La obra básica del Racionalismo Cristiano, no obstante sencilla, es bien profunda y debe ser vista como el cimiento base de conoci-mientos cuya estructura deberá ser levan-tada mediante el esfuerzo de cada uno



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CAPITULO XVII



LA MUDIUMNIDAD
Una de las facultades del espíritu humano que más reclaman atencioso y razonado estudio, es la mediúmnica, de la cual, lamentablemente, se han ocupado muy poco las organizaciones científicas. Es esta, sin duda, un vacío que tendrá que ser llenado con el progresivo desarrollo espiritual de los seres humanos.
La mediumnidad, que se manifiesta de múltiples ma­neras   de acuerdo con el grado de evolución de una o más de sus modalidades - es facultad innata en el espíritu de todas las personas.
Los espíritus encarnados disponen, por lo menos, de la mediumnidad intuitiva, que varía, regularmente, de individuo para individuo, de conformidad con el de­sarrollo que vaya obteniendo, de encarnación en en­carnación.
La mediumnidad siempre es útil, cuando bien apro­vechada. Pero altamente perjudicial, cuando utilizada al servicio del mal. Los buenos o los malos pensamientos se atraen, en la razón directa de su afinidad, y su ins­trumento de captación es la facultad mediúmnica.
El espacio ocupado por la atmósfera terrestre está repleto no solo de espíritus, como asi también de pen­samientos, de ahí resultando las vibraciones de dos cor­rientes distintas, clasificadas como la del bien y del mal.
Todo individuo de carácter bien formado que mantenga el pensamiento ocupado en realizaciones útiles y alimente el deseo sincero de progresar espiri­tualmente, esforzándose por alcanzar ese alto objetivo, tendrá a envolverlo las corrientes del bien, fortalecidas por la irradiación delas Fuerzas Superiores. Con esa benéfica asistencia, el éxito es menos difícil.
De igual modo, cuando se predispone a la práctica del mal, sus vibraciones espirituales establecen polos de atracción de las corrientes afines del astral, inferior y pasan entonces los obsesores, valiéndose de la mediumnidad intuitíva del infeliz, a influenciarlo, mentalmente, para llevarlo a cometer desatinos.
El hecho en si nada tiene de extraordinario: las malas intenciones, reflejadas en los pensamientos, encu­entran, en el espacio inferior, situado en la atmós­fera que envuelve al Planeta,.corrientes organizadas que a tales intenciones se yuxtaponen, por la identidad formada entre vibraciones.de una misma naturaleza.
Los que, grandes o pequeños, ricos o pobres hu­mildes o poderosos viven al margen de los buenos preceptos morales; los que practican, oculta o ostensiblemente, acciones indignas; los que traen ajustado al rostro la máscara de la bondad y esconden en el alma las más feas villanias; los asesinos, los ladrones, los.estafadores, los inmorales, los traidores, los desleales, los falsos, los hipócritas, los mentirosos, los valentones, los alborotadores, los pusilánimes, los vagabundos y, en general, todos los pillos, no pasan, sin saberlo, de seres esclavizados a las falanges obsesoras, que los tornan instrumentos dóciles de su voluntad y los llevan a practicar las más abominables acciones.
Esas falanges encuentran todas las facilidades en el ambiente de la vida física, en virtud de la mediumnidad de los seres y de la corriente de apoyo que los malos pensamientos humanos dan a los obsesores.
Por eso, es de máxima importancia que cada uno, se esfuerce por conocer el grado de desarrolo de su facultad o facultades mediúmnicas, a fim de poder ori­entarse, con acierto, en el control de los pensamientos.
Muchos locos.son médiums desarrolados que llegaron a la obsesión por el desconocimiento de sus facul­tudes. La locura es, via de regla, producto de la ignorancia de la vída fuera de la materia.
En el día en que las organizaciones científicas se despojen de preconceptos o influencias sectarias y se dispongan a estudiar la mediumnidad, en sus varios aspectos y peculiaridades, comprenderan la necesidad de hacerse una campaña de esclarecimiento de la humanidad, por medio de la más ampla divulgación de los resultados de esos estüdios, para que las personas se compenetren de que precisan imprimir una orientación saludable a su vida, a fin de que el número de locos se reduzca a los descuidados y a los desatentos.

MODALIDADES  MEDIÚMNICAS

No hay solamente la mediumnidad intuitiva. Otras existent y, entre ellas, la de, incorporación, peculiares apenas, a ciertos individuos.


Se denomina mediumnidad de incorporación aquella en que la acción del espíritu actuante es fácilmente no­tada sobre el cuerpo del médium. Si muchas de las facultades mediúmnicas pueden pasar desapercibidas, lo mismo no acontece con la de incorporación, cuya observación a nadie escapa, en el momento de la actua­ción.
Podrán darles otros nombres, atribuirles otras cau­sas para justificar lo ignorado, pero la verdad es una única, y, más temprano o más tarde, el reconocimiento de la mediumnidad de incorporación, como facultad espiritual, habrá de imponerse, por su evidencia, como todas las cosas palpables del planeta.
Las modalidades mediúmnicas más comunes 1que se observan en este mundo, son: la intuitiva, la olfativa, la vidente, la auditiva, la psicográfica, la clarividente y la de incorporación, con los correspondientes fenómenos de desdoblamiento, de materialización, de levi­tación y de transporte.
La facultad mediúmnica, en sus manifestaciones, varía de individuo para individuo, de acuerdo con su temperamento, el sistema nervioso, el sentimiento que lo anima, la sensibilidad y el grado de evolución.
El médium de incorporación ni mismo necesita concentrarse para recibir la influencia de los espíritus del astral inferior, pues su sensibilidad y el sistema nervioso están de tal forma predispuestos, que le basta, para ser actuado, brutal o suavemente, (conforme la ín­dole de los sentimientos que animen el obsesor actuan­te) la acción del pensamiento.
Entretanto, una vez concentrado con el propósito de dejarse actuar, la yuxtaposición del espíritu actuan­te se hará con intensidad, sin que el instrumento me­diúninico pierda la conciencia.
Ese espíritu se sirve de la mediumnidad del ins­trumento de incorporación para exteriorizar su pensamiento, dislocándose, ligeramente, de la posición nor­mal el espíritu del médium, en concentración, para fa­cilitar la captación de los pensamientos transmitidos.
La telepatia   conforme ya se esclareció en el Capítulo XVI de esta obra   es una facultad aún no desarrollada sensiblemente en la especie humana. A pesar de eso, algunos espíritus encarnados ya la poseen.
La mediumnidad intuitiva está íntimamente liga­da a la estructura del embrionario órgano, telepático, que es un reflejo de la sensibilidad psíquica, cuyo desarrollo, a su tiempo, se irá revelando.
Consecuentemente, la mediumnidad intuitíva, la de incorporación y las funciones rudimentarias del incipiente órgano telepático, completan, en acciones coor­dinadas y recíprocas, una suma de tres predicados es­pirituales, cuyo desarrollo, cuando bajo riguroso con­trol, ofrece los más perfectos resultados, en la captación de pensamientos de espiritus desencarnados o no.
En las corrientes del Astral Superior, los médiums, de un modo general, transmiten, voluntariamente, lo que los espíritus les intuyen. Sin embargo, como no pierden el control de si mismos, no pronuncian las inconveniencias que pudieren ser intuidas, cuando actuados por espíritus del astral inferior.

EL MAL DE LA IGNORANCIA

En todas las camadas sociales, hay individuos que, poseen, sin saberlo, además de la intuitiva, la mediumni­dad de incorporación. Por conservarse en esa ignoran­cia, unos acaban practicando el suicidio, otros desapa­recen en los desastres, muchos superpueblan los hos­pitales, las cárceles y penitenciarias, y gran parte de esos individuos, con la facultad menos desarrollada, viven a provocar desórdenes, a perderse en el juego, a diprimirse en el alcohol y arruinarse en la sensualidad, desenfrenada.


Los espíritus desencarnados que deambulan en el astral inferior, rápidamente identifican a los encarna­dos que poseen mediumnidad de incorporación, al per­catarse la facilidad con que ellos reciben sus intuicio­nes, lo que no ocurre con los demás.
Con eso, la persona dotada de esa facultad será fatalmente víctima de tales espíritus, si no estuviere esclarecida y preparada para repeler su maléfico con­tacto. Se cuenta por millones, en el astral inferior, los espíritus alcahuetes, intrigantes, desleales, facciosos y amantes de discusiones que encuentran, en la me­diumnidad de incorporación, campo abierto para satis­facer los deseos malignos que alimentan y saciar sus malas pasiones en los hogares donde la disciplina préegonada por el Racionalismo Cristiano, no es practicada.
Es bueno no perder de vista que los afines se atraen, y cada uno se revela de acuerdo con su modo de pensar. Quien le guste de la maledicencia, del em­buste, del chismorrear, produce pensamientos corres­pondientes y atrae, para junto de si, obsesores de igual gusto.
Pero, cuando el autor de tales pensamientos es un médium de incorporación, la situación se torna mucho más grave, por cuanto queda sujeto a recibir constan­tes descargas de los afines desencarnados que lo inci­tan contra sus desafectos y los de los propios obsesores.

DISCIPLINA DEL PENSAMIENTO

La disciplina del pensamiento, que es prática indis­pensable a todos, mucho más debe serlo, todavía, a los médiums. Estos, no obstante estar muchas veces bien intencionados, pueden tornarse víctimas de embosca­das del astral inferior y cometer desatinos de graves consecuencias.


El médium precisa saber seleccionar a las perso­nas de sus relaciones y evitar conversaciones impro­pias. Las preocupaciones demasiadas y los trabajos excesivos no son recomendables. Deben cuidarse, física y espiritualmente, para mantener, en buena forma, su capacidad de reacción contra el desánimo y el desa­liento.
El trabajo, además de constituir un fuerte estímu­lo para el cuerpo físico, es la más provechosa de las distraciones para el espíritu, cuya atención debe estar constantemente dirigida para las cosas útiles y honestas.
No hay duda de que todos tienen necesidad de descanso, reposo y recreo en las horas propias. Entretanto, nadie jamás deberá entregarse a la ociosidad, que es siempre perjudicial, muy particularmente tratándose de médiums.

NECESIDAD DE ESCLARECIMIENTO

La discusión constituye un fuerte imán de atracción de las fuerzas del astral inferior. De ella nacen los de­sentendimientos, los disgustos y el resentimiento que tanto contribuyen para destruír la armonía y la afectibilidad.


Los médiums, por seren muy sensibles y vibrátiles, son fácilmente propensos a arrebatarse por lo que los otros dicen o hacen que se ajuste o choque con las emociones de su temperamento.
De ahí la necesidad que tienen de esclarecimiento, para saber, en el ambiente en que viven, defenderse de los golpes lanzados por las terribles fuerzas malé­ficas que envuelven este mundo y tienen como punto de apoyo, los millones de médiums ignorantes, displi­centes e incautos dispersos por el planeta.
La , mediumnidad, como todas las facultades espi­rituales se desarrolla, progresivamente, de encarnación en encarnación. Desde el primer grado de la evolución en las camadas humanas más atrasadas, en los ritos salvajes, en la práctica de la magía, comienzan cí­ertos individuos a desarrollar las facultades mediúmni­cas, sin preparo psíquico, sin conocimiento de los ries­gos a que se exponen por la inobservancia de la dis­ciplina que debería acompañar tal desarrollo.
Esto explica el por qué de encontrarse el mundo repleto de personas perturbadas y anormales, de paranoicos y desequilibrados, de obsesionados y dementes.
Quien desarrolle la mediumnidad fuera de la dis­ciplina aconsejada, por esta Doctrina   es bueno re­petirlo   se expone a.todos los peligros, inclusive la obsesión.
La garantia del médium esta precisamente en sa­ber resguardarse de la acción de las fuerzas inferio­res, para no tornarse un instrumento inconsciente al servicio de la perversidad y de la mixtificación de esas fuerzas del mal.
Para vivir con aprovechamiento, necesita el ser humano conocerse a si mismo, partiendo del principio básico y fundamental de que es compuesto de Fuerza y Materia. La Fuerza es el Espíritu. La Materia, ape­nas el vehículo, el instrumento, el medio del cual él se sirve para promover su evolución en la Tierra.
La Materia, no tiene facultades. Esas, que son innu­merables, pertenecen todas al espíritu, y conviene se­ñalar que solamente pequeña parte de ellas es revelada en la vida terrena.
La facultad mediúmnica es de las más importantes, por la influencia que ejerce en la existencia de cada uno.
Procurar, pues, estudiarla, para conocerla a tra­vés de su complejidad y múltiples manifestaciones, es deber que se impone a todos los seres humanos que quieren vivir conscientemente, y no vegetar.
CAPITULO XVIII
LA OBSESIÓN
La obsesión es uno de los males de que más sufre la humanidad. Su mayor peligro está, precisamente, en el hecho de no ser percibida, en sus aspectos menos chocantes, por los que desconocen las verdades espiri­tualistas que el Racionalismo Cristiano difunde, prin­cipalmente en la parte referente a la vida fuera de la materia.
La obsesión puede presentarse de forma sutil, amena, periódica, permanente, suave o violenta.
En las formas sutiles y amenas, se manifiesta por manías, pavores, estrafalario, fobias, cacoetes, excen­tricidades, exotismos, extravagancias, pasiones, fana­tismos, cobardía, indolencia, y por todos los excesos, como los sexuales, los de comer, los de reír o llorar, y muchos otros.
En el capítulo XVII, que trata de la mediumnidad, quedó explicado como accionan los espíritus obsesores sobre los individuos que los atraen con pensamientos afines.
A pesar de toda la acción deletérea que las fuerzas del astral inferior ejercen sobre la humanidad, forzo­so es reconocer que la culpa de la obsesión correspon­de, en gran parte, a las propias víctimas, por haberen, cuando sanas, alimentado los pensamientos con que se formaron las corrientes de atracción en que se apoya­ron los obsesores.
Está plenamente demonstrado en esta obra   y los hechos lo vienen confirmando, todos los dias   que los pensamientos de perversidad, de venganza, de odio y otros semejantes, vibran en todas las direcciones del espacio inferior, estableciendo inmediato contacto entre quien los emite y los espíritus obsesores.
Las bajas camadas del astral inferior están, pues, ligadas, por estrecha afinidad, a las personas mal hu­moradas y a las vengativas, envidiosas, irritadas y deshonestas, asi como a todas aquellas que alimentan debilidades y vicios.
Esas personas, aún mismo cuando no aparenten estar obsesionadas, crian un clima ambiental profunda­mente dañoso a si mismas y a los miembros de las famílias o personas con quienes conviven, forzados unos y otros a participar del mismo ambiente, sin poseer los esclarecimientos suficientes para minorar los efec­tos perniciosos de la mala asistencia.
El resultado es, casi siempre, la obsesión de esas personas, en cualesquiera de las formas, benigna o violenta.
Ni siempre el espíritu obsesor tiene conciencia del mal que produce. Él también es víctima de los erro­res que cometió, cuando encarnado, por el desconocimi­ento de la vida fuera de la materia.
Esa lamentable ignorancia lo hizo prisionero del ambiente atmosférico de la Tierra, empujado por la ceguera de falsas creencias y persuadido de que nada más existe para los que desencarnan, arriba del iluso­rio medio en que pasaron a vivir..
Procura, entonces, desarrollar cualquier actividad en ese ambiente, pasando a intuír a sus ex parientes, amigos y conocidos, en la suposición de que practica una buena acción o por sentir placer en esa actividad.
Esas intuiciones, siendo bien aceptadas, servende estímulo para otras, estableciendo intensa coparticipa­ción de los espíritus del astral inferior con los seres encarnados. Cuando esto acontece, el camino para la obsesión está abierto
Siempre que la afinidad fuere intensa, los obseso­res no se aparton de la víctima, por el placer de per­manecer donde se sienten bien. Cuando la obsesión es producida por espíritus que fueron enemigos del obse­sionado, en la Tierra, la acción perturbadora es ejercida con mayor violencia contra él, aumentando las crisis furiosas.


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