La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: Suponiendo que la madre comience a beber du­rante el período de gravidez, y que ante el parto inminente se compruebe la lesión en el feto, ¿qué sucede con la vinculación del espíritu reencarnante que no es merecedor del caso?

Ramatís: En la situación planteada, los técnicos del Más Allá interfieren y liberan al espíritu que no merece ese tipo de destino, puesto que no existe injusticia por parte de la Admi­nistración Sideral. La liberación puede suceder a través del abor­to inesperado, o si él tiempo lo permite, a través de la vinculación de una nueva entidad con el campo "psico-físico", sin que este proceso ponga en peligro la vida de la madre.

Sin lugar a dudas, la madre que pierde a su hijo después de nueve meses de gestación y sacrificios (por causa de su impru­dencia al dedicarse a la bebida), frustra el trabajo realizado por el espíritu reencarnante, obligándolo a rechazar un cuerpo per­turbado y kármicamente inmerecido. Desde que la Ley del Karma dispone que "A cada uno le sea dado conforme a sus obras", los padres que se embriagan en la noche de bodas y lesionan el germen de la fecundación, son candidatos a la amargura de procrear hijos retardados, esquizofrénicos, neurópatas o alcohólatras. Ningún espíritu reencarnante padece por cualquier eventualidad desas­trosa o indeseable, pues su guía y amigos desencarnados vigilan y protegen al proceso reencarnatorio, garantizando el programa kármico previsto.



Preguntas: Conocemos casos de padres alcohólicos que tuvie­ron descendencia de hijos inteligentes y equilibrados en su for­mación moral. ¿Cuál es vuestro parecer?

Ramatís: Hasta el momento nos hemos referido a espíritus deficientes, que se vinculan por afinidad a cuerpos generados por padres alcohólatras; y al caso de entidades que son liberadas a tiempo porque no les cabe vivir en cuerpos lesionados bajo el determinismo kármico. Mientras tanto, cuando el hijo de alco­hólatras supera la tara etílica y se destaca por su conducta, sin lugar a dudas allí se encuentra una criatura mesiánica, de elevada estirpe espiritual, cuya potente luz extermina los "genes malignos" y elimina los cromosomas enfermizos. Eso comprueba que, a pesar de los conceptos de atavismo, tara y herencias mór­bidas congénitas, tan propalados por la ciencia del mundo tierra, el fundamento de tales hechos y sus características netamente espirituales obedecen al tipo kármico y a las necesidades del espíritu encarnado, en yuxtaposición con los padres físicos. Los efectos gestativos enfermizos pueden superarse por la presencia de un espíritu noble, superior, que impone su fuerza espiritual y comprueba la eficiencia que tiene la luz sobre las tinieblas; el bien sobre el mal. 2

Sucede también, que los técnicos espirituales interfieren y protegen las encarnaciones superiores, así como en la tierra las autoridades de un país promueven al máximo la protección para los ilustres visitantes de otra nación. Así como en un río lodoso puede filtrarse agua limpia, el campo angélico extrae de los elementos genéticos humanos sólo lo que es sano y provechoso para conformar una organización carnal elogiosa. El cuerpo físico es el instrumento de acción del espíritu en la materia; por eso, en lo que se refiere a la formación del cuerpo físico, el espíritu glo­tón desarrolla el estómago y el intelectual se preocupa por la formación de un cerebro de mayor capacidad. Los gérmenes de la fecundación quedan inmunizados por cualquier lesión que pue­da provocar el residuo proveniente de la familia alcohólatra, mientras los técnicos vigilan atentamente el proceso gestativo hasta el final. La luz que emana del espíritu sublime disocia y carboniza las sustancias astralinas perniciosas que inciden en el campo genético materno donde él encarna. La presencia de una entidad superior en misión sacrificial y afectada al vientre materno de las madres degeneradas, puede enternecerlas a punto de sensibilizarles el sentimiento materno, todavía de orden rudi­mentario. Mientras Agripina sentía ansias de alimentarse grose­ramente y saciarse en el alcohol por la presencia del espíritu de Nerón en su vientre, María vivía extasiada y ajena a las necesi­dades físicas, ante el ligamento a su cuerpo del sublime Jesús.3




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