Introducción y Características Generales



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Introducción y Características Generales




Una de las actitudes mas gozosas, frente al mundo vegetal, además del disfrute mediante la mera observación, puede ser ”buscarle” una utilidad gastronómica y saborear así los frutos del esfuerzo y las horas dedicadas al cuidado del jardín, huerto, jardinera... o una pequeña maceta.

De este modo podremos incluir en nuestro entorno vegetal, según gustos y oportunidades, el cultivo de plantas hortícolas, aromáticas y culinarias, así como el de árboles y arbustos frutales.


Si se eligen bien las especies y variedades (algunas incluso sin necesitar elementos de protección), será posible tener diferentes cultivos todo el año
En nuestra práctica cada cual tendrá sus propias necesidades, en función de múltiples parámetros, tales como el tiempo que piensan dedicar a su huerto (diario, fin de semana, estacional, unos pocos minutos al día, horas..); el uso (sólo como ocio o pretenden tener un rendimiento “elevado” de producción); el espacio que dispongan y las características del terreno (orientación, localización geográfica, elementos de protección); la disponibilidad de agua de riego; sus preferencias personales...
En la mayor parte de los casos se dispondrá de un espacio reducido para sus cultivos hortícolas y que el principal objetivo de su huerto es el ocio, una afición que le proporciona satisfacción y diversión; y no una tarea pesada que se transforme en una molesta obligación.

No se pretende competir con la agricultura profesional, pero si quiere obtener algunas hortalizas, y eso sí, espera que sean de una calidad óptima. Eso proporcionará una gran satisfacción personal.

Debemos encontrar que especie y variedad necesita, la rotación de cultivos y sus fechas, la exposición al sol, pautas de riego, y también que sustratos, abonos, fitosanitarios, elementos de protección, libros especializados...
No pretendemos con esta pequeña ficha lograr aportar todos los conocimientos necesarios para conseguirlo al cien por cien, pero sí esperamos que sirva para tener unas nociones suficientes para cubrir la mayoría de esas demandas, en la mayoría de los casos, y si algo no lo sabemos, encontrarnos en disposición de tomar nota de ello y buscar una solución que poder “ofrecer al día siguiente”.
Deseamos despertar un interés propio por seguir investigando y profundizar en los temas tratados. También en los olvidados en esta ficha

¿Qué son las plantas hortícolas?


Con este término se puede incluir todo tipo de vegetales y plantas en general, con aprovechamiento gastronómico y culinario, crudo o cocinado (ensaladas, cremas frías o calientes, sopas, guarniciones, canapés, dulces, postres..) o en conservas, mermeladas, infusiones...
Siendo un poco más riguroso conviene identificar horticultura con el cultivo de hortalizas y dejar los árboles y arbustos frutales para la fruticultura, sin olvidar lo conveniente de aconsejar su uso combinado en el “huerto”, por lo agradable y estético que resulta.
Tampoco englobaremos en el término planta hortícola a las denominadas plantas aromáticas, como romero, tomillo o lavanda, pues tienen su propia personalidad como planta forestal y/o ornamental.

Si caben en esta ficha especias culinarias, como el perejil, el cilantro, la menta, la hierbabuena.


Podemos clasificar las plantas hortícolas según diversos parámetros.

Según parte consumible de planta, hablaremos de distintos tipos de aprovechamiento de la planta hortícola.




  • De fruto y/o semilla (tomate, pimiento, berenjena, melón, pepino, sandía, calabacín, calabaza, fresa y fresón, judía verde, haba, guisante, garrafó).

  • De hoja (coles-repollo, col de Bruselas, berza, lechuga, escarola, endibia, espinaca, acelga, apio, hinojo, perejil, borraja, cardo, romero, tomillo).

  • De tallo (espárrago).

  • De bulbo (cebolla, ajo, puerro).

  • De raíz y tubérculo (zanahoria, nabo y colinabo, rábano, remolacha, patata, boniato o batata, chufa, pataca).

  • De flor (alcachofa, coliflor, bróculi, alcaparra).


Según necesidades de luz de la planta.
Aunque la luz es imprescindible para la fijación del anhídrido carbónico en la fotosíntesis de las plantas verdes, no todas tienen los mismos requerimientos para alcanzar la saturación lumínica.

También, la luz, constituye un aporte calórico, importante en el desarrollo de las plantas.


Según lo anterior existirán:


  • plantas heliófilas

  • plantas de sombra o umbría

  • plantas con necesidades intermedias.

Al igual que el resto de plantas, no todas las hortícolas necesitarán la misma cantidad de luz.

