Ramatís: Evidentemente, otros pueblos y naciones, además de Brasil aprecian el fútbol; más conforme a las estadísticas, ese deporte es preferido y admirado por más del 90 % de los brasileños porque se ajusta al temperamento y a la emotividad de la gente bulliciosa.
Así como las manifestaciones artísticas, emotivas y culturales de un pueblo pueden demostrar la compostura temperamental, las costumbres, la índole pacífica o belicosa, atea o religiosa; la preferencia por cierto deporte que domina la generalidad, está indicando algo de su psicología y sentimientos. Hay pueblos que se dedican a los deportes sangrientos, como las corridas de toros y peleas de gallos, mientras que otros exteriorizan su brutalidad mal contenida bajo el barniz de la civilización, en la práctica violenta del boxeo, deporte de los trogloditas.
En consecuencia, el Brasil se dedica casi exclusivamente al deporte del fútbol, desde las clases más pobres hasta los más intelectuales y privilegiados cerebros, porque es lo que mejor se relaciona con el temperamento fraterno, jubiloso y placentero de su pueblo. Evidentemente, bajo la fuerza constante del progreso y a través de reglas y leyes cada vez más evolucionadas, el fútbol tiende a volverse un fascinante espectáculo artístico, capaz de satisfacer las exigencias más caprichosas. Actualmente, se distancia bastante de la vieja y brutal competición, tipo "quiebra piernas" del pasado, volviéndose más técnico, gracioso y saludable. Exige de sus cultores la mente despierta, decisiones rápidas, sagacidad, destreza, control nervioso y hasta elegancia. Difiere del fútbol antiguo y plagado de arremetidas violentas con la pelota, donde prevalecía una especie de presión corporal, que afectaba a todos por igual.
Ese deporte requiere escuela y adiestramiento específico, cuyos participantes se rigen por reglas disciplinarias, y someterse dócilmente a la dirección del juez, que es la autoridad responsable del orden y la ecuanimidad de los competidores. En base a ese tipo de academia, que además está subordinada al Ministerio de los Deportes, los jugadores rebeldes, egoístas y aun deshonestos en su vida privada, se vuelven antipáticos para el público, que exige técnica en el campo de juego y conducta honrosa en la sociedad.
Pregunta: Cierta personalidad dijo que el fútbol en Brasil influía en cierta forma sobre la naturaleza espiritual de los jugadores brasileños. ¿Qué opináis al respecto?
Ramatís: Es evidente que entre el fútbol grosero que antiguamente se jugaba y los enfrentamientos modernos, pacíficos, disciplinados y garantizados por el sumo respeto al árbitro, existe considerable distancia y loable progreso. De esa forma, los jugadores son frenados en sus manifestaciones violentas, instintivas y rebeldes, en base a las sanciones disciplinarias emanadas de las evolucionadas leyes de los presentes días. Aunque se trate de una competición deportiva y sin un propósito deliberadamente educativo, el fútbol actual influye de alguna forma en la naturaleza espiritual de los jugadores brasileños, porque los obliga a tener actitudes respetuosas, comportamiento disciplinado y obediencia incondicional para las decisiones del árbitro durante el transcurso del juego. Todo ello los obliga a un adiestramiento emotivo y temperamental superior, debiendo desarrollar los buenos hábitos durante el juego. En suma, cultivan virtudes y reprimen pasiones, apaciguan el carácter y superan la violencia, lo que es una evidente contribución espiritual para volverse mejores ciudadanos.
Lo que sucede con el fútbol, como también con la radio y la televisión, es que se transforman en excelentes oportunidades para muchos jóvenes pobres y carentes de recursos, que evitan ser marginados y delincuentes, llegando al puesto de "cracks" y admirados cantores, muy queridos por el pueblo. Los mismos se elevan muchísimo en la sociedad y forman una familia honrosa y educan a sus hijos en buenas instituciones, eliminan la timidez que los frustraba en la vida y apresuran el sentido psicológico en contacto con otros países de muy buena cultura. Además, el fútbol atrae a las juventudes que se encuentran en las instituciones educativas y asociaciones de jóvenes, ayudando a decantar la vitalidad bulliciosa y expansiva, reduciendo los problemas para las autoridades del país. Es una especie de "terapia ocupacional", que modera la tensión vital y mórbida de los jóvenes, impidiendo la degradación por falta de objetivos provechosos. El fútbol es beneficioso y saludable para el pueblo brasileño, porque atiende al temperamento y la euforia de la raza, divierte, proporciona amistades, une simpatías, crea responsabilidades, se construyen edificios y se paga a millares de personas, que viven amparadas por un trabajo honesto y pacífico. La necesidad que el futbolista tiene de mantenerse físicamente en forma para las competiciones de importancia, lo aparta de los vicios y lo obliga a mantener una vida disciplinada y beneficiosa para la misma familia.
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