La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: ¿Tiene sentido común que las sectas u organiza­ciones religiosas frenen las pasiones humanas? En verdad, ¿cuál es la realidad?

Ramatís: Sólo el autoconocimiento o percepción íntima y espiritual es capaz de aplacar la fuerza indomable de las pasiones animales, que aún vibran y laten en el actual tipo de hombre terrícola. La prueba de que las religiones no frenan las pasiones humanas es que junto a la iglesia de cada pueblo o ciudad donde el sacerdote pregona su credo religioso, las autoridades se ven obligadas a construir cárceles para recluir a los malhechores y criminales que son indiferentes a la pregonación religiosa. Sin lugar a dudas, algunas veces, pero en casos muy raros, las ame­nazas de las penas infernales llegan a contener al ciudadano que está a punto de manifestar sus pasiones peligrosas. Así como la presión interior rompe el tapón de la vasija, la criatura primaria también debilita su control psíquico a medida que pierde efecto el temor religioso.

La criatura desobediente, mala y obstinada no mejora por el castigo corporal; apenas refrena su violencia interior. Toda vez que le aparece un nuevo camino de liberación personal, sin peligro de ser castigado, lo manifiesta violentamente, tal como es su índole primaria. Son raros los hombres que consiguen contener por determinado tiempo y bajo el temor de la religión la eclosión violenta y agresiva de su instinto animal. Mientras el espíritu inmortal no domine "conscientemente" las tendencias heredadas de la energía animal, que le sirvió para el sustento de la edifica­ción atómica del cuerpo físico, ha de fallar cualquier amenaza punitiva, proveniente del Más Allá de la tumba. Ninguna religión conseguirá frenar las pasiones de las personas, que aún viven bajo el descontrol espiritual. Muchos hombres intentaron realizar una vida pacífica y ascética en la intimidad de los conventos, pero cierto día, renunciaron a sus votos, al no poder contener indefini­damente las pasiones animales. Existía apenas una breve concilia­ción por coacción del ambiente pacífico y religioso, pero todo ello cedió bajo la fuerza indomable y primaria de las pasiones infe­riores.



Pregunta: Algunos creen que las iglesias del interior de la República consiguen disminuir la incidencia de los crímenes, en base a que los sacerdotes tienen ascendencia por su autoridad como representantes de Dios, ¿Cuál es vuestro parecer al respecto?

Ramatís: Los hombres primitivos no tienen control psíquico suficiente para reprimir sus pasiones violentas, pues éstas aparecen a pesar de cualquier tipo de admonición o amenaza religiosa. Los periódicos os traen la noticia diaria de crímenes horrendos, cuyos autores se confiesan adeptos o creyentes de las más variadas religiones.

Aunque a las organizaciones religiosas les quepa la función de hacer confraternizar a los hombres y disciplinarlos para que decanten sus imperfecciones y pasiones, sin embargo, entre sus adeptos y líderes se generan conflictos resultantes de los celos, antipatías y diferencias jerárquicas y hasta divergencias doctri­narias, debido a las interpretaciones personales. Los católicos mataron a los protestantes en la "Noche de San Bartolomé", en Francia; después, los protestantes que huyeron a la Nueva Ingla­terra, terminaron matando a los mismos protestantes que más tarde llegaron con ideas religiosas más avanzadas. Todo ello de­muestra indudablemente que tales adeptos cambiaron únicamente de rótulo religioso, pero no se liberaron del fanatismo, de la into­lerancia religiosa ni de las pasiones inferiores.

No es la secta la que determina la naturaleza del sentimiento religioso, sino que son los adeptos quienes escogen la secta que les acepta su graduación espiritual y religiosa. Aunque no exis­tiera el Catolicismo, el Protestantismo, el Budismo, el Judaísmo o el Islamismo, habría otro tipo de organización religiosa semejante y necesaria para atender la ansiedad de cada hombre o agrupación.

Cuando más progresa la criatura espiritualmente, más se aparta de la artificialidad del mundo profano, liberándose de fórmulas, ritos y preceptos que anteriormente le servían para que exteriorizara el sentimiento religioso. De ahí, entonces, que llega a comprender que las liturgias, cuanto más complejas y pomposas son, confunden el sentimiento religioso innato en la intimidad espiritual del ser humano.

Algunas veces, la madurez espiritual se hace algo violenta, puesto que surge por efecto del crecimiento espiritual interior. Entonces, el hombre se siente inseguro en el ambiente religioso primario donde vive, que no le atiende la nueva exigencia surgida por la madurez, algo precipitada. Poco a poco va percibiendo algo decepcionado, lo vulgar de las fórmulas y convenciones de su orga­nización religiosa, que se sometieron pasivamente a los mensajes y recursos transitorios del mundo material. Entonces, cambian apresuradamente hacia otra doctrina "iconoclasta" o adversa a los tabúes religiosos, que se adecúe a su nueva manera de interpretar el sentimiento divino que emana de lo íntimo de su alma. Mientras tanto, los disconformes se cierran en un mutismo ateo, llegando a irritarse ni bien le mencionan a su antigua secta religiosa.


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