Pregunta: Los kardecistas tienen conciencia de la reducción que imponen con sus cualidades mediúmnicas, a los mensajes recibidos por parte de las entidades. Esa acción, ¿no crea desventajas para la divulgación del ideal y sus buenas prácticas, en lo que se refiere al médium, como retransmisor de la verdad?
Ramatís: Respecto a los médiums o caballos en sí, es un asunto de disciplina en cada desenvolvimiento de las facultades mediúmnicas, tal vez un poco difícil de prever en particular, porque cada persona o mediador, presenta condiciones distintas y no se puede juzgar en forma general. Mientras tanto y esto es lo que más interesa, el Espiritismo como la Umbanda, a pesar de ser trabajos mediúmnicos diferentes están cumpliendo determinaciones de lo Alto y tienen similares objetivos. Mientras la Umbanda perfecciona la práctica mediúmnica en el campo del fenómeno y favorece la reproducción plástica de los espíritus comunicantes, bajo la pasividad y versatilidad de los caballos de los terreiros, el Espiritismo adoctrina a los hombres para su liberación definitiva del mundo de las formas, es decir, del mundo de la carne. Malgrado y a pesar de que las apariencias de ambos parece contradecirse, la Umbanda ajusta el vaso y el Espiritismo purifica el líquido; la Umbanda apresura el mecanismo de la lámpara y el Espiritismo sutiliza la fuerza de la llama.
Pregunta: Los kardecistas critican el lenguaje de los viejos negros, indios y mestizos en los terreiros, alegando, que el espíritu después de desencarnado es pensamiento, pudiendo dispensar del mecanismo del lenguaje humano, sin necesidad de tener que "hablar errado". ¿Cuál es vuestra consideración al respecto?
Ramatís: En la época de la codificación espirita, el concepto generalizado de sus adeptos sobre la muerte del cuerpo físico, era que al morir éste, el espíritu desencarnado solamente podía actuar en el campo netamente mental. En consecuencia, todos los fenómenos inherentes al mundo físico, no dejarían de ser meras ilusiones, que muy bien podían eliminarse en las adoctrinaciones dirigidas a los espíritus sufrientes. De esa forma, la mayor preocupación de los adoctrinadores era eliminar de la mente de los comunicantes, los recuerdos "obstructivos" o reminiscencias de la vida material.
Sin embargo, después del advenimiento de innumerables obras mediúmnicas, psicografiadas por excelentes médiums, se pudo comprobar, que el periespíritu no es un cuerpo tan simple como se imaginaba o se suponía a través de las primeras revelaciones espiritas.18 Pero, tratándose de un equipo complejo y sobreviviente, que además de su capacidad mental, es el vehículo astral y conocido desde el tiempo de los Vedas como el "cuerpo de los deseos" y fiel transmisor de los sentimientos y otros fenómenos del Espíritu inmortal. En consecuencia, el simple despojo del cuerpo carnal no elimina vicios, deseos y viejos hábitos estratificados en el mundo físico, así como los fenómenos "post mortem" de sufrimientos, lesiones, fatigas, hambre y sed, no son el fruto de los pensamientos desordenados, sino, la cruciante realidad que se hace sentir con más fuerza en el espíritu desencarnado.19
17 "Hasta que la Ciencia establezca la libre y generalizada comunicación con las inteligencias desencarnadas, el espíritu que mora en los planos espirituales, para comunicarse con los hombres, depende del médium, como el alma, para tomar cuerpo en el medio físico, depende del refugio materno." Trecho extraído de la obra Entre Hermanos de Otras Tierras, Cáp. veinte; Asuntos con William James, de Chico Xavier y Waldo Vieira. Obra de la Librería de la F.E.B. Véase también, En el Campo de la Mediumnidad y Coetánea del Más Allá, del espíritu de André Luiz por intermedio de Chico Xavier. Edición LAKE.
18 Véase el Cáp. "Periespíritu", de la obra El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec.
19 El presente relato pertenece al autor André Luiz en la obra "Nuestro Hogar", Cáp. II de Chico Xavier, después de su desencarnación, se manifestaba de la siguiente forma: "El hambre me torturaba, la sed me abrasaba. Determinados fenómenos de la experiencia material se patentizaban a mi vista. Me crecía la barba, la ropa comenzaba a romperse por los esfuerzos que hacía, en esa región desconocida. De vez en cuando encontraba verdores que me parecían agrestes, alrededor de minúsculos hilos de agua, donde me arrojaba ansioso. Devoraba aquellas hojas desconocidas, mojaba los labios en aquella naciente de agua, tanto como me lo permitían las fuerzas irresistibles que me impulsaban constantemente hacia adelante.
La muerte transfiere al espíritu para otra morada, sin violentarle el campo de las ideas y emociones cultivadas en el mundo material. El hombre culto se vuelve a comunicar con la tierra, exponiendo su vasto caudal de conocimientos y experiencias, en lenguaje sencillo y correcto, mientras que el ignorante lo hace en lenguaje apropiado a su cultura y demás cualidades personales. El problema de la manifestación mediúmnica, si es más o menos auténtica, depende de la versatilidad o sumisión del médium a las características del comunicante.
De ahí, el hecho que los indios, mestizos y viejos negros se manifiesten en los terreiros con sus peculiaridades vividas en el mundo físico por encontrar a sus médiums adecuados a sus tipos. Se manifiestan sin constricción alguna y con su lenguaje habitual, despreocupados de cualquier advertencia severa de que deben "hablar bien" y sin errar. ¡De qué le vale al viejo negro disponer de un médium letrado y altilocuente, pero que le desfigura la individualidad o tipo peculiar de un anciano agotado por la esclavitud! ¿No sería absurdo exigir a los niños que demuestren elevada moralidad, por el solo hecho de encontrarse entre adultos?
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