David Morrison
“Fui activista homosexual y ahora soy católico comprometido en vivir mi castidad. Tenía un amante con quien había vivido cinco años, un condominio en un área metropolitana grande, un trabajo satisfactorio y una vida religiosa como episcopal, que constituía todo un tesoro para mí. ¿Qué más podía desear? Sin embargo, cuando oraba o reflexionaba calladamente, me daba cuenta de que algo andaba mal. Poco a poco, comencé a comprender que mi sexualidad no era algo de lo que yo era dueño, sino que Dios era en realidad su dueño. Después de muchos meses de indecisión, ya no pude continuar siendo deshonesto. A la luz de las Escrituras y de la tradición de la Iglesia, tuve que admitir que Dios exigía de mí lo mismo que exige de todo cristiano que no está casado: una vida casta. Así que abandoné todo lo que hasta ese punto había considerado importante para mí. Si Cristo me estaba pidiendo que viviera la castidad, yo tenía que decidirme a hacerlo. Todo lo demás y todas las personas las puse en sus manos. A partir de ese momento, recorrí rápidamente el camino hacia la conversión y la aceptación de la fe católica.
Al principio, tuve mis dudas porque nadie en mi familia era católico. Algunos hasta eran anticatólicos y todavía lo son. Sin embargo, la verdad que descubrí no me permitió demorarme más y entré en la Iglesia el día de Pascua de 1993.
Ahora tengo esperanza de que muchos obispos, sacerdotes, religiosas y laicos conozcan y apoyen el poderoso ministerio del padre John Harvey y su organización Courage (Coraje) para ayudar a miles de personas homosexuales que desean dejar su vida gay y están luchando en privado contra su inclinación homosexual”50.
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