La creciente criminalización


Transparencia abortada JOHN M. ACKERMAN



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Transparencia abortada JOHN M. ACKERMAN


sí como la más reciente reforma electoral se encuentra a la deriva, la histórica reforma al artículo sexto constitucional en materia de transparencia también ha que dado huérfana. En medio de la triple crisis (económica, sanitaria y de seguridad pública) que arrastra al país, el tema del acceso a la información pública ha desaparecido por completo del mapa político. Esta omisión es grave porque sería precisamente a través de un verdadero régimen de transparencia como se podría iniciar el camino hacia la

renovación política, económica e institucional que tanto necesita México.

Una de las faltas más preocupantes en la materia ha sido la constante negativa de los actuales diputados federales para cumplir con el artículo transitorio de la re forma constitucional que los obliga, desde hace dos años, a aprobar una nueva ley de acceso a la información pública. El cumplimiento de este mandato constitucional debiera ser una de las prioridades de los diputados que serán elegidos el próximo 5 de julio. Sin embargo, no se menciona el tema en las campañas electorales, pues, como ha ocurrido con la reforma electoral, la clase política parece más bien arrepentida de su propia creación constitucional.

Otra muestra del desinterés respecto a la transparencia ha sido el absoluto silencio de los legisladores federales ante el intento de Felipe Calderón de designar a Angel Trinidad Zaldívar en el lugar de Alonso Lujambio en el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI). El nombramiento de Trinidad Zaldívar, antiguo colaborador de Vicente Fox, sólo echaría sal a la herida ya abierta por el sal to de Lujambio del IFAI a la Secretaría de Educación Pública. También demostraría una vez más que la supuesta “autonomía” del IFAI es otro “mito genial” y ratificaría la ambición de Calderón por instalar un proyecto transexenal al colocar a sus fieles en las instituciones clave del país.

Antes de entrar como funcionario del IFAI en 2004, Trinidad Zaldívar trabajaba como coordinador de Enlace Interinstitucional de la Secretaría Particular de la Presidencia de la República con Fox. Además, ya había fungido como responsable de la Unidad de Enlace de Metas Presidenciales, como secretario particular de la Secretaría de Turismo y como director de Administración de Liconsa. Pero ninguna de esas tareas tenía mayor relación con la teoría o la práctica de la transparencia gubernamental ni implicaba responsabilidad des institucionales de gran envergadura.

El cargo de secretario ejecutivo del

IFAI que actualmente ocupa Trinidad Zal dívar tampoco lo ha preparado para el tra bajo de ser comisionado del instituto. La Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental ni siquiera menciona el puesto de “secretario ejecutivo” y mucho menos le asigna alguna función específica. De acuerdo con el reglamento del IFAI, el secretario ejecutivo tiene responsabilidades exclusivamente administrativas y de gestión. No participa de manera sustancial en la tarea central del instituto:

resolver los recursos de revisión de los ciudadanos en materia de transparencia.

Así mismo, el desempeño de Trinidad Zaldívar como el máximo administrador del IFAI ha tenido un tono gris, pues él ha sido un destacado cómplice de la injustificada e inmoral dilación en la elaboración de un estatuto de servicio civil para el instituto, y ha contribuido en la gran torpeza con que el IFAI se ha relacionado con los organismos de la sociedad civil y con la comunidad de expertos en materia de transparencia. Si bien no ha habido grandes escándalos de corrupción bajo su mando, tampoco se le han visto esfuerzos notables por convertir al IFAI en una voz ciudadana e independiente que defienda el derecho a saber de los ciudadanos.

De acuerdo con la ley, la Comisión Permanente tiene hasta el próximo 18 de junio para rechazar la propuesta de Calderón. Todavía hay tiempo para que los diputados y senadores le exijan al presidente que presente un nuevo candidato, que no solamente tenga mayor conocimiento en la materia, si no que también ofrezca una perspectiva cii dadana fresca. Solamente hace falta el vol de una mayoría simple, fácilmente alcanzable entre los legisladores del PRI y el PRI De otra forma, muy pronto el IFAI podra alcanzar los niveles de desprestigio que IFE ha llegado a merecer hoy en día.

Por otro lado, la iniciativa de reforma la Ley Federal de Transparencia que actual candidato del PAN a delegado Coyoacán, Obdulio Avila, presentó ha unos meses, cuando todavía era diputa federal, se revela como una propuesta que refleja también el minimalismo burocrático que ha caracterizado la actuación Lujambio, Trinidad Zaldívar, fox y Calderón en la materia.

Por ejemplo, la iniciativa abre la posibilidad de rechazar una solicitud de acce si ésta implicara “una disrupción sustancial e irracional” en las actividades del sujel obligado, un concepto suficientemente general que puede ser utilizado para negar acceso a una gran variedad de documentos políticamente sensibles. La iniciativa di minuye igualmente las facultades de 1 órganos garantes de subsanar de oficio b deficiencias de los recursos de revisió así como de suplencia de la queja, a fav de los ciudadanos. Otro problema es qi. la propuesta abre un gran boquete en la lt al permitir los órganos garantes estableo una “conciliación” entre el ciudadano y sujeto obligado. Esto abriría la puerta par en par a la negociación de la aplicción de la ley, donde el ciudadano estar en franca desventaja frente a las posibilidad presiones e intimidación de parte de h funcionarios gubernamentales.

