Pregunta: Comúnmente, las personas quedan confusas cuando les explicamos que, a pesar de la muerte del cuerpo físico, el deseo de tomar alcohol continúa latente en el periespíritu sobreviviente. Además sabemos que después de desencarnado el espíritu no tiene problemas de naturaleza física. ¿Cuál es vuestra opinión?
Ramatís: El desligamiento del cuerpo carnal no destruye los deseos, pues éstos son psíquicos y no físicos. El periespíritu (explicado racionalmente por Allan Kardec) comprende el conjunto formado por el vehículo mental responsable del pensamiento, y el vehículo astralino, que es la sede de los deseos y de las emociones del espíritu. Después de la muerte corporal, recrudece el ardiente deseo del desencarnado por el alcohol, llegando a la desesperación porque se ve imposibilitado de satisfacerse por la falta del cuerpo físico, que le servía de alambique vivo del drenaje alcohólico de la tierra.
La reacción viciosa de cada espíritu alcohólatra desencarnado depende de su graduación espiritual, o fuerza mental, pues mientras algunos se resignan en su sufrimiento del vicio degradante, otros prefieren agruparse o esclavizarse a las bandas de los malhechores del Más Allá, puesto que eso les permite, de alguna forma, mitigar el vicio incontrolable. Nos recuerda lo que sucede con los toxicómanos, ahí en la tierra, que se degradan y humillan ante condiciones infamantes, con tal de conseguir el tóxico del vicio.
Pregunta: En realidad, ¿qué es lo que debemos entender por "vaso viviente" de los malhechores desencarnados?
Ramatís: Vaso viviente es la persona que, dominada totalmente por el vicio del alcohol, pierde su dirección psicológica y espiritual volviéndose un alambique o "robot" de la voluntad de los desencarnados alcohólatras. Los espíritus degenerados y viciosos tratan de ubicar a los enviciados en el alcohol, dueños de voluntad debilitada o esclavos de las pasiones inferiores, para poder transformarlos en una prolongación viviente de sus manejos, y absorber las emanaciones del alcohol. A través del estómago de sus "vasos vivientes" y en infamante simbiosis fluídica consiguen chupar los fluidos etílicos que exudan por la descomposición digestiva.
La adaptación de un "vaso viviente" exige tiempo porque es fruto de un trabajo arduo del obsesor, puesto que debe ajustarse al "doble etérico" del vicioso encarnado, es decir, al campo energético, como una especie de caballo que se liga vitalmente al carro físico. Al comienzo, necesita apartarlo de las buenas amistades, protecciones y circunstancias que envuelven al candidato al recipiente alcohólico; lo más importante es aislarlo, lo más posible, de la familia por medio de conflictos, desentendimientos y reyertas. Algunos obsesores perseveran años, vigilando y provocando a la víctima hasta alcanzar la degradación máxima, pues cuanto más se embriaga y degrada, con más efectividad le proporciona las sensaciones que el obsesor necesita. Después que el vampiro consigue el dominio completo sobre el bebedor encarnado, lo rodea de todos los cuidados y lo protege contra los accidentes, las agresiones y hasta las enfermedades, a fin de unirlo en la bochornosa condición de "vaso viviente".
Y como el espíritu sin cuerpo físico no puede usufructuar integralmente el alcohol ingerido por el alcohólatra encarnado, pues sólo aprovecha los fluidos etéricos volatilizados en la operación digestiva, entonces acicatea a su "vaso vivo" para embriagarlo hasta caer al suelo. He ahí por qué muchos alcohólatras afirman que una fuerza extraña y oculta los obliga a beber insaciablemente, aun después de encontrarse debilitados e intoxicados. Infeliz abastecedor de los vapores alcohólicos para los vampiros del Más Allá, el "vaso viviente" se degrada día a día hasta alcanzar la condición de desecho humano, embadurnado en el lodo del mundo.
Pregunta: Esos obsesores o vampiros del mundo astralino, ¿únicamente están al acecho de los futuros "vasos vivientes", en los lugares viciados del mundo?
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