La mayoría pertenecerán al grupo intermedio, adaptándose a un amplio abanico de exposiciones. Sólo unas pocas exigirán mucha luz (pimiento, berenjena, melón...)
Otro factor, relacionado con la luz, es la duración del periodo iluminado diario, del que dependerá directamente su floración, mediante un proceso fisiológico llamado fotoperiodicidad.
Según esa alternancia de periodos iluminados y periodos oscuros, necesarios para la floración, hablaremos de plantas de:


  • Día largo. Necesitan para florecer más de 12 horas diarias de iluminación. Zanahoria, cebolla, espinaca.

  • Día corto. Necesitan para florecer menos de 12 horas diarias de iluminación. Fresas no reflorecientes.

  • Indiferentes al fotoperiodo. Tomate, judía, patata.


Según necesidades de temperatura de la planta.
Como regla general, diremos que una mayor temperatura, dentro de unos límites variables según especie, proporciona un mejor y más rápido desarrollo a las plantas.
Destacar el efecto muy negativo de las bajas temperaturas y en especial el de la “helada” que puede ser fatal para muchas especies cultivadas. Algunas hortalizas (tomate, pimiento, melón, berenjena...) no soportarán la más mínima helada, por lo que es necesario tenerlo siempre muy presente al elegir especies y/o época de plantación en entornos no protegidos del frío.
Lógicamente, no será lo mismo cultivar pimientos en Valencia, en Málaga, en Madrid o en Zaragoza, ni tampoco será igual en invierno que en verano.
Demasiada temperatura también puede ocasionar diversidad de daños en los cultivos, tales como quemaduras en frutos de tomates, pimientos o fresas; el abortos de flores en judías o tomates; e inclusos daños mucho mayores si la temperatura es extrema, comprometiendo la viabilidad de la planta.
Al aumentar la temperatura, deberemos aumentar, claro, la frecuencia y/o cantidad del riego. Sobre el riego hablaremos más detalladamente en otros apartados.
Algunas plantas para poder florecer necesitan haber pasado un periodo de frío (en el caso de las hortalizas no exagerado). Esto es el proceso fisiológico de la vernalización, bastante frecuente en plantas bianuales como la zanahoria o la cebolla

Toda planta tiene un valor de temperatura, por debajo del cual no crece. Se trata de su cero vegetativo.

También tendremos presente la existencia de un óptimo térmico, es decir, la temperatura a la que es máximo el desarrollo y crecimiento.

Debemos tener presente la existencia de temperaturas máximas y temperaturas mínimas, y que fuera de ese intervalo de temperatura, la planta no es capaz de cubrir una determinada fase de su ciclo. Por ejemplo, el tomate no es capaz de fructificar correctamente fuera del intervalo que oscila entre los 9 ºC y los 40 ºC.

La existencias de una cierta variación térmica entre el día y la noche, en términos generales, proporciona un mejor desarrollo a las plantas. Este fenómeno es conocido como termoperiodicidad.
Deberemos considerar también otra serie de factores y fenómenos físicos en el desarrollo de los cultivos:
La humedad atmosférica, que afecta a la transpiración de la planta. Un exceso de humedad podría propiciar la presencia de enfermedades criptogámicas, sobretodo en cultivos protegidos.

El efecto del viento causará un requerimiento mayor de riego, y también podría producir abrasiones por arena o sales. También tiene un papel positivo, ayudando a que algunas plantas alógamas puedan polinizarse y permitir así dar frutos.

La lluvia, en principio siempre esperada, podrá causar daños cuando sea excesiva y sobretodo, caiga en un breve intervalo de tiempo.

La nieve podrá causar daños mecánico, pero ayuda a proteger a cultivos de bajas temperaturas, al constituir una capa aislante. Su interés para plantas hortícolas es bastante reducido, salvo algunas especies cultivadas o propias de periodos fríos.

El granizo siempre será negativo.

Su presencia en el jardín


En un jardín, el huerto debe ser un elemento más, dentro de un conjunto bien organizado y planificado, en el que se barajarán múltiples factores.

Siempre es recomendable, si el espacio lo permite, combinar hortalizas con frutales, vides, fresas, aromáticas y culinarias, así como lograr un entorno agradable, facilitado por plantas ornamentales, procurando que no interfieran sus raíces o copas con los cultivos del huerto.


Partiremos de unas reglas generales, que adaptaremos a cada circunstancia concreta.
En su mayoría, las hortalizas necesitan luz y calor abundante, para dar buenos resultados. La orientación debe permitir que las horas de sol sean máximas.

El huerto Ideal dispondría de una gran zona con pleno sol para la mayoría de los cultivos, y alguna zona menor con semisombra para algunas especies, que bien podría ser proporcionada por árboles o arbustos frutales, o una pérgola con vides.


