Pregunta: El proceso científico y técnico por el cual el hombre trata de conseguir siempre lo mejor ¿no es un desmentido a la religiosidad, dado que de esa forma también busca la perfección?
Ramatís; La ciencia, la técnica y la filosofía humana son experimentos de raciocinio humano, mientras que la religión es la emanación espontánea de un sentimiento que fluye íntimamente e ilumina a la criatura. En cuanto al ejercicio intelectivo cu el trato con las cosas del mundo material, desarrolla el talento creador del hombre y el sentimiento religioso funciona como la brújula que da seguridad espiritual e ilumina la creación. Por eso, el ángel es el más elevado símbolo de ese binomio, que representa la victoria del espíritu sobre sí mismo. El ala derecha representa la sabiduría, y la izquierda, el amor; ambas mantienen el más perfecto equilibrio entre la Razón y el Sentimiento, a fin de permitir el libre tránsito de los ángeles por el Universo.
Pregunta: ¿Podríamos saber o valorar el grado de espiritualidad del hombre, de acuerdo a su preferencia religiosa?
Ramatís: La preferencia y adhesión a determinada religión u organización religiosa, credo o doctrina espiritualista, demuestra apenas el índice de comprensión o capacidad intelectiva del hombre pero no la intensidad de su sentimiento religioso innato. Existen religiosos fanáticos, sumisos a las reglas rigurosas y excéntricas de su credo, pero son almas inescrupulosas y crueles. No son los ritos, las ceremonias ni la sumisión a los postulados doctrinarios los que definen el grado de amor que puede existir en su ser, puesto que ello depende fundamentalmente de su comportamiento en la vida en contacto con las demás criaturas humanas. El verdadero "Amor divino" es innato en la conciencia de todo hombre, y jamás adhiere un ápice de crueldad, venganza, pillaje, fanatismo u orgullo bajo cualquier hipótesis o alegato mistificador de salvación religiosa. 4
Nada tiene que ver el sentido de la Religión cuando expresa el "Amor Divino", con los momentos transitorios y las horas especiales, sagradas, vividas en determinados días y horas, programadas en la intimidad de los templos e instituciones religiosas de la misa católica, de la evocación en la sesión espirita, del traba jo en el terreno de la Umbanda, de la reunión teosófica, esotérica o rosacruciana. Todo ello depende del convencimiento tácito de los hombres que se reúnen atraídos por la misma simpatía al credo de preferencia espiritualista.
El amor se prueba espontánea y constantemente en todos los hechos de la persona, sea en los ambientes sagrados, en los templos y en el mundo profano. Las agrupaciones de personas, que rinden culto a los trabajos espirituales en los ambientes religiosos y reuniones afines, apenas son la reproducción de los movimientos semejantes de las instituciones de beneficencia o recreativas, que intentan favorecer a la comunidad. La diferencia está en que, en el ambiente profano, sus responsables tratan de intereses materiales, y en los ambientes sagrados, cuidan principalmente de su salvación espiritual. El sentimiento religioso innato en el hombre no se origina por la programación estatuida por los sacerdotes, líderes o instructores, tan defectuosos e inconscientes de esa realidad, como los mismos discípulos que les siguen. Es la prolongación del Amor incondicional y latente en el ser que se manifiesta constantemente en todos los segundos, minutos, horas y días, en forma independiente de los congresos religiosos o simposios espiritualistas.
El mundo profano es una escuela de desarrollo para el auténtico amor, es el camino que permite los ejercicios para la aparición del sentimiento religioso, que manifiesta sobre la faz de la tierra la naturaleza íntima y Divina del Creador. Por lo tanto, las luchas y el esfuerzo para sobrevivir en el capullo de la carne, apuran la frecuencia vibratoria del ser y lo aproximan cada vez más a la Realidad Divina. Todo ello sucede en forma independiente, sin que el interesado frecuente los templos o instituciones espiritualistas. Las flores no esparcen sus perfumes porque sean cultivadas en jardines especialmente preparados, puesto que ello ha de suceder en cualquier lugar, porque su aroma es una condición intrínseca de su constitución vegetal. Por eso, el odio, el celo, la envidia, la crueldad, la venganza, la avaricia y demás pasiones negativas desmienten el sentimiento religioso del hombre, dado que lo apartan de la esencia de Dios.
El hombre, cuando está subyugado por el linaje instintivo del animal, es frío e indiferente ante la suerte del ajeno, pues vive su vida egoísta, como el bovino que rumia pacíficamente en el campo, es cruel y vengativo para alcanzar los bienes del prójimo; o es pérfido como el reptil, cuando ataca traicioneramente.
Por lo tanto, el progreso científico y técnico del mundo no propicia un índice más elevado de religiosidad, la cual es innata en el hombre. Apenas puede colaborar en el culto exterior de los templos e instituciones espiritualistas, puesto que puede ofrecerle mejor confort y mayor estética para el acto devocional.
4 Nota de Ramatís: Observando las barbaries del mundo, es muy fácil comprobar que el hombre todavía es monstruoso y cruel, aun cuando acciona bajo la inspiración religiosa. David mandaba extender en el suelo a los niños, mujeres y viejos amonitas y moabitas; y en nombre de Jehová hacía pasar las carrozas armadas con hierros sobre ellos; los sacerdotes católicos quemaban a los judíos y protestantes en las hogueras de la Inquisición con el pretexto de salvarlos para el Cristo; los cruzados pasaban a filo de espada a los infieles de otras creencias, cantando hosannas a Dios. Hoy, musulmanes y budistas se devoran entre sí, defendiendo a sus líderes, profetas y santos predilectos, en la convicción tonta de estar proclamando la verdad religiosa más perfecta.
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