Antes de emitir su voto el próximo de julio, los ciudadanos deben evaluar cu dadosamente los antecedentes y las propuestas de los candidatos en materia c transparencia, así como exigir que hagi todo lo posible por reencauzar la lucha p el derecho a saber, que actualmente se encuentra al borde del naufragio..

www.johnackerman.blogspot.com


La quimerica confianza Olga Pellicer


Durante los últimos días, el presidente Felipe Calderón se ha empeñado en la tarea de infundir confianza. Sus declaraciones para revitalizar el turismo o para informar al mundo de lo acertado de sus acciones —trátese de la respuesta a la emergencia sanitaria o de la lucha contra los cárteles de la droga— proyectan la imagen de un dirigen te pleno de confianza en sí mismo. Con base en ello, Calderón espera, a su vez, reconstruir la confianza de nacionales y extranjeros ante la situación del país.

Desgraciadamente, aunque las en cuestas señalen que internamente hay buena percepción de su gobierno, no se recupera la confianza. Ni la situación económica ni los resultados en materia de seguridad ni el ánimo nacional ante las elecciones que se aproximan permiten tener optimismo sobre el futuro de México.

Los datos sobre la situación económica van de mal en peor. Atrás quedó la época de pretender que aquí no llegaba la crisis. Una caída de 8.2% del PIB durante el primer trimestre podría ser mucho más pronunciada cuando se incorporen las cifras de los tres meses siguientes. El temor al desempleo es el sentimiento más extendido entre los mexicanos. El pesimismo por el futuro económico es evidente. Según la encuesta de Mitofsky, ocho de cada 10 mexicanos piensan que su situación económica es más difícil que hace un año, y dos de cada tres piensan que el año próximo será todavía peor.

Todos queremos que el turismo se recupere; los efectos sobre ese sector de las medidas para detener la influenza fueron devastadores. A pesar de la campaña Vive México (muy poco afortuna da en su concepción y expresiones), de las ofertas a 2x 1 y de las fotografías que aparecen en los diarios, es poco probable que el turismo nacional llene playas y hoteles durante las próximas vacaciones escolares. Es más seguro que las colas se hagan frente al Monte de Piedad que en las compañías de aviación. Urge recuperar el turismo extranjero, pero aquí también la crisis económica global no augura los mejores resultados.

Otro problema que sigue a la cabeza es la inseguridad. Ha transcurrido un año desde la famosa reunión en que los funcionarios prometieron irse si no cumplían. El bombo con que se hacen esas declaraciones y la cantidad de candilejas que les ponen sólo sirven para subrayar lo poco que se obtiene, ya que, por ejemplo, los secuestros han aumentado. Por lo demás, aunque acciones espectaculares como la detención de 30 funcionarios en Michoacán son sin duda loables, ahora se debe demostrar que las acusaciones eran fundadas, que se respeta el estado de derecho y que no se trata de profundizar divisiones entre el gobierno y los partidos políticos de oposición.

A nivel internacional, pesa más la imagen de los 53 presos relacionados con el crimen organizado liberados con facilidad sorprendente de una cárcel de alta seguridad en Zacatecas que los de tenidos de Michoacán. Esto último, para bien o para mal, ha exhibido las hondas divisiones que separan a la clase política y, por ende, lo difícil que resulta lograr unidad nacional en torno a la lucha con tra el narcotráfico, unidad indispensable si se quiere tener éxito en ese campo.

Por último está el tema de las elecciones. Mucho ganó México ante los ojos de la opinión pública internacional cuando la alternancia de partidos en el poder el año 2000 permitió asegurar que nos ubicábamos plenamente en la transición hacia la democracia. No se esperaba que esa transición fuese tan ardua y que el comportamiento de los actores políticos resultara tan discutible.

La lucha democrática, tal y como se viene expresando en México, provoca un enorme malestar en la ciudadanía. Las

elecciones que se avecinan dan lugar al abierto rechazo o a la abstención. Según encuestas, menos de la mitad de los electores irán a votar y el 10 % de ellos elegirán la anulación del voto como forma de protesta. En otras palabras, hay desconfianza y, más que eso, indignación por la actuación de los partidos y de los órganos encargados de organizar y calificar las elecciones, así como por los gastos exorbitantes de campañas que no convencen.

Se ha abierto, pues, un abismo entre la confianza que desea proyectar Calderón y los datos que hablan de los momentos tan difíciles por los que atraviesa el país. No es extraño que México vaya a la zaga de Brasil en las percepciones sobre quiénes gozan de liderazgo y de futuro en América Latina; mientras uno proyecta éxitos, el otro despierta incertidumbres.

Un país sumido en el malestar político, golpeado por la inseguridad y el pesimismo económico no puede levantar entusiasmo. Se requiere de un buen diagnóstico de lo mucho que está mal, de la convocatoria a un acuerdo nacional sobre los problemas básicos que urge resolver, de la convicción de que hay proyecto y compromiso para enfrentarlos. Eso es justamente lo que está ausente.

Algunos opinan que los diagnósticos negativos no se hacen en época de campañas electorales. Lo que vale ahora es transmitir una visión positiva que pueda atraer votos, porque mantener el poder es finalmente el motivo que dará con fianza en el futuro de México. Difiero totalmente de esas apreciaciones. El aire optimista con que se vienen celebrando imaginarios éxitos gubernamentales no es lo que puede contribuir a resolver los problemas de México, aún menos a dar elementos para mejorar su imagen tan deteriorada en el ámbito internacional. Por eso me encuentro entre los pesimistas que ven con enorme inquietud hacia dónde nos dirigimos si no se da un golpe de timón para cambiar el rumbo. •

OC 1701 /7dejuniode2009 55


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