En general se considera que una orientación de norte a sur es la más favorable, si bien es necesario considerar el lugar y el clima de la zona. Así, en zonas de clima continental o en regiones del norte, el huerto estará mejor situado con orientación suroeste-sur; para climas más calurosos o en regiones meridionales buscaremos una orientación este-sureste.
El terreno debe estar bien nivelado para poder regar uniformemente a todas las hortalizas; bien drenado y ventilado para evitar encharcamientos, enfermedades y plagas.
El riego deberá ser elemento fundamental al elegir la ubicación del huerto, garantizando la posibilidad de disponer de agua suficiente y siempre que sea posible desde fuentes naturales renovables, como ríos, agua de lluvia, pozos usados de un modo racional. Recomendarmos especies y variedades con requerimiento menor de riego cuando el abastecimiento esté comprometido, sistemas de ahorro de agua, y principalmente la elección de un mecanismo de riego óptimo.


Según sistema de riego empleado podremos hablar de distintos métodos.


  • Riego localizado o por goteo

  • Riego por inundación o a manta

  • Riego por aspersión

  • Riego con regadera (pequeñas huertas)

Sin duda lo más recomendable será siempre buscar un riego localizado, que llegue hasta la raíz de la hortícola en cantidad suficiente. En general el menos adecuado será el riego por aspersión, por la cantidad de agua que se pierde, al tiempo que moja hojas, flores y frutos, lo cual, en muchos casos ocasionará problemas de enfermedades en el cultivo y la cosecha.

En la mayoría de los cultivos y huertos, el óptimo será el riego por goteo.
Evitaremos zonas de la parcela mal drenadas. Si no hubiese otra opción, lo primero sería mejorar esa circunstancia colocando tubos para evacuar el exceso de agua y mejorando la textura y estructura del suelo añadiendo materiales que lo aligeren (arena o materia orgánica) según su naturaleza química.
Debemos también considerar los elementos de protección, para resguardar los cultivos de heladas, vientos fuertes, granizadas, insolación excesiva. Para ello, y según clima de la zona, recomendaremos (o no) vallas, muros, setos vivos, invernaderos, túneles (siempre sin aislar el cultivo y permitiendo su posible ventilación, pues una mala circulación del aire puede provocar mayores heladas si hace frío, la aparición de hongos, parásitos; o marchitamiento si es excesivo el calor ).
Empezar por un huerto pequeño siempre será lo mejor para el hortelano novel.

Según gane confianza y conocimiento, podrá ir ampliando, quitando algo de espacio a otra parte del jardín. Si el comienzo desborda nuestra capacidad (tiempo, espacio, agua), es muy probable que lo abandonemos.


Desde 10 o 15m2, un huerto puede cubrir las necesidades normales de una persona, y no exige un esfuerzo personal, físico o económico grande. Eligiendo especies de crecimiento rápido y no necesiten mucho espacio, será suficiente.

Si se introducen elementos como árboles frutales o especies de crecimiento lento o que ocupen más espacio (por ejemplo melón o calabaza) deberíamos hablar de cerca de 50 m2 como superficie mínima.

Superficies de 100m2 ya requiere un elevado esfuerzo para el aficionado, pero con dedicación seguirán siendo posibles.
En cualquier caso, se recomienda no exceda el huerto familiar, el 10% de la superficie total libre del jardín
Si se tiene ya el huerto establecido, trataremos de mejorar lo que ya existe, buscando posibilidades de ampliar o/y diversificar su producción con nuevos cultivos, en otras fechas, en invernadero; d mejorar instalaciones y sistemas de riego, abonado; introducción de elementos vivos como árboles y arbustos, aromáticas, o elementos ornamentales como fuentes, figuras, pérgolas.


El Suelo para plantas Hortícolas
El suelo es el medio físico donde se asientan las plantas y del que sus raíces toman el agua y elementos minerales.

En él existen gran cantidad de organismos vivos (50 a 200 millones de microorganismos por gramo), entre los que destacan bacterias aerobias y anaerobias, hongos, algas azules, lombrices.

Gran cantidad de ellos son beneficiosos y hasta necesarios para las plantas. También los hay dañinos (hongos y virus responsables de enfermedades, insectos, nematodos...)
Desde el punto de vista físico debemos tener en cuenta dos factores:


  • Textura. Se refiere al tamaño de las partículas que constituyen el suelo. Existirán así las arenosas, las limosos y las arcillosas, dando lugar, según su mayor o menor proporción a suelos arenosos, limo-arenosos o franco-arenosos, limosos, limo-arcillosos, arcillosos,..

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