La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: La historia y la literatura del mundo exaltan a los poetas, artistas y músicos, que aun siendo bebedores, dejaron una estela brillante de su genialidad. ¿Cuál es vuestra opinión?

Ramatís: Bajo el criterio y juzgamiento realizado por el mundo espiritual, los valores terrenos cambian notablemente de interpretación, puesto que únicamente prevalecen, en el Más Allá, las virtudes del espíritu inmortal. Es inconcebible el desajuste de esos hombres, que trazan derroteros luminosos y geniales en el campo de la poesía, del arte, de la crítica, del teatro o de la literatura, pero no consiguen vivir en forma digna y sensata junto a sus familias.

Los sentimientos de bondad, ternura, humildad, renuncia, fidelidad y amor no son exclusividad del hombre talentoso y cien­tífico sino, cualidades comunes a todos los hombres. Muchos ge­nios forjados en los elementos transitorios del mundo material y distinguido lisonjeramente por la historia, son espíritus débiles y esclavos de los vicios, exaltando la bohemia improductiva y mala consejera para los incautos. Muchos de esos bohemios talentosos, pero ignorantes de la realidad espiritual, que alegran las calles y los bares de las ciudades, acostumbran abandonar a la familia, como si fuera un lastre inútil, oneroso y humillante. Otros cam­bian a la dedicada compañera, trabajadora y resignada, que los sirvió en los días de aflicciones, por la mujer voluble, ociosa, ladina y además, la eligen como inspiración y modelo de sus obras excéntricas.

Causa extrañeza que tales genios sólo despierten su filón poé­tico o la inspiración artística bajo el calor de la bebida corrosiva, pero cuando están sobrios son incapaces de conseguir un litro de leche para sus hijos. Ninguna enseñanza duradera puede legar a la humanidad los poetas, filósofos y artistas que, para producir algunas obras geniales, necesitan justamente escribir el drama co­barde e inescrupuloso de abandonar la familia. ¿De qué sirve al mundo, cada vez más sediento de esclarecimientos espirituales, las rimas, los conceptos y los floreos literarios de los genios alco­holizados, que saben cantar la epopeya de la vida humana, pero no consiguen un pálido destello de alegría para su propio hogar?

Pregunta: Los hombres geniales, pero bohemios y bebedores, cuando desencarnan, ¿también sufren las consecuencias aflictivas propias de las víctimas de la embriaguez, que no tuvieron talento o cultura?

Ramatís: La Ley Espiritual preceptúa "A cada uno le será dado según sean sus obras", y no según su cultura, creencia, inte­ligencia o exaltación bohemia. El alcohólatra, de cualquier natu­raleza que sea, cuando desencarna sufre en el periespíritu las mortificantes consecuencias de la acción corrosiva del tóxico alco­hólico, así como el arsénico tanto quema la piel del hombre como de la mujer, del bandido o del santo, del genio o del analfabeto. Eso es una cuestión de la química trascendental y nada tiene que ver con la condición social, cultural o religiosa del hombre en el mundo físico.

Además, la inteligencia o genialidad humana, que distingue al hombre en el mundo, puede ser inútil para la persona alejada de la "sabiduría espiritual" del mundo angélico. El genial artista puede crear una deslumbrante obra en el mármol provisorio del mundo físico; sin embargo, puede ser un pésimo escultor de su propia felicidad; el escritor talentoso puede componer un admira­ble texto literario de esclarecimiento psicológico para los encar­nados, y ser un analfabeto para sus propias resoluciones espirituales. La verdadera sabiduría está basada en las cosas definitivas del espíritu inmortal, puesto que el mundo físico es el "medio" y no el "fin" de la existencia humana.

Atila, Gengis Khan, Alejandro, Julio César, Aníbal, Carlomagno, Napoleón o Hitler, fueron "genios" en el concepto de la guerra, cuyo talento y habilidad lo emplearon para destruir vidas y robar a otros pueblos. Pasaron por el mundo marcados por esa genialidad enfermiza, que sólo dejó gemidos de muertes en su senda de sangre. Sin embargo, también fueron genios Vicente de Paúl, Francisco de Asís, Pablo de Tarso, Buda, Krishna, Confucio, Gandhi o Jesús, pero se distinguieron como sabios espirituales que consagraron su estrategia sublime, para mejorar y enriquecer la vida de la humanidad. El sabio auténtico es aquel que sabe administrar su propia vida espiritual, proporcionándose a sí mis­mo la ventura eterna. No es genial quien conquista pueblos y teso­ros materiales, y desencarna teniendo un árido desierto en el corazón.

El problema de la ventura espiritual es un asunto particular; por eso muchos genios, artistas y científicos, que saturan su cuerpo de alcohol y dejan a la familia sin un pedazo de pan, infelizmente, cuando despiertan en el mundo espiritual, quedan aterrados y desgraciados ante la tragedia que pasan a vivir en sí mismos. Han de sufrir la más atroz de las desilusiones y desaparecerán el sarcasmo y las palabras rebuscadas con que acostumbran a deslumbrar al mundo. Muchos de esos famosos bebedores ironi­zaban a los tontos que creían en la vida inmortal del espíritu. Pero para su propia infelicidad, confundían su incapacidad de captación dé la Realidad Divina, convencidos de tener una avan­zada sabiduría personal.

A pesar de haber sido cultos oradores, afamados filósofos y agudos psicólogos, ágiles de raciocinio, sin embargo, después de "fallecidos" necesitan apoyarse servilmente en la mano amiga de la esposa inculta, inexpresiva y resignada, que ellos, en su orgullo intelectivo, ¡abandonaron en la tierra!


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