La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal


Capítulo II PROBLEMAS DE LA FAMILIA



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Capítulo II

PROBLEMAS DE LA FAMILIA
Pregunta: Conforme nos habéis explicado la familia es la agrupación humana de los espíritus amigos o adversos que a través de los lazos consanguíneos se unen por el afecto o se vinculan por las deudas kármicas del pasado. ¿No es verdad?

Ramatís: En realidad, la familia carnal tanto se forma por espíritus afines, como se integra por almas adversas, que contra­jeron serios problemas en el pasado. En el seno del hogar se procesa la orientación y el adiestramiento espiritual para alcanzar la vida superior, en donde el amor une a los espíritus amigos y el odio imanta a los adversarios. Por eso, la familia tanto puede ser un bendecido camino hacia el paraíso, como generar conflictos, desafíos y luchas emotivas, que pueden terminar con la separación, y a veces, conforme dice la noticia policial, en el crimen.

Pregunta: ¿Qué otra finalidad tiene el hogar terreno, además de brindar la rectificación kármica?

Ramatís: La familia humana es el sinónimo de la familia universal en miniatura, pues los lazos consanguíneos apenas deli­mitan las vestimentas físicas y transitorias de una existencia humana, pero sin eliminar la autenticidad espiritual de cada miembro. La ancestralidad biológica o la herencia genealógica reúnen los más diversos temperamentos espirituales bajo una sola configuración consanguínea, a fin de establecer una contempori­zación amistosa. El hogar terreno es el hospedaje de buena voluntad, en donde el hombre y la mujer se conjugan en la divina tarea de servir, amar y orientar a los espíritus amigos o adversos, que por Ley Sideral se encarnan, buscando el amparo fraterno y dispuesto a saldar las cuentas del pasado. Por encima del sentimiento ególatra o de "propiedad", que generalmente domina a los esposos sobre los hijos, debe prevalecer el concepto de hermandad universal, porque la realidad del espíritu inmortal no debe sacrificarse a las simpatías que provoca el cuerpo carnal.

Pregunta: Se nos hace un poco difícil comprender el alcance de vuestras explicaciones, referente a que la familia humana es la experiencia adecuada y preliminar para la definitiva familia universal. ¿Nos podéis ampliar el asunto?

Ramatís: La familia humana es un conjunto de almas oriun­das de la misma fuente divina, difiere apenas, en su periferia, por la convención terrena de ser cónyuges, hijos, padres o parien­tes, cuya vestimenta corporal consanguínea y ancestral contem­poriza la reunión de los afectados en el pasado, en un entrena­miento afectivo, cuya meta definitiva es la futura familia universal.

Los cuerpos carnales no dejan de ser provisorios, que proporcionan al espíritu encarnado el recurso para desempeñarse en sus actividades en la vida humana, a la vez que desenvuelven los sentimientos fraternos y avivan las virtudes latentes en lo íntimo del alma. Los intereses egocéntricos, las ideas artísticas, preferencias políticas, tendencias científicas, ambiciones sociales o entrenamientos religiosos, son los caminos que proporcionan a las almas la mayoría de su graduación espiritual. Las disidencias tan comunes en el seno de las familias terrenas son consecuencia de la edad espiritual de los componentes, en donde los primarios provocan aflicciones, sufrimientos y perjuicios a los evolucionados, en base al vínculo kármico del pasado.

Pero al transcurrir varias existencias en el mundo físico, los espíritus diversificados por los temperamentos opuestos se tornan afines y adaptan a nuevos rumbos de vida y progreso, hasta alcanzar la comprensión espiritual definitiva. Lentamente, los viejos adversarios se aproximan por los lazos de la familia humana, y loablemente hacen las paces y confraternizan para la ventura en común. Aunque la diferencia por los intereses, el choque de ambiciones y la codicia por lo mejor puedan activar viejos odios y frustraciones del pasado, la vida en común en el seno de la familia, contemporiza los desentendimientos y estigmas entre los espíritus que definitivamente deben encaminarse hacia la angelitud. Es cierto que los más embrutecidos y esclavizados a las pasiones animales llegan a sacrificar al compañero consanguíneo para alcanzar los valores del mundo físico, pues en el subjetivismo del alma presienten al verdugo o enemigo de otrora. En consecuencia, el pillaje, la belicosidad y la avaricia son consecuencias de esa terrible competencia humana, donde litigan los espíritus a través de la trayectoria de la vida física, pero jamás están desheredados del Amor del Cristo ni impedidos de llegar a ser felices. Así es la rueda entre víctimas y verdugos que retornan en sucesivas existencias, afectados al mismo ropaje carnal consanguíneo para organizar las familias humanas, en el sentido de terminar con la personalidad humana y separatista del hombre celoso, egoísta y esclavo de los instintos animales. Por medio del ejercicio afectivo del hogar, en el intercambio de los favores e iniciativas de los miembros de la familia, la individua­lidad espiritual va exteriorizando sus valores eternos y de elevada moralidad.


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