne, notifique este mandamiento a los Reverendos curas Retores estando juntos en su misa de cofradia, y por ellos declare como por parte del Visitador juez subdelegado les estaba mandado mañana domingo declarasen a sus feligreses que cumpliesen lo en el contenido”.

El día 5 de mayo declaró el Guardián del convento algunos bienes que todavía no habían salido a la luz, especialmente deudas que tenían algunos particulares para con el convento.

Además de Betanzos, visitaron todos los lugares donde el convento tenía bienes. Se hizo, pues, un exhaustivo inventario de todas las propiedades de los Franciscanos Conventuales. El día 15 de mayo llegaron hasta la ciudad de Lugo.

De las últimas actuaciones del Juez Subdelegado en Betanzos debieron ser estos dos nombramientos: el 19 de mayo nombró a Pedro Santorum “sindico para el mantenimiento ordinario de los frayles”, y el día 20 a Pedro Patiño “deposotario de toda la hazienda pertenesciente al monasterio”. Los dos habían colaborado en la declaración de los bienes.

El 23 de mayo, último día que aparece en la documentación, tomaron declaración en La Coruña “al licenciado Geronimo de Penagos, relator de la Real Audiencia deste Reino”, quien dijo que “estando el que depone por theniente de la çiudad de Betanços, por razon de çierto camino que fray Juan de Polinia, Guardián de San Francisco de la çiudad de Betanzos, hizo a Castilla sobre çiertos negocios de la dicha çiudad…” Era, pues, un hombre en quien confiaban las autoridades de la ciudad.

¿No estuvo el Provincial Observante, tal y como mandaba el breve papal, ni siquiera un delegado suyo? En esta minuciosa documentación no aparece. ¿Por qué?

Del mismo modo se procedió, pero en mucho menos tiempo, en la toma del colegio de Nuestra Señora de Loreto de Salamanca. Allí, el 19 de ese mes de abril de 1567 se presentaron el Provisor del obispado, como juez subdelagado del obispo, y el Corregidor, juntamente con el señor Luys de Çepeda, alguazil mayor de la dicha çibdad de Salamanca, e otros alguaziles”… En Salamanca se leyó una carta del Provincial Observante de Santiago y otra “firmada del muy reberendo padre Francisco de Aguilar, guardian del convento de San Francisco de la villa de Alba de la dicha provinçia de Santiago”, prosiguiendo con la realización del inventario de los bienes341.


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