La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: ¿Nos podríais informar con más precisión el al­cance de esa función de ''pitadores vivos''?

Ramatís: Os hemos explicado que a través del doble etérico del fumador encarnado, el espíritu viciado y sin cuerpo absorbe los fluidos "etéreos físicos" exhalados por la combustión del ciga­rrillo, tal como si se estuviera usando un perfecto "pitador vivo" y humano. De ahí la sorpresa de ciertos médiums videntes cuando observan la extraña simbiosis de un espíritu desencarnado, afligido y sediento, totalmente ligado a un veterano fumador. Es el detes­table vampirismo de un alma destrozada por el vicio, cuyo único y personal objetivo es satisfacer su vicio.

Pero como hay un gran desperdicio en ese vampirismo, por la falta del cuerpo carnal, entonces el espíritu desencarnado asedia constantemente al fumador para obtener un mayor porcentaje de nicotina fluídica. De esa forma, el fumador que desconoce el presente proceso vampírico, puede alcanzar el máximo de la degra­dación viciosa, al punto de llegar a encender un cigarro tras otro, en la absurda sumisión mental de atender al deseo irrefrenable de alguien que actúa desde el mundo oculto.4



Pregunta: ¿Todos los fumadores veteranos son "pitadores vivos" de los espíritus viciados del Más Allá?

Ramatís: La simbiosis de un encarnado con un obsesor en el vampirismo del fluido nicotínico es el resultado de la afinidad espiritual, moral o psíquica entre ambos. Es indudable que si Francisco de Asís hubiera fumado, ningún espíritu vicioso podría volverlo un '' pitador vivo'' en base a la sublime frecuencia angé­lica, pues una entidad de ese quilate espiritual, aunque estuviese afectada por el vicio de fumar, jamás desearía la ignominiosa función de obsesionar a un encarnado, para seguir su vicio en el mundo de los espíritus.
3 Nota del Médium: Creemos que no está de más repetir esclareci­mientos sobre la naturaleza del doble etérico, vehículo imponderable y cons­tituido por el éter físico de la tierra, el cual se sitúa entre el periespíritu sobreviviente y el cuerpo físico del hombre. Funciona como un puente que liga la margen del mundo oculto con el material; es decir, la voluntad del espíritu inmortal para producir la acción corporal, y devolviendo las reac­ciones del organismo carnal, nuevamente hacia el espíritu. Toda acción espi­ritual se ejerce primero en la monte del periespíritu, o sea, la envoltura del espíritu; en seguida, incide en el doble etérico, el que la transmite instan­táneamente al cuerpo físico. De ahí, entonces, que el hombre puede debilitar o perder la dirección de su doble etérico, ya sea por esclavizarse al vicio del alcohol, del cigarro, de entorpecedores o del juego, por el descontrol de las pasiones degradantes, de temperamentos totalmente irascibles, pasando a ser dirigido, en vez de dirigir. Lo tratado, nos recuerda a las citas orientales al respecto, donde el espíritu suplanta simbólicamente al cochero, el doble etérico al caballo, y el cuerpo carnal al carro. El cochero tanto puede hacer disparar violentamente al caballo y destrozar al carro o imprudente­mente soltar las riendas y pasar a manos de otro conductor malévolo. De esa forma, el espíritu pierde el control de su doble etérico para someterlo a los vicios peligrosos, cediendo las riendas a otro espíritu desencarnado y obsesor. El doble etérico se origina en el cuerpo físico y se disuelve a los 3 ó 4 días, una vez muerto el cuerpo carnal.

4 Nota del Médium: En verdad, Ramatís tiene razón, pues varias veces he presenciado ese torpe vampirismo fluídico. Cierta vez me encon­traba en la puerta de un café, en Curitiba, cuando observo a dos personas discutiendo acaloradamente por cuestiones personales. De pronto, en mi vi­dencia percibo ligado a uno de los contendores a un espíritu repulsivo, de fisonomía vampírica, que acompañaba los movimientos de ambos contrincan­tes, pues se movía sediento y absorbía los fluidos del puro que uno de ellos tenía en la boca. El que fumaba y por efecto de la discusión arrojó el medio puro al suelo; entonces, el espíritu se puso tan furioso, que daba golpes en la cara del obsesado, por haberse desprendido del medio puro, todavía útil para sus macabros deseos. El sujeto que tiró el medio puro, y que funcionaba como un verdadero "pitador vivo", aunque no acusase los golpes que el espíritu le daba en el rostro, sin embargo llevaba la mano a la garganta en señal de tener una sensación incómoda.

Los espíritus bienhechores, que en la tierra se dejaron aprisionar por algún vicio, son bastante capacitados, después de desencarnados, para saberse curtir en sus debilidades, sin perjudicar al prójimo.

En consecuencia, no todos los hombres enviciados en el tabaco son "pitadores vivos", cuando se trata de personas buenas, dignas, pacíficas, amorosas, tolerantes y religiosas. En verdad, el encar­nado que funciona en la degradante condición de "pitador vivo" es un candidato en potencia para ser un vampiro del tabaco en el Más Allá de la tumba, porque la simbiosis viciosa e indeseable depende de la afinidad moral, como también de los sentimientos malévolos que lo identifican.


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