La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: ¿Qué significa el Espiritismo, en concepto de Religión, puesto que se trata de una doctrina que no cultiva ritos y no admite compromisos ni reglas religiosas?

Ramatís: El Espiritismo como doctrina codificada para la divulgación popular de la realidad espiritual es la fuente de Amor vinculada al aura amorosa del Cristo Planetario de la Tierra. Le cabe efectuar determinadas correcciones en el dogmatismo y creencias supersticiosas de los terrícolas, rechazando los símbolos, fórmulas misteriosas, liturgias cansadoras y el trato con los objetos utilizados para la adoración, con la finalidad de que sus adeptos tomen un rápido contacto con la fuente crística en la vida humana. Mientras los religiosos dogmáticos se demoran mucho tiempo entre­tenidos por las ceremonias litúrgicas u obligaciones doctrinarias, los espiritas consiguen un mejor aprovechamiento del tiempo, en busca de la Realidad Espiritual; concretando, lo consiguen con mayor rapidez por la vía de la "acción" que por la de la "adora­ción". Las religiones son como los caminos del mundo, cuando menos escollos se encuentran, más rápido se alcanza el destino.

Muy poca importancia tiene el concepto si el Espiritismo es Religión o no sino es lo que sus adeptos consiguen, que es vivir el universalismo del amor crístico ilimitado, sin transformarlo en una doctrina religiosa, tan primaria y sectarista como son las demás religiones existentes. Antes de ser un competidor más en la arena de las discusiones y desentendimientos religiosos del mun­do, el Espiritismo es un denominador común de los hombres interesados en usufructuar la autenticidad de su naturaleza espi­ritual. Están totalmente errados los líderes y adeptos espiritas, que pregonan y difunden la doctrina, agrediendo a los demás credos o doctrinas vigentes, puesto que de allí surgen enemistades, disgustos y humillaciones ajenos, que es lo opuesto al sentido amoroso y universalista del Espiritismo.



Pregunta: ¿Nos podéis explicar mejor ese asunto?

Ramatís: Es tan censurable el fanatismo de los ritos, dogmas, creencias, adoraciones y supersticiones impuestas por algunas sectas religiosas como el extremismo fanático de los "anti-dog­mas", "anti-ritos" y "anti-adoración", que muchos espiritas defienden con todos los elementos al alcance de sus manos, humi­llando anti-fraternalmente a los demás creyentes. Dios no especi­ficó los "dogmas" y los "anti-dogmas" con la finalidad de atender a determinados grupos de individuos, pero sí creó la escuela del Universo para que sus hijos se educaran y aprendieran a tener una conversación amorosa con su Padre. Todas las cosas son buenas y útiles a su debido tiempo, por cuyo motivo el prójimo debe ser respetado en su creencia porque está haciendo lo mejor que puede y sabe. En el campo del espiritualismo y de la religiosidad del mundo el Espiritismo debe contribuir con su generoso mensaje espiritual y moderno para el esclarecimiento humano pero jamás como la figura de un competidor belicoso en la arena de los con­flictos religiosos.

8 Ver el capítulo "Jesús de Nazareth y el Cristo Planetario", de la obra El Sublime Peregrino, de Ramatís. Además, Jesús fue muy claro, cuan­do se refirió al Cristo en estos términos: "Mas vosotros no queráis ser lla­mados Rabí (Maestro); porque no es vuestro Maestro y vosotros todos sois hermanos. Ni os llaméis Maestros, porque no es vuestro Maestro; ¡el Cristo! (Mateo, XXIII-8 y 10). Conviene distinguir que Jesús hablaba en primera persona y se refería al Cristo en la segunda persona, pues en su reconocida humildad jamás él se intitularía un Maestro.

Pregunta: Sin embargo, el Espiritismo al ser un movimiento de liberación espiritual de las masas, ¿no debe esclarecer a los hombres contra los "tabúes" religiosos del pasado?

Ramatís: El Espiritismo es una doctrina codificada por Allan Kardec y tiene la misión de desacondicionar a la masa popular, liberándola de los preceptos, obligaciones y supersticiones, mila­gros, tabúes, dogmas y preconceptos religiosos, evitando que los hombres continúen siendo explotados religiosamente por los expertos. Pero, por encima de todo, su función es preparar el terreno apropiado para aumentar la importancia del mensaje, que es ejercitar al hombre para que viva conforme al linaje funda­mental del espíritu crístico.

Las sectas religiosas, en general, únicamente orientan a sus fieles para cultivar fórmulas devocionales, debidamente seleccio­nadas y liberadas bajo la autorización de sus mentores y líderes; mientras tanto, prohíben a sus adeptos el discutir u oponerse a lo que se les enseña. El Papa es infalible para los católicos, los profetas son intocables para los protestantes, Kardec es indiscu­tible para los espiritas, mientras que los teósofos y rosacruces, respectivamente, no aceptan nada que contraríe a Helena Blavatsky y Max Heindel.

El Espiritismo no fue codificado para competir ni discutir con los otros credos e imponerles los conceptos exclusivos de Allan Kardec. Es un movimiento espiritualista, cuyos preceptos funda­mentales deben reajustarse con la propia evolución de la Ciencia y el progreso técnico del mundo, sin estratificarse en el tiempo y el espacio, como sucede con el Catolicismo y el Protestantismo. Infelizmente, las doctrinas y religiones del mundo fracasan ante la obstinación de los adeptos y discípulos fanáticos que se defien­den con uñas y dientes contra todo aquello que "demarca nuevos rumbos en el progreso natural de la civilización, y que contraríe su modo de vida religiosa”.

El Cristianismo fue un sublime y universalista mensaje que, en su época, ofrecía una saludable medicación para los males de la humanidad; pero ni bien los hombres la formalizaron como sectas u organizaciones religiosas, se cristalizó bajo el calendario terreno, en la forma de Catolicismo; y posteriormente, en las ramificaciones sectaristas y protestantes. Todo ello sucedió por causa de sus representantes autorizados, sacerdotes conservadores, que son exclusivistas y divorciados del progreso técnico y cientí­fico del mundo, cuya obstinación es responsable de la aflicción y urgencia con que la Iglesia Católica intenta adaptarse apresura­damente al modernismo a punto tal que hace concesiones ridículas, como sucede con la música moderna adaptada a las mismas. Jamás la música compuesta para hacer vibrar la musculatura del cuerpo físico podrá inspirar y dinamizar las energías del espíritu; el rit­mo sincopado y turbulento manifiesta la vida del mundo profano, y es chocante en la tranquila atmósfera del templo religioso, que invita a la vida pacífica y oculta del ángel. De ninguna forma la música moderna puede sustituir a las tocatas y fugas de Bach, la Coral de Beethoven, los oratorios de Handel, las misas de Haydn y Verdi, y otros compositores, cuya fuerza sonora imper­sonaliza al hombre en el seno de la Creación.




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