La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: ¿Qué providencia inicial deberíamos adoptar para liberarnos del deseo carnívoro?

Ramatís: La primera providencia para liberaros del carnivorismo debería ser el control mental, y saber qué representa la zoofagia. En verdad, existe una indisciplina o negligencia mental, que es un condicionamiento milenario o necesidad biológica para devorar la carne de los hermanos inferiores. Existe una flagrante contradicción entre la realidad del carnivorismo y lo que se per­vierte por la falsa imaginación, pues si el hombre no come ratas, perros y otros animales que le parecen repulsivos a su paladar, eso mismo le podría suceder con todas las demás especies de aves y bichos Al hombre le falta la vigilancia mental necesaria para no dejarse hipnotizar ni fascinar por falsas suposiciones. Generalmente, delante de los cadáveres, víctimas de un accidente o un incendio, las personas sienten náuseas y repugnancia debido al olor desagradable de la carne quemada o aspecto que presentan. Mientras tanto, se excitan ante el mórbido apetito de saborear un churrasco sangriento, de carne animal, quemada a fuego lento, difiriendo apenas por la naturaleza de su presentación y el aderezo de la salsa. He aquí donde la contradicción es inexplicable pues la repugnancia demostrada ante el cadáver en el accidente o en la explosión desaparece bajo un condicionamiento biológico y les despierta un mórbido apetito, apenas porque está mojado con pimienta, orégano, cebolla y tomate.

La primera providencia que la persona debe tomar para liberarse del deseo mórbido de ingerir carne, debe iniciarse por la corrección de la imaginación deformada. La voluntad, que de­muestra ser bastante débil delante del churrasco acebollado y lo considera un manjar delicioso, debería funcionar correctamente ante la misma carne carbonizada y sin preparados culinarios. Es necesario que el hombre descubra la realidad que se esconde bajo el velo de la ilusión del falso apetito, pues la deliciosa "tortilla a la española" no deja de ser trozos de estómago del buey, extraí­dos de su región digestiva e impregnados de residuos nauseabundos.



Pregunta: El hombre evangelizado y amoroso ¿es culpable ante Dios porque come carne?

Ramatís: No existen culpables ante Dios puesto que el Padre jamás se ofende con las tonterías humanas de sus hijos. Tampoco debe considerarse amoroso al hombre que come carne a pesar de que sea evangelizado, pues la alimentación carnívora, siendo un producto de la matanza de los animales, es un desmentido a la ternura y a la piedad. Ponderamos a las criaturas evangelizadas y sumisas a las enseñanzas liberadoras del Cristo Jesús, pero no es manso ni apacible quien devora las vísceras de sus hermanos in­feriores. El carnivorismo sustentado por la práctica de matar el animal es una poderosa barrera entre el ángel y el hombre como también un sensible agravio para sus vidas futuras.

Pregunta: Sin embargo, conocemos muchísimas criaturas que son piadosas, e incapaces de matar a un simple insecto, cuanto menos a un ave o animal. ¿Qué nos podéis decir?

Ramatís: El que no mata, sea por piedad o remordimiento y después devora gustosamente la carne del animal o del ave muerta por otras manos, actúa mañosamente delante de Dios y de su propia conciencia. La piedad a la distancia no demuestra el carácter bondadoso puesto que eso nos recuerda al clásico sábado de gloria, donde los católicos, después de un estoico ayuno de carne, en la Cuaresma preceptuada por la Iglesia, aguardan ávi­damente que el reloj marque el mediodía para arrojarse hambrien­tos ante los trozos cadavéricos cocinados por la moderna olla a presión.

Comúnmente, el hombre piadoso que no desea asistir a la matanza del animal y después es el más exigente candidato ante el asado deliciosamente preparado casi siempre escoge el bocado más tierno y gustoso de la carne sacrificada a la distancia.



Pregunta: La negativa del hombre en matar el animal o el ave, ¿no demuestra su desagrado por la existencia de los mataderos y frigoríficos? ¿Su forma de ser, por lo expuesto, no es evidente que vaya mejorando su graduación espiritual?


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