La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: Considerando que antiguamente el vicio de fumar se tenía por hábito indeseable y propio de las mujeres licenciosas, en el presente ¿podría considerarse dentro de la moral, puesto que hasta las mujeres espiritas y espiritualistas fuman pública­mente?

Ramatís: Bajo la tradición poética e histórica del mundo, cabe a la mujer ser la figura representativa de la poesía, e inspi­ración del hombre, además de ser portadora de la función sublime de ser madre. Sin lugar a dudas, existen mujeres brutas, groseras, obscenas e impías, que desfiguran el concepto loable de la subli­midad femenina. Bajo cualquier circunstancia, siempre la mujer deberá representar lo opuesto a la masculinidad, prefiriendo y adoptando las actitudes superiores, que contrasten con la rudeza, despotismo, violencia y egoísmo, propios de los hombres. Dios creó dos tipos de criaturas definidas en el área de la razón a fin de constituir el motivo y el equilibrio de la vida; el hombre, que es viril, autoritario, enérgico, musculoso y rústico; y la mujer, atrayente, suave, pasiva y conciliadora, asemejándose a la flor, que tienta a las personas por su fragante perfume. Simboliza el reposo espiritual, o el "oasis" venturoso en el desierto de la vida humana.

En consecuencia, todo aquello que es propio de los hombres agresivos, autoritarios y viciosos, debe ser ridículo, antiestético y censurable cuando es practicado por la mujer, símbolo de gentileza e inspiración en el jardín de la vida humana. La mujer puede volverse grotesca y desagradable, plagiando o imitando los vicios masculinos, como son el fumar y el beber. En esa actitud de lastimosa masculinización, criticable por ser viciosa, la mujer des­truye el encanto milenario que le cabe sobre la superficie del orbe. Aunque la vida moderna le exija el mismo tratamiento que al hombre, en igualdad de condiciones y participando de la política, ciencia y trabajo del mundo, sin embargo, debe mantener la ter­nura, la cortesía y la tradicional e inspiradora femeneidad. La mujer que fuma o bebe viciosamente, aunque no llegue a alterar sus innatos sentimientos de mansedumbre, resignación, tolerancia y afecto, todo indica que está rebajando sus bellas costumbres.



Pregunta: El cáncer, ¿es una consecuencia del vicio de fu­mar?

Ramatís: Todo depende de la vulnerabilidad ancestral bioló­gica del hombre, pues la criatura de pulmones débiles es propicia a la neumonía, la pleuresía, el asma, la tuberculosis o el cáncer pulmonar. En tal caso, cualquier manifestación mórbida tiende a converger hacia esa debilitada región, por fuerza de la herencia. El veterano fumador tiene un par de pulmones deficientes y con­tribuye imprudentemente en corto o largo plazo a agravar su salud. Por consecuencia, es un candidato en potencia para padecer de cáncer en la región pulmonar. El fumar no es la única causa del cáncer pulmonar, pero predispone el terreno para la manifestación cancerígena, porque las sustancias alquitranadas, propias del humo, atacan a los pulmones por donde penetran agresivamente. De ahí que es más frecuente esa enfermedad entre los fumadores, puesto que ofrecen más probabilidades de arruinar los tejidos pulmonares por la infiltración nociva del humo. Actualmente se comprueba que la mayoría de las mujeres cancerosas del pulmón fumó en gran cantidad.

Sin duda alguna, existen diversos factores que provocan el cáncer, debido a las alteraciones enzimáticas, disturbios químicos orgánicos, deficiencias nutritivas, desequilibrios de los metales y metaloides organogénicos, inclusive los traumatismos. El abuso del fumar y del beber, aliados al uso de las sustancias químicas corrosivas y tóxicas en la alimentación humana, contribuyen gra­vemente para agotar las defensas vitales del organismo y favorecer el clima para el cáncer. Es el caso de los animales salvajes, que al domesticarse son afectados por el cáncer, debido a la alteración de su equilibrio en su metabolismo fisiológico, al ser violentados por los hábitos viciosos de la alimentación del hombre.

El azúcar y la sal química son los mayores responsables por las enfermedades nutritivas, gástricas, hepáticas, pancreáticas y renales, que debilitan y alteran las defensas del animal domesti­cado, a la sombra del hombre incoherente e ignorante de las leyes saludables de la alimentación.2 El cáncer no es originario de una sola fuente mórbida, pero las condiciones donde impera son el "desorden" mental, psíquico y orgánico, en fin, todo aquello que contraríe el orden y la armonía de la naturaleza. Además, existe un hibridismo cancerígeno proveniente de la alteración en el meta­bolismo enzimático y catalizador de las acciones y reacciones quí­micas necesarias a la vida vegetal y animal. Siendo así, propor­ciona el clima favorable para que cierto virus alimente a su especie en el núcleo vital de las células que se ven desamparadas debido a la alteración enzimática. Los instructores espirituales saben que el psiquismo influye poderosamente en el metabolismo de las enzimas catalizadoras del quimismo corporal, pues una célula viva es una maravillosa fábrica que llega a producir más de 2.000 reacciones químicas provocadas por cien mil enzimas, de las cuales, la medicina actual sólo conoce unas mil y apenas unos pocos tipos.

Como la nicotina y las demás sustancias nocivas del humo interfieren directamente en la circulación pulmonar, es obvio que las células sanguíneas también terminen provocando disturbios y alteraciones en los cuadros peculiares de las enzimas catalizadoras del cuerpo sano, estableciéndose el desequilibrio en la raíz celular y la consecuente degeneración de las células.

La insistente acción de un determinado instrumento, sustancia o tóxico en un punto dado del organismo puede alterar el trabajo químico de las enzimas y resultar alteraciones celulares. Entre los hindúes, mascadores de la nuez de areca, el cáncer ataca con cierta particularidad en la boca, mientras que el cáncer labial se da con frecuencia en el lugar acostumbrado por el fumador para pitar su cigarrillo o para sostener la pipa. Muchas úlceras gástri­cas, erradamente atribuidas a la vida agitada del ciudadano del siglo XX, tienen su origen en los efectos corrosivos de las sustan­cias tóxicas y alquitranadas. La excesiva y tóxica salivación defensiva del fumador para debilitar el humo
2 Se sabe perfectamente que diversas tribus de indios salvajes, una ve/ adaptados a la civilización del hombre blanco, comenzaron a sufrir e inclusive murieron de nefritis, tuberculosis y hepatitis, cuando comenzaron a utilizar el azúcar; y la sal química.

ataca la delicada mucosa del estómago y modifica los jugos gástricos y entéricos, perturbando el equilibrio del metabolismo armónico de la diges­tión.




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