La obra básica del Racionalismo Cristiano, no obstante sencilla, es bien profunda y debe ser vista como el cimiento base de conoci-mientos cuya estructura deberá ser levan-tada mediante el esfuerzo de cada uno


ASCENCIÓN A LOS MUNDOS A QUE PERTENECEN



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ASCENCIÓN A LOS MUNDOS A QUE PERTENECEN

Es error suponer que todos los espíritus que de­sencarnan ingresan en el astral inferior. Muchos as­cienden, inmediatamente, a los mundos de su clase, sin detenerse un solo instante en la atmósfera de la Tierra.


Esos son los que saben vivir espiritual y materialmente, los que ven en el trabajo honrado una de las serias razones de la vida, los que mantienen puros, lim­pios e incontaminados sus pensamientos.
Los que asi viven y piensan, atraen, frecuentemen­te, a las Fuerzas Superiores que los asisten, principal­mente en el momento de la desencarnación, auxilián­dolos a transladarse para sus mundos.
Ya hemos visto que el Astral Superior cuenta, para. su obra de saneamiento del planeta, con varios puntos de apoyo en la Tierra, pues, sin tal apoyo su trabajo, se tornaría más difícil, sino mismo imposible.
Donde quiera que se encuentre una persona a irra­diar pensamientos de alto sentido espiritualista, con el sincero deseo de beneficiar el prójimo, ahí está un polo de atracción, un instrumento de apoyo a la acción de las Fuerzas Superiores. La Limpeza Psíquica que las Casas Racionalistas Cristianas realizan, no tiene otra finalidad.
Con el auxilio de las corrientes flúidicas allí for­madas, penetran los Espíritus del Astral Superior en la atmósfera de la Tierra, de ella arrebatando obsessores. de toda especie, de los más pacatos a los más agresivos.
Se cuentan, entre los espíritus arrebatados por la corriente flúidica.organízada por esas Fuerzas del Bien, cuya luz esplendente ilumina y despierta a las conci­encias, mismo a las más empedernidas – innumerables perturbadores del equilibrio de la vida terrena, unos de gran inteligencia, otros de enorme obtusión, otros, todavía, de intelectualidad incipiente, pero todos sumer­gidos en el más profundo materialismo: escamoteadores contumaces, magistrados venales, audaces mistificadores, impenitentes charlatanes, ministros vanidosos, pre­sidentes pseudo patriotas, reyes magalomaníacos, papas adoradores y de mental oscurecido por los dogmas, etc.
El primer deber del espíritu, después que desen­carna, es elevarse al mundo a que pertenece, sin dete­nerse en la atmósfera de la Tierra.
Sin embargo, como nadie puede cumplir el deber sin estar para eso preparado, los espíritus desencarnan, en su mayoria, envueltos en la niebla embriagadora de las sensaciones materiales, agravadas por, las fantasías creadas por las místicas religiosas, y pasan, asistidos por obsesores, a engrosar las huestes de los que estacionan en la atmósfera de la Tierra.
Solamente los que no se olvidan, cuando encarnados, de los deberes espirituales, y a ellos condicionan toda la grandeza de la vida, están preparados para la as­cención a los mundos a que pertenecen, sin resbalar por las corrientes impuras del astral inferior.
Si la humanidad pudiese comprender que todos los acontecimientos ocurren dentro de condiciones natura­les, de acuerdo con el estado del alma, o supeditados al desarrollo espiritual de cada individuo, no se morti­ficaría ni se dejaría abatír por el desespero y las amar­guras a que constantemente se entrega.
Todos los espíritus del Astral Superior tienen esa conciencia. Y porque la poseen, observan, con el enten­dimiento esclarecido, las desgracias que se lamentan en el planeta, sin que ellas produzcan cualquier alteración en sus sentimientos y actividades.

VIDA ES ACCIÓN

Vida es acción. Donde hay acción, está el cumpli­miento del deber. Como la vida es dinámica y sin in­terrupciones, los deberes que recaen sobre el espíritu están siempre presentes, y su cumplimiento representa una imposición impostergable que en el Astral Superior es cumplida rigurosamente.


Allí no se conocen el cansacio, la pereza, la indo­lencia o la displicencia, ni se deja para después lo que debe ser hecho en el momento exacto. La fatiga resulta de los trabajos materiales que no afectan al espíritu.
En el Espacio Superior no existen el dia y la noche. La luz que lo ilumina y satura, permanentemente, es la Fuerza Inteligente en acción en el océano infinito del Universo. Los espíritus estacionados en el astral in­ferior se encuentran fuera de la ley, impedidos de cum­plír sus deberes, por, ser aquél un medio creado por el error, por el abandono de las obligaciones, por la su­misión a los vicios, por la atrofia y embrutecimiento del sentido espiritualista y por la expansión de las ten­dencias inferiores provenientes de encarnaciones ante­riores, que no se preocuparon por extinguirlas.
En tal ambiente, los espíritus permanecen comple­tamente, ilusos a respecto da la vida, y en la dependen­cia de ser despertados para ella. Y ese despertar no es fácil, debido a la influencia de los flúidos perturba­dores que los envuelven.
Sin la lucidez indispensable para la clarificación del embotado sentido del deber, vegetan en una situa­ción inferior a la que soportaban cuando encarnados, por no disponerem allí de ninguna posibilidad de me­jorar su estado espiritual.
Engañosos aspectos de la vida material pueden se­ducir al espíritu, pero apenas durante su situación de encarnado o en la atmósfera terrestre. En su mundo, libre de todas las influencias terrenas, la vida real se presenta con la limpidez de la verdad. En él, los de­beres tienen una sola interpretación, no habiendo, por eso, sofismas, modos de ver, alternativas, situaciones indecisas, vacilaciones, dudas e incertidumbres. Deber firmado y deber cumplido, son principios que se con­funden en una sola consumación.
En el mundo correspondiente a su clase, no puede - como esta obra lo esclarece   el espiritu evolucio­nar. Esa imposibilidad resulta de que todos allí poseen el mismo nivel intelectual y, pues, idéntico grado de desarrollo. Nada tienen, asi, para enseñarse unos a los otros.
Pero este planeta está   como ya fué dicho   preparado para recibir espíritus de diecisiete clases diferentes, que aqui se mezclan, se auxilian, se confrater­nizan, permutando conocimientos.
No es necesario resaltar, más una vez, la ventaja que esa desigualdad de valores representa, en el pro­ceso evolutivo de la humanidad. Ella es tan importante, tan valiosa, tan necesaria, que hasta los miembros de una misma familia son, en regla, de espiritualidad diferente.

VISIÓN DEL PASADO

A las facultades de los espíritus, no escapan ningún detalle, ningún movimiento, ningún hecho referente a su vida anterior. Tienen ellos grabado en materia flúdica, por la acción vibratoria del pensamiento   y con la más absoluta fidelidad  , toda la vida pasada, desde su origen, y la continúan grabando, eternamente.


No es difícil hacer una idea de lo que significa el registro en esa inmensa, en esa interminable estera flúidica, en que todos los cuadros de la vida de cada ser están enfocados, como si fuesen peliculas cinematográficas, cuyas escenas pueden ser vistas en cual­quier época.
Tan pronto alcanza el mundo a que pertenece, el espíritu pasa revista a toda su vida pasada. La examina, detenida y minuciosamente, hace confrontaciones, observa las encarnaciones pérdidas, calcula el tiempo que desperdició en las parcialmente aprovechadas, ra­ciocinia, analiza y estudia la posición en que se encuen­tra, con el fin de establecer un nuevo plan para la en­carnación siguiente.
Si verifica que hizo estacionamiento en el astral inferior, deplora, íntimamente, no haber utilizado mejor sus propios recursos espirituales, con los cuales habría adiccionado otros valores a su patrimonio moral.

POLOS DE ATRACCIÓN

Ya sabemos   porque esto fué explicado en las páginas anteriores   que los espíritus realizan su pro­greso reencarnando en este mundo, hasta alcanzar el décímo séptimo grado de evolución.


De ahí para arriba, la evolución es procesada en el Espacio que,   como también fue dicho  , es denominado Astral Superior.
Entre otros muchos deberes, tienen los espíritus del Astral Superior el de contribuir para el progreso de los seres encarnados, respectando, en regla general, el libre albedrío de estos.
Sin el establecimiento de polos de atracción sufi­cientemente fuertes, sería del todo imposible, a los es­píritus del Astral Superior llegar en la Tierra. Para eso, además de los seres humanos esclarecidos que en este planeta le sirven de instrumentos, disponen de la participación de los espíritus de los mundos opacos, que están a su servicio.
Esos espíritus deberían de hacer su evolución reen­carnando, como generalmente acontece. Sin embargo, fueron tantas las encarnaciones perdidas, y tan gran­des los sufrimientos por los que pasaron, sin provecho, que se decidieron a trabajar en el Espacio, no obstante sabiendo que allí su progreso espiritual es muy lento.
Entretanto, hay, a favor de ese proceso, la circunstancia de no haber pérdida de tiempo, como acontece en la Tierra, donde millones y millones de encarnados atollan en las bajas pasiones mundanas.
Los espíritus clasificados en los mundos opacos son de la sexta a la décima primeira clase. Sus cuerpos as­trales se componen de materia flúidica, más o menos densa, y con ellos pueden locomoverse, fácilmente, por la superficie de este planeta. Rigurosamente disciplinados por las Fuerzas Superiores, su actividad es valiosa, ya que pueden penetrar en cualquier ambiente, por peor que él sea.
Ofrecen, todavía, los espíritus de los mundos opacos estrecha colaboración a los encarnados, cuando en des­doblamiento en el régime doctrinario explanado en esta obra, pára que las Fuerzas Superiores puedan pro­mover grandes limpiezas psíquicas en el astral inferior, de él arrebatando a terribles obsesores. En el Astral Superior, disponen los espíritus de los más amplios re­cursos para el cumplimiento de sus deberes.

ESPACIO Y TIEMPO

Espacio y tiempo son dos relatividades terrenas desconocidas en el Espacio. El campo de vista del ser humano está circunscrito a las tres dimensiones. Cuando a ciencia terrena registra la velocidad de la luz, nada puede informar a respecto de la velocidad con que los Espíritus Superiores   que de igual modo son Luz   pueden transladarse en el Espacio. Y nada puede infor­mar porque, en el presente estado de evolución de la humanidad, ese conocimiento aún no hace falta.


Espacio y tiempo   abstraídas las condiciones de la relatividad   son dos expresiones que se confunden en una sola.
Cuando el intelecto humano estuviere en condicio­nes de ejercitar su facultad deductiva, imaginativa y analitica, en la órbita de esa comprensión, entonces el aspecto del Universo cambiará por completo, y el pro­blema de las grandezas inconmensurables pasará a te­ner nueva significación. Es justamente bajo tal modalidad de vida que se efectúan los movimientos de los espíritus del Astral Superior, teniendo por campo de acción extensiones que escapan a los límites de la com­prensión existente en el horizonte del mental humano, y por deberes, transcorrientemente, atribuciones que no se asemejan a las del vivir terreno.
Las minucias de la vida del Astral Superior inte­resan apenas a los que allá se encuentran. Al espíritu encarnado, ninguna contribución podrán, por ahora, ofrecer.


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