La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: ¿Qué nos podéis decir del cuidado y educación por parte de la clase media?

Ramatís: Comúnmente, la clase media cede la educación, orientación y cuidado de sus hijos en manos de los empleados de confianza,. Aunque tales servidores domésticos puedan ser dignos y bien intencionados, sólo pueden orientar a los hijos de los patrones con los recursos que ellos obtuvieron en su desafortunada infancia. El criado o la criada, aunque sean buenos, siempre han de ser empleados y no tienen la autoridad necesaria sobre los hijos de los patrones, además son carentes de cualquier pedagogía superior. Les falta el conocimiento psicológico y analítico, que sólo puede adquirirse en centros educativos de condición superior. Son personas de condición mental y emotivamente pasivas, que ejercen una coacción voluntaria sobre sí mismas, debiendo servir y abdicar de su personalidad para poder concordar con los patro­nes, faltándoles el conocimiento y la experiencia educativa para domesticar el instinto inferior del niño, bajo su orientación.

En casos muy raros se comprueba una conducta moral y perspicacia mental de servidores que superan el nivel común de sus señores, como sucedía en la antigua Roma, cuyos esclavos griegos, generalmente, eran hombres cultos, sabios y filósofos, capaces de suministrar conocimientos superiores a los hijos de sus señores.

Es de sentido común que el educador influye en el educando, ya sea transmitiendo algo de su propio conocimiento y tempera­mento, como de la forma de orientarlo en los fenómenos de la vida humana. Existen discípulos que atraviesan la existencia física proclamando y viviendo el optimismo o pesimismo de su maestro o preceptor, como verdaderas prolongaciones vivas de sus virtudes o defectos. En el mundo existen escuelas optimistas, pesimistas, estoicas, placenteras, existencialistas o severamente puritanas, que giran alrededor de un eje montado por su ideali­zador o creador, se llamen éstos Epicuro, Shopenhauer, Zenón, Sócrates, Platón, Pitágoras o Sartre.

De la misma forma, los hijos pueden recibir la influencia de determinado preceptor en su curso educativo, ya sean sacerdotes, profesor o criado. En consecuencia, el hombre o la mujer sin hijos, frustrados en el casamiento por constantes vicisitudes o fracasos morales, cuando se transforman en educadores, jamás podrán transmitir a los hijos ajenos una norma de vida optimista, dado que sufren en lo íntimo de sus almas las perturbaciones que amargaron su existencia. Es evidente que la lámpara sucia de polvo no dejará pasar la luz con todo su esplendor. En la formación del carácter de los niños en los establecimientos edu­cativos existen muchas diferencias, puesto que no es lo mismo una escuela de niños huérfanos, cuyo nivel de vida sea en el vestir, en el corte de cabellos y en lo relativo a sus actividades bajo la severa vigilancia religiosa, a los alumnos de una escuela liberal, que preserva la individualidad de las criaturas, prescin­diendo de los uniformes degradantes y de la imposición de los preconceptos religiosos.



El alma del educador influye grandemente en la formación de la criatura, ya sea un sabio o un simple criado, porque depende muchísimo de su discernimiento y habilidad en ayudar al educan­do a liberarse de sus instintos inferiores.

Pregunta: ¿Qué nos podéis decir de las familias pobres, que además de la imposibilidad de educar convenientemente a sus descendientes, éstos resultan hijos rebeldes y, además, deben soportar las pruebas de sus culpas kármicas?

Ramatís: No es la riqueza o la pobreza lo que distingue la graduación moral del espíritu. Además, las almas muy esclare­cidas, al reencarnar prefieren la pobreza y las vicisitudes del mundo material para solucionar sus pruebas kármicas y acelerar su perfeccionamiento espiritual. La riqueza, casi siempre, propor­ciona accesos peligrosos para el espíritu debilitado. La renuncia, la paciencia, la resignación y la humildad, son virtudes que florecen mejor en los ambientes pobres y ayudan al espíritu a liberarse con prontitud de los cielos dolorosos y expiativos de la carne. La riqueza, comúnmente, atonta a las criaturas y les facilita el camino para cometer censurables caprichos. Bajo el roto manto de la pobreza, se plasmaron las figuras sublimes e incomunes de Francisco de Asís, Paulo de Tarso, Vicente de Paúl, Buda, Ramana Maharshi, Gandhi y el bondadoso Maestro Jesús. Las dificultades, dolores y sufrimientos morales proporcionaron al mundo personalidades como Edison, Van Gogh, Gaughin, Mozart, Allan Poe, Sócrates, Chopin, Schumann, Balzac, Beethoven, Cervantes, Milton, Dostoiewsky y tantos otros, que sería extenso enumerar